La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) le compró a una chatarrera en San Sebastián, al sur de San José, ¢88 millones en mascarillas médicas desechables, a pesar de que nunca le había vendido insumos médicos a esa institución ni a ninguna otra del Estado.
Dicha adjudicación se concretó en solo 48 horas mediante una compra directa, en la que no hubo más oferentes, según el expediente de contratación.
El 4 de junio, la CCSS le otorgó a la empresa Metales Tosha IP S. A. la compra de 316.000 cubrebocas descartables necesarios para proteger al personal de salud frente a la pandemia por la covid-19.
Esa compañía obtuvo ese contrato a pesar de que se inscribió en la lista de proveedores de la Caja solo un día antes de ganar el contrato y sin contar con experiencia en el suministro de equipo médico.
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Desde el 2015 a la fecha esa empresa ganó 58 contratos públicos solo para la compra de chatarra y residuos metálicos, principalmente, al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), a la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) y al Instituto Costarricense de Puertos del Pacífico (Incop).
Así lo constató La Nación luego de revisar las bases de datos del Sistema Integrado de Compras Públicas (Sicop) y el portal de compras públicas de la Contraloría General de la República, desde el 2007 a la fecha.
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Incluso, el 2 de junio, solo dos días antes de la adjudicación, Metales Tosha IP S. A. se inscribió ante la Dirección General de Tributación como proveedor, al mayoreo, de equipo médico y productos farmacéuticos. Con anterioridad, solo había notificado a esa instancia de que se dedicaba al reciclaje de desperdicios y desechos metálicos.
Además, el número de teléfono y la dirección física que la compañía consignó en la factura y otros documentos oficiales es la misma que aparece en el rótulo de una chatarrera en San Sebastián, de nombre Recicladora Imsa.
En el expediente de contratación no se detalla cómo esa empresa se convirtió en proveedora de mascarillas de la CCSS sin tener experiencia en ese nicho, solo se especificó que se trataba de un proveedor único y de una compra urgente.
Tampoco aparece una oferta formal. Se adjuntó únicamente una factura –de un oficio– donde solo se consigna “mascarilla quirúrgica”.
Las especificaciones técnicas y de control de calidad las entregaron en inglés y en chino, a pesar de que era requisito presentar esos documentos en español. A la compañía se le permitió llevar la traducción a posteriori, aunque las mascarillas se debían entregar de manera inmediata.
Este medio intentó conocer, mediante el gerente de Logística suspendido, Luis Fernando Porras –el encargado de esta contratación–, entre otras cosas, cómo Metales Tosha IP se convirtió en proveedor de la CCSS; no obstante, dijo que no iba a responder a las consultas enviadas por correo electrónico.
“Lamentablemente en este momento, por mi condición laboral, no tengo acceso a ninguna información que me permita documentar y contestar a sus preguntas”, argumentó Porras, quien anteriormente le había dicho a este medio que la experiencia previa no era un requisito ante la urgencia de contar con ese insumo a la brevedad.
Desde el pasado jueves también se procuró una entrevista con su sustituto interino, Esteban Vega de la O, pero al cierre de esta edición se informó que tal solicitud no iba a ser posible, por “el deber de confidencialidad”, ya que existe un procedimiento administrativo y patrimonial abierto contra la empresa.
Por su parte, Jorge Durán Rodríguez, el presidente de Metales Tosha IP, reconoció que esta fue la primera vez que la empresa comercializaba este tipo de insumos en el país.
Detalló que él importó las mascarillas desde China aprovechando unos contactos que tenía allá, a quienes ya les vendía metal.
Insistió en que no hubo ninguna anomalía en la contratación y más bien tuvo que tocar muchas puertas para poder obtener ese contrato. (Ver un extracto de la entrevista al final del artículo)
Sin embargo, esa sociedad anónima solo registra una importación de mascarillas desde el gigante asiático o de cualquier otro país en el Sistema Tic@ (Tecnología de Información para el Control Aduanero) de la Dirección General de Aduanas.
En ese portal, solo aparece que se autorizó a Metales Tosha el ingreso de 98.400 mascarillas el 18 de junio, diez días después de que la empresa entregó el encargo a la CCSS y que esos cubrebocas no eran médicos descartables, sino modelo KN 95, los cuales no tienen relación con la compra adjudicada.
FUENTE: Elaboración propia a partir de los expedientes de contratación || DISEÑO / LA NACIÓN.
