
Por más de una década, Costa Rica brilló como un referente turístico en Centroamérica. Su oferta basada en sostenibilidad, biodiversidad y estabilidad política la colocaba como destino predilecto, muy por encima de países vecinos que apenas empezaban a despuntar en la industria.
Hoy, esa ventaja se diluye y con velocidad, según lo evidencian cifras del mismo sector.
El Salvador, Guatemala, Panamá y República Dominicana superaron a Costa Rica en crecimiento de visitantes internacionales en 2024. Incluso Belice, con menor proyección histórica, aparece mejor posicionado.
En 2019, Costa Rica recibió 3,1 millones de visitantes internacionales. Superaba cómodamente a países como Jamaica (2,7 millones), El Salvador, Guatemala y Panamá (todos con 1,8 millones), de acuerdo con la Organización Mundial del Turismo (OMT) de Naciones Unidas.
Pero al cierre del 2024, las cifras pintaron otro panorama: El Salvador alcanzó los 3,2 millones de turistas; Guatemala, 2,3 millones; Panamá, 2,1 millones; y Costa Rica igualó con Jamaica con 2,9 millones.
Además, el año pasado nuestro país tuvo una caída acumulada del 7% en visitación con respecto al 2019, indican datos de la OMT.
Hasta ese año, Costa Rica se había mantenido por más de una década por encima de esas naciones, e incluso de otras en el Caribe, tal y como también se aprecia en la estadística.
El pasado 12 de marzo, en conferencia de prensa, el ministro de Turismo, Wílliam Rodríguez, atribuyó la baja en la llegada de visitantes a una reducción de asientos por parte de aerolíneas europeas y estadounidenses.
También mencionó las elecciones presidenciales en Estados Unidos, realizadas en noviembre del 2024, como otra posible causa de la disminución de vacacionistas de ese país registrada entre setiembre y octubre del año pasado.
Sin embargo, la historia que cuentan los datos ilustra que la situación parece obedecer a circunstancias más allá de la reducción de vuelos o el calendario político de otro país, pues otras naciones del Istmo sí captaron más turistas, aunque enfrentaron similar contexto.
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Destino cada vez más caro
Aunque las aerolíneas redujeran su oferta de asientos hacia el país, como señaló el ministro Rodríguez, el desempeño inferior de Costa Rica frente a sus vecinos podría estar más relacionado con un aspecto destacado en la última edición del Barómetro del Turismo Mundial.
Como parte de esa publicación, la OMT realiza un sondeo entre un panel de expertos de la industria. En la edición de enero, una de las preguntas para el 2025 fue: “¿Cuáles son los principales retos que afrontará el turismo internacional en 2025?”.
La respuesta mayoritaria, con 58% de las menciones, fue: “Altos costos de transporte y alojamiento”, un tema vinculado tanto a las aerolíneas como a los destinos donde se presta el servicio.
Costa Rica, precisamente, afronta en la actualidad un encarecimiento del transporte y el alojamiento. Cámaras y empresarios admiten que los precios para el vacacionista se han disparado en los últimos años, y consideran que ese factor explica su alejamiento.
Aunque los servicios turísticos se cobran en dólares, la apreciación del colón frente a esa moneda ha obligado a hoteles, operadores y empresas del sector a ajustar sus tarifas al alza. De no hacerlo, sus ingresos en moneda local se desplomarían.
Veamos un ejemplo: Un proveedor que cobraba en el 2022 $100 por un servicio percibía el equivalente a ¢69.500; si mantuviera hoy esa misma tarifa en dólares recibiría ¢51.200, debido al tipo de cambio, lo cual representa una pérdida de ¢18.300 (27%) respecto a hace tres años.
Esta brecha no es teórica: se refleja en lo que el visitante paga por hospedarse y desplazarse dentro del país. Y en un mercado donde la competencia es feroz, tal encarecimiento se vuelve un desincentivo.
Por ello, el retroceso no parece ser un asunto coyuntural ni culpa de terceros (las aerolíneas). Parece un problema estructural.
Fernando Naranjo, economista y exministro de Hacienda, lo resumió en lenguaje llano: “Costa Rica se volvió un destino excesivamente caro”. “Efectivamente, ese tema ha impactado con fuerza muchos productos de exportación nacionales, incluido el turismo”, indicó.
Naranjo, actual presidente de la firma Consejeros Económicos y Financieros S. A. (Cefsa), agregó que otro factor clave es la creciente inseguridad y la imagen del país vinculada al narcotráfico.
“Eso ya empieza a impactarnos de manera significativa. Para mí, esos son los dos factores principales”, concluyó.
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Silencio oficial, advertencia empresarial
La Nación consultó al Instituto Costarricense de Turismo (ICT) sobre las acciones previstas para recuperar el terreno perdido.
También se preguntó si la reducción de asientos aéreos justifica realmente el rezago frente a vecinos que, en iguales condiciones, mostraron mejor desempeño. La entidad no respondió al cierre de edición de esa información.
En contraste, el sector privado brindó su propia reflexión y sus recomendaciones.
Shirley Calvo, directora ejecutiva de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), reconoció que el repunte de los países vecinos exige autocrítica.
“No se trata de alarmismo, sino de realismo constructivo. Costa Rica no ha perdido su atractivo, pero sí debe reaccionar con prontitud para evitar rezagos estructurales”, afirmó.
Calvo advirtió que la competitividad no se sostiene con la reputación del pasado.
La oferta turística sigue siendo sólida, recalcó, pero insistió en que se requieren también políticas públicas ágiles, conectividad en aérea estratégica, inversión en promoción y condiciones atractivas tanto para el turista como para el empresario.
Además, citó factores que obstaculizan la recuperación: costos operativos en aumento, inseguridad, rigidez regulatoria y una competencia regional que ha sabido combinar promoción agresiva con mejoras en infraestructura y seguridad.
Según la empresaria, Costa Rica no necesitaría reinventarse, pero sí reposicionarse porque considera que el país aún goza de reconocimiento mundial como destino verde y auténtico, pero sostuvo que en la dinámica actual del turismo global la buena fama ya no basta.