Las montañas de la Cordillera de Talamanca albergan una diversidad de plantas mayor de la imaginada. Un estudio de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), de la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad Autónoma de Madrid dio con 67 especies de plantas. De ellas, nueve son consideradas de alto valor ecológico y tres son endémicas, es decir, solo crecen en esta zona.
Los científicos se concentraron en estudiar cinco turberas, o sea, humedales en los que se acumula materia orgánica en descomposición, llamada turba.
Las turberas analizadas se ubican en el llamado macizo de la Muerte —popularmente conocido como “cerro de la Muerte—, entre El Empalme y el cerro Bellavista, dentro del Parque Nacional Tapantí. Estos ecosistemas están en un rango de 2.400 a 3.100 metros sobre el nivel del mar. De estas, tres están dentro de áreas protegidas, en Salsipuedes y el cerro Paramillo, y dos no.
“Se encontraron tres especies endémicas y otras especies con un valor florístico particular. Las medidas de protección propias de las áreas protegidas son efectivas para la conservación de este tipo de ecosistemas”, comentó Frank González Brenes, investigador de la UNED.
¿Qué se sabe de estas plantas?
Los investigadores identificaron un total de 67 especies de plantas, distribuidas en 38 familias y 55 géneros. El cerro Paramillo presentó la mayor diversidad, con 36 especies, seguida de Salsipuedes con 35.
Por su parte, el sector Quetzales-2, que se encuentra fuera de áreas protegidas, fue el que mostró menor diversidad, con 19 especies.
Hubo cinco especies encontradas en las cinco turberas:
- Heterodermia vulgaris, una especie de líquen, muy común en turberas en países tropicales.
- Juncus effusus, popularmente conocido como “junco de esferas”. Mide entre 30 y 100 centímetros y es color verde claro con flores en forma esférica en color amarillento.
- Rhynchospora shcaffneri, una planta común en las zonas de humedales, con flores pequeñas.
- Sphagnum recurvum, una especie de musgo propia de los humedales montañosos.
- Vaccinium floribudum, conocido popularmente como “mortiño”. Es un arbusto ramificado cuya altura llega hasta 2,5 m, tiene hojas y flores muy pequeñas. Las flores son de colores rosados, violetas y morados.
Dos de cada cinco (40,3%) de las especies inventariadas tienen un valor ecológico o de especie clave, lo que, de acuerdo con los científicos, resalta la importancia de conservar estos ecosistemas únicos y frágiles.
Sin embargo, destacan nueve especies de alto valor ecológico. En ellas hay una considerada amenazada: Puya dasylirioides. Esta especie es una bromelia terrestre. Fue identificada hace varios años como endémica de la Cordillera, especialmente en regiones cercanas al cerro de la Muerte.
También se hallaron siete especies claves para el ecosistema. En ellas destacan Quercus costaricensis. Este es un roble identificado en Costa Rica en 1996, pero su población no ha logrado determinarse. Por ello es importante contabilizar los especímenes encontrados. También se observa en otros lugares de la provincia de Cartago.
Finalmente, hubo tres especies únicas en la zona. Las endémicas. Una de ellas se mencionó anteriormente, la Puya dasylirioides. También destacaron Pentacalia firmipes y Xyris nigrescens.
La Pentacalia firmipes es un arbusto propio de zonas cercanas al Cerro de la Muerte. Y la Xyris nigrescens es una hierba café con flores amarillas.
¿Cómo se hizo el estudio?
Los datos fueron recopilados en dos fases. La primera fue mediante muestreos en campo y analizados con un Índice de Valor Florístico (IVF), que pondera la cantidad y variedad de flores en un lugar.
Para la segunda fase se utilizó un Sistema de Información Geográfica (SIG). Esto permitió la elaboración de mapas de alta definición para gestionar datos georreferenciados y analizar la distribución de la vegetación en las turberas.
Además, se realizaron cinco campañas de captura de imágenes aéreas con un dron. Los vuelos se llevaron a cabo a una altitud constante de 130 metros. Esto permitió obtener imágenes de alta resolución.
Las fotografías se procesaron posteriormente mediante un software que facilitó la identificación de patrones de vegetación y cambios en el paisaje de las turberas.