Lote devuelto y proceso administrativo
Si bien la chatarrera entregó las mascarillas cuatro días después de la adjudicación, la CCSS le rechazó un lote de 1.050 unidades porque venían las cajas golpeadas y mojadas.
Un mes después, el 8 de julio, el contratista intentó reponer esa cantidad con cubrebocas de uso no médico –que no son aptas para proteger al personal de salud del contagio de la covid-19–, y con una marca diferente a la ofertada. Esa información consta en el oficio AGM-CTNC-COVID-147-2020.
En la actualidad, la Caja tiene abierto un procedimiento administrativo contra la empresa para determinar una eventual sanción por incumplir con la reposición de ese lote de mascarillas.
Con esa empresa, al menos, ya son dos los proveedores que le entregan a la Caja cubrebocas no aptos y distintos a los ofertados. El 30 de junio la firma Interconsultoría de Negocios y Comercio IBT S. A. entregó un lote de casi 700.000 mascarillas no médicas.
En un principio, la institución recibió esas mascarillas alegando “interés público” y las distribuyó entre clínicas y hospitales públicos de todo el país y después tuvo que ordenar su devolución ante el riesgo inminente para el personal de salud.
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En manos de cuestionados
La evaluación técnica de esas mascarillas fue realizada por dos de los tres miembros de una Comisión Técnica ad hoc que enfrenta cuestionamientos por aprobar la compra de 12 millones de mascarillas a un contador público y a la empresa de una periodista, ambos sin experiencia en el suministro y la distribución de este tipo de insumo.
Se trata de Soraya Solano Acuña y Nidia Medrano Durán, quienes junto con Esteban Corrales Vega (ausente en el acto de aprobación), tenían bajo su responsabilidad la evaluación de los equipos necesarios para proteger del contagio de la covid-19 al personal de clínicas y hospitales.
Ese órgano fue disuelto a finales de agosto, entre otros cuestionamientos, por aceptar, a la hora de revisar las mascarillas, documentos que no estaban traducidos al español (como ocurrió en este caso), a pesar de que era un requisito.
En el expedito proceso de contratación también participaron tres altos funcionarios de la Caja que fueron separados de sus cargos, como medida preventiva, mientras la institución investiga las supuestas irregularidades en la compra de millones de mascarillas en procesos abreviados.
Maynor Barrantes Castro, jefe del área de Adquisiciones de Bienes y Servicios, dio el banderazo de inicio al proceso de contratación y Miguel Salas Araya, director de Aprovisionamiento de Bienes y Servicios, firmó el contrato de adjudicación.
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Mientras, el gerente de Logística, Luis Fernando Porras, emitió la justificación administrativa para contratar a Metales Tosha IP.
Él alegó que la compra era urgente porque la institución tenía poca reserva en su bodega — insuficiente para cubrir la demanda institucional de un día— y, porque venía un pedido en camino que tardaría varios días en poder utilizarse.
Porras se refería a la compra adjudicada a la polémica firma MR Comunicaciones Políticas S. A., de la periodista española Miren Martínez, quien incumplió la entrega de 5 millones de mascarillas médicas descartables, a pesar de que se le dio una prórroga de 30 días para entregar el material de protección médica.
La empresa que preside Martínez enfrenta actualmente un proceso sancionatorio que podría culminar en la inhabilitación como proveedora de la Caja, o bien, en la imposición de multas hasta del 25% del monto contratado.
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Precio un 39% más alto
Por esa venta de 316.000 mascarillas, Metales Tosha IP obtuvo poco más de ¢88 millones ($151.680), pues cada mascarilla la vendió en $0,48 (¢279,37). Al tiempo que regaló 600 a la CCSS, como parte del acuerdo contractual.
Ese monto facturado es un 39% superior al precio promedio de la última compra realizada por la Caja solo un mes antes, según se detalló en el expediente de contratación.
La institución aceptó ese incremento bajo el alegato de que la cantidad adquirida “es mucho menor con respecto a la última compra de mayo 2020 (12 millones), lo que conlleva a un incremento en el precio, por un principio de economía de escala”.
También adujo que, por la coyuntura actual, de una pandemia mundial, se ha incrementado la demanda de mascarillas médicas desechables y que es normal que presente ese tipo de variaciones en el precio, “dependiendo de la disponibilidad y medio de transporte de los insumos, países de origen, los materiales de los productos, así como las características y diseños varían de un fabricante a otro”.
Así lo consignaron en un oficio Daniel Antonio Navarro Chavarría, jefe a. i. del Área de Gestión de Medicamentos de la Caja y Marco Vinicio Ramírez Mora, de Análisis de Razonabilidad de Precio, de esa misma unidad.
