De los siete países de América Central, Costa Rica es donde más fertilizantes se utiliza.
Solo en el 2009, el país usó 91,8 toneladas (t) de estos químicos por cada 1.000 hectáreas de área agrícola. Le siguió Belice con 58,3 t y El Salvador con 47,1 t.
Costa Rica ha mantenido ese alto consumo a lo largo de la década con cifras por encima de las 50 t, llegando en el 2005 al año de máximo consumo, con 114,8 t.
El problema es que los fertilizantes emanan óxido nitroso (N 2 O), un gas de efecto invernadero (GEI) que contribuye al cambio climático. En este sentido, el sector agropecuario aporta el 40% de las emisiones nacionales de GEI.
Así lo señaló el informe Estadísticas de Centroamérica 2013, cuya autoría recae en el Programa Estado de la Nación- Región.
Según Luis Felipe Aráuz, en un artículo del XVIII Informe Estado de la Nación, los cultivos que más óxido nitroso liberan son la caña (27,8%), el banano (19,3%), el café (13,7%) y la piña (8,2%).
Aunque los sistemas agroforestales (cultivos con árboles) ayudan a secuestrar parte de esas emisiones, aún es necesario disminuir la factura de fertilizantes.
Acciones. Consciente de ello, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) ya trabaja en medidas para reducir las emisiones del sector en un 77%.
Según la viceministra Tania López, se identificaron tres actividades agrícolas que por sus características –requieren mucho fertilizante y por la cantidad de área sembrada– son grandes emisoras de GEI: el café, la ganadería (debido a los pastos) y la caña de azúcar.
De ahí que en conjunto con la Dirección de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente (Minae), se diseñaron Acciones de Mitigación Nacionalmente Apropiadas (NAMA, por su sigla en inglés) para estas tres actividades.
En el caso del café, está previsto el uso de fertilizantes de lenta liberación, así como la práctica del análisis de suelo o foliar (hojas) para determinar cuánto químico realmente es necesario.
“Hay otras medidas, como el fomento de sistemas agroforestales y silvopastoriles que son bancos de captura de carbono y los cuales debemos aprovechar con un buen manejo”, explicó López.
Este esfuerzo gubernamental se complementa con estrategias de producción bajas en carbono que agricultores ya están poniendo en práctica en sus fincas.
Actuar en lo local. Un centenar de productores agrícolas compartieron conocimiento en el marco de un proyecto de desarrollo de capacidades para idear 10 técnicas que les permitieran reducir las emisiones de GEI en sus fincas.
“El objetivo fue introducir tecnologías bajas en carbono y bajo costo para disminuir el uso de plaguicidas y fertilizantes nitrogenados para así mitigar emisiones y adaptarse mejor al cambio climático”, explicó Marianella Feoli, de Fundecooperación, organización que junto al Instituto Nacional de Innovación y Transferencia Agropecuaria (INTA) y la Asociación Coordinadora Indígena y Campesina (Acicafoc) ejecutó el proyecto. Este contó con financiamiento del Reino de los Países Bajos.
Echando mano a insumos presentes en las mismas fincas, los agricultores generaron sus propios fertilizantes para mejorar la calidad del suelo.
Por ejemplo, utilizar agua de arroz lavado, leche fresca y azúcar para elaborar una sustancia que sirva como mejorador de compost (abono orgánico). Esta técnica se conoce como LACE.
“Muchos han pasado a la agricultura orgánica, mientras otros a una agricultura sostenible donde, aunque siguen usando químicos, redujeron la cantidad de fertilizantes nitrogenados”, dijo Feoli.