Los bloques de concreto se clasifican, según el Código Sísmico, en tres tipos: A, B y C.
La investigación –realizada en cantones como Goicoechea, Santa Ana, Vásquez de Coronado, Moravia, Montes de Oca, San Sebastián y Patarrá– determinó que un 86% del material estudiado alcanza resistencias suficientes como para calificar la mampostería como clase A. El 14% restante, como clase B, y ninguna de las muestras fue categorizada como clase C.
“Esto significa que las casas de estas zonas son aptas para enfrentar temblores. Y podemos decir, después de lo que vimos en Cinchona, que en las áreas metropolitanas se está construyendo mucho mejor de lo que se edifica en las áreas rurales”, afirmó Olman Vargas, director ejecutivo del CFIA.
El control y vigilancia que realizan los gobiernos locales podría ser la causa de este resultado positivo. “En estas zonas hay mayor número de inspectores y, por lo tanto, más control por parte de las municipalidades”. Esta situación no se da en zonas más alejadas como Garabito (Puntarenas), provincia en la que se determinó –en el 2007– que el 56% no cumplió con la normativa.