Pese a esas valoraciones, la Contraloría General de la República (CGR) aclaró que ese precio era el tope y que, por transparencia, la administración “deberá contar con las cotizaciones recibidas” e incluirlas en el expediente administrativo.
Además, que la selección de Metales Tosha IP debía estar “sustentada en parámetros técnicos y jurídicos” y que la responsabilidad de la escogencia de esa sociedad anónima es “exclusiva” de la CCSS y propiamente, del gerente Luis Fernando Porras.
De esa forma lo dejó por escrito el órgano contralor cuando emitió el oficio N.° 8436, del 4 de junio, con el que autorizó la compra de 316.000 mascarillas médicas descartables.
Jorge Durán, presidente de Metales Tosha IP: ‘Era el único que tenía mascarillas médicas’
El presidente de Metales Tosha IP, Jorge Durán Rodríguez, niega alguna anomalía en la contratación, asegura que en la CCSS encontró trabas y que solo consiguió esa compra porque era la única empresa que tenía mascarillas médicas descartables en el país. Lea a continuación un extracto de la entrevista telefónica concedida a este medio:
-Antes de esa venta a la CCSS, ¿qué experiencia tenía Metales Tosha IP en la venta de mascarillas, de insumos médicos?
Era la primera vez.
-¿Y cómo llegan a ser proveedores de la CCSS? ¿Cómo se da esta contratación?
Yo llegué a preguntar, porque por la misma relación que tengo yo de exportador de metal a China, India, Corea y todas partes del mundo, en los mismos lugares me empiezan a ofrecer todo este tipo de producto, entonces yo voy a la Caja y empiezo por las páginas (web) a ver a dónde tenía que ir, a mandar a los muchachos que trabajan conmigo a ver a quién tenía que buscar y cómo era que se tenían que dar las muestras, y todo el asunto.
-¿No tuvo contacto con algún funcionario en específico de la CCSS?
Sí, con varios, muchos funcionarios, ahí en la Caja hay 25 departamentos para todo, entonces me pasaban de un lugar a otro, en un lugar había que dejar las muestras, en otro lugar las cotizaciones y todo esto.
-Usted tiene un procedimiento sancionatorio abierto a lo interno de la Caja por no reponer 1.050 mascarillas…
Eso fue porque yo entregué la totalidad de las cajas y yo tengo las fotos donde se devolvieron unas cajas que supuestamente venían golpeadas y mojadas, pero a mí me pagaron las cajas que yo entregué, no fue que yo me dejé plata de la CCSS, ni nada. Me devolvieron mil y un poquito, pero no fue que me las pagaron, la factura salió por lo que entregué.
“Ahora me mandaron una notificación, a raíz de esto, ahora la Caja está haciendo todo un show, y yo voy a ir a la audiencia, o sea, yo entregué, me rechazaron, perfecto, pero solo me pagaron lo que entregué”.
-¿Solo le pagaron las casi 315.000 que sí entregó?
Esas 1.050 no me las pagaron, se pagó lo que entregué.
-En el expediente de ejecución dice que usted intentó reponer esas 1.050 mascarillas, pero entregó no médicas y de otro fabricante diferente al que ofertó. ¿por qué?
Yo no había traído más, y esas fueron las que conseguí en el país para reponerlas, cuando me las devolvieron, yo les dije que tenían que darme tiempo para cuando volviera a traer.
-¿Y esas 1.050 no médicas a quién se las compró en el país?
Ah no sé, fue un muchacho de los que trabaja conmigo que lo mandé a comprar, o sea, y me las trajo porque en ese momento la preocupación mía era reponer, nada más.
-¿No procuró usted saber que fueran médicas, que cumplieran con las especificaciones que ofertaron a la Caja?
No, nada más me las pidieron, yo mandé al muchacho a conseguirlas, las llevó y cuando no eran me las devolvieron. La comisión técnica las rechazó y ya después yo no las entregué.
-¿No recuerda a quién se las compro?
No, no, no, es que andan 1.000 personas vendiendo eso en la calle.
-¿Y no tiene facturas de a quién se las compro?
Tendría que buscar, pero como le digo, yo le podría dar el número (de teléfono) de 25 personas que venden eso ahorita, en este momento.
“(…) Mandé a traer un millón más con todas las especificaciones técnicas, con absolutamente todos los documentos que me pidieron en español, la FDA, a mejor precio de la gente que le estaban comprando, se lo probé a todo el mundo, aquí están mis mascarillas, pasaron las pruebas, absolutamente todo, a 10 centavos (de dólar) menos.
