Caldera, esparza. Los pasillos del Incop, en Caldera, fueron invadidos por decenas de comerciantes, conocedores de que los muelleros poseen abultadas billeteras desde ayer.
Los trabajadores portuarios tenían a su disposición todo un ramillete de lujos: autos último modelo, motocicletas, televisores de pantalla plana, reproductores de discos de video, equipos de sonido y lo último en computadoras.
La feria incluyó a bancos y cooperativas que ofrecieron sistemas de depósitos a plazo y fideicomisos para administrar las millonarias indemnizaciones de los exmuelleros del Incop.
Los 964 empleados del Instituto se repartieron ayer $32 millones (¢16.544 millones) en indemnización y prestaciones.
Sin embargo, cientos de trabajadores pasaron de largo a las ventas para dedicarse a cumplir con sus últimos trámites con el Instituto Costarricense de Puertos del Pacífico.
La fila más larga empezaba en el primer piso del edificio portuario, subía las escaleras y culminaba en la puerta de la gerencia, donde les entregaron el último regalo: una camiseta del 25.° aniversario del Incop y un reloj de recuerdo.
Abajo, también había otra larga cola para retirar los ahorros de la asociación solidarista.
Bochorno. El ambiente estuvo tranquilo hasta el mediodía, cuando se realizó el acto oficial de traspaso. Durante la ceremonia, un grupo de trabajadores ocasionales reclamó que a ellos no les pagaron prestaciones y hasta silbaron cuando se entonó el Himno Nacional de Colombia.
El bochorno fue aún mayor cuando empezaron a gritarle improperios al sindicalista Gregorio Bolaños, a quien acusan de haber "vendido" el Incop.
Paúl Zúñiga, presidente ejecutivo de la institución, dijo que los trabajadores, aún aquellos que no están en la planilla permanente, recibirán una liquidación proporcional a las horas laboradas.
El funcionario se comprometió a entregarles su dinero, a más tardar, el martes próximo.