No hay barro; por lo tanto no hay cerámica, tampoco tradición y, mucho menos, sustento para más de 1.000 personas de Guaitil de Santa Cruz y San Vicente de Nicoya, en Guanacaste.
Así lo hizo saber ayer un grupo de al menos 60 artesanos de esas comunidades que realizó en San José una marcha pacífica –con vasijas y otros objetos de barro en mano–, en compañía de las autoridades del Ministerio de Cultura.
Y es que desde el 13 de setiembre, Guaitil y San Vicente elaboraron una declaración de emergencia porque la veta de barro de donde extraen el material para sus artesanías se agotó completamente y no tienen los recursos económicos para comprar una finca que sí posee otra veta.
Ambas comunidades producen alrededor del 90 por ciento de la cerámica que se produce en la península de Nicoya. Su trabajo es importante, según los especialistas del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, porque es una herencia indígena legada de generación en generación hasta llegar a los actuales alfareros.
Claman por ayuda
Para Bernardo Vega, presidente de la Asociación de Rescate y Conservación de la Cerámica Chorotega, la situación es crítica. “Se nos avecina un caos socioeconómico, se nos avecina la pérdida de la identidad... Nosotros lo que queremos es que nos apoyen y nos ayuden porque el desarrollo sin cultura no funciona”, dijo.
Según ´Vega, lo que ocupan es comprar una finca con cuatro hectáreas del barro que usan para sus artesanías y que los dueños están vendiendo a muy alto precio. “Son 16 hectáreas, cuatro con la veta de barro, y nos están cobrando como ¢830 millones”, agregó.
Francisco Sanchún, diputado por Guanacaste, prometió llamar y “perseguir” a los ministros durante el tiempo que sea necesario para solucionar el problema.
Guido Sáenz, ministro de Cultura, prometió ser su aliado y exponer la situación –el martes– en el Consejo de Gobierno.
Egérico Porras, director de Proyectos de Mideplan, afirmó que se realizan estudios para solucionar la situación.
Actualmente, en Guaitil solo unas pocas familias tienen guardado un poco de material para trabajar, el cual comparten con otras, según detalló Marina Campos. Sin embargo, en San Vicente ya no queda barro y los artesanos han tenido que buscar otros trabajos.