“Yo toda la vida le he comprado al gobierno, tengo 12 años. ¿Vos sos periodista y nada más sos periodista, no podés hacer otra cosa más?, Uno tiene libertad, si tengo los contactos para traerlo”.
-Lo que estoy diciendo es que es la primera vez que usted incursiona en este mercado…
Ah sí, porque es la posibilidad que hubo en el momento y el boom mundial, verdad. No solo colocamos ahí, colocamos en Ecuador, en Panamá, en Bolivia y en muchos otros lados, no solo Costa Rica.
-¿Usted las importa directamente o utiliza un tercero?
Importamos directamente.
-¿Con esta misma cédula jurídica (la de Metales Tosha) aparecerían las importaciones, entonces?
Sí.
-¿Cuál es el fabricante de las mascarillas que le vendieron a la CCSS?
En este momento no recuerdo, tendría que buscar en todos los expedientes, tengo tiempo de no preocuparme por eso. Después de ver los negocios tan extraños que hace la Caja me olvidé de eso.
-Usted me dice que anduvo por varios departamentos de la Caja…
Anduve por Logística dejando muestras, bueno yo no, pero los muchachos, anduvieron dejando muestras en el almacén que queda en Desamparados, en el departamento de Proveeduría, es que hay como 25 departamentos. Yo intentaba, no es que yo me reuniera con alguien, yo anduve de necio tocando puertas y puertas y puertas. Y después de que yo dejaba mis muestras increíblemente se desaparecían, nunca logré que me revisaran mis muestras.
-Y al final logró que le dieran una contratación en menos de 48 horas…
No, no, fue como en cuatro días y fue porque en el país no había, yo era el único que tenía mascarillas médicas. Lo que pasa es que en el país no habían y solo yo tenía.
-¿No recuerda quién fue al final quien le dijo que ya le habían otorgado la compra?
No, me notifican del departamento de compras, ahí están los correos donde me notifican que se hace la compra.
-¿Usted nunca tuvo ningún contacto con don Luis Porras, el gerente de Logística, ni con su asesor Hans Vindas?
Con Luis Porras nunca tuve contacto.
-¿Y con Hans?
Con Hans Vindas tuve contacto por medio de un señor que era el que recibe en la Caja…
-¿En el almacén?
En el almacén, de hecho, yo un día tenía que entregar en el almacén y el número que me pasaron fue el de este señor y el de Hans Vindas para que me pusiera de acuerdo con ellos para la entrega.
-¿Fue un tema de logística más que otra cosa?
Fue un tema de logística, de que usted lo tiene que llevar ahí, a tal hora, a tal lugar, buscar a tal persona, quedarse ahí hasta que lo revisen, fue una cuestión de logística más que otra cosa.
“Eso que dice la gente, que sale en las noticias, que es una guerra, que no hay todo lo de equipo de protección, yo ya tenía todo en el país, tenía en cualquier momento, cuando me pidieran, todo era una mentira.
“Me gustaría que dijeran que yo tenía la posibilidad de entregar en el momento que no querían comprarme y hasta vendía más barato. Estoy a favor de que investiguen todo lo que tengan que investigar”.
-¿Desde cuándo usted estaba ofreciendo sus productos a la Caja?
Mucho antes de que me compraran esas mascarillas.
-¿Por qué no se había inscrito como proveedor de la Caja, entonces?
Nosotros creíamos que la Caja pertenecía a Sicop, yo le compró a todo el mundo y participo en todos los remates. Yo creí que la Caja participa por el Sicop, porque yo ya había estudiado el negocio, lo que había en el mercado. Muchos meses antes yo ya había hecho todos los estudios de mercado con los contactos que tengo afuera, donde exporto, que son China, India y todo lado, ellos me estaban averiguando, por eso yo tenía un excelente precio, pero el error fue que yo creía que la Caja estaba en Sicop.
“(…) Ojalá a mí me hubiesen ayudado como ayudan a otros. Y te digo, yo en mis bodegas todavía tengo 600.000 mascarillas médicas que las tengo ahí porque ya me olvidé de ese negocio porque me dio dolor de cabeza solo ver todo lo que pasó, los hospitales no tenían, yo tenía aquí y salía en las noticias, los grandes de la CCSS diciendo que no había, que era como una guerra.
“Me alegran que me llamen, que investiguen todo esto porque fue una mala experiencia de negocios, la verdad”.