Con el anuncio de que investigadores de la Universidad Nacional (UNA) recién lograron reproducir corvina reina en cautiverio se da una oportunidad para que, a futuro, pescadores del golfo de Nicoya puedan emprender proyectos de maricultura.
El plan les permitirá generar ingresos y bajaría la presión de pesca sobre las poblaciones silvestres.
Al menos esa es la meta que persiguen los investigadores del Laboratorio de Cultivo y Reproducción de Peces Marinos, el cual pertenece a la estación biológica Juan Bertoglia Richards, de la UNA.
“La idea es poderles pasar este conocimiento a los pescadores”, comentó el biólogo e investigador Marvin Ramírez.
Primer paso. Dada la experiencia adquirida con el cultivo de pargo –un proyecto concluido–, los investigadores iniciaron un estudio para reproducir corvina aguada ( Cynoscion squamipinnis ) y corvina reina ( Cynoscion albus ).
Pescadores de isla Chira colaboraron al capturar y donar ocho corvinas reina –tanto hembras como machos–, que se convirtieron en los peces reproductores.
Por más de dos años se cuidaron hasta que estuvieran listos para inducirles el desove.
Para ello, se les inyectó una hormona conocida como gonadotrofina coriónica humana, que es de uso veterinario. En un periodo de 48 horas, se logró fecundar un millón de huevos.
Estos ya están en fase de larva, las cuales se crían en los tanques del laboratorio donde se controlan parámetros como salinidad, temperatura y alimentación.
“A partir de la fecundación, lo que queremos es estudiar el ciclo de vida de la especie, ver cuánto crece en un año y qué talla alcanzará al madurar”, comentó Ramírez.
Esta etapa de laboratorio podría tardar dos años y luego vendría la fase de campo.
“La idea sería poner una jaula en el área de pesca en isla Chira para ver cómo crecen y poder hacer los estudios pertinentes para idear un proyecto de maricultura”, manifestó el biólogo.
Una vez finalizadas estas pruebas de campo, la etapa siguiente sería el cómo escalar lo logrado en laboratorio para producir suficientes larvas con el fin de que el proyecto sea económicamente viable para los pescadores.
Impacto. El golfo de Nicoya resguarda cuatro especies de corvina (aguada, coliamarilla, picuda y reina) que representan más del 30% de la captura total.
Una corvina reina puede llegar a medir 1,5 metros de largo y pesar unos 20 kilos. Se cotiza bien en el mercado: un filete se vende a unos $15 (¢7.500).
“Eso la hace una de las especies más impactada por las pesquerías”, manifestó el investigador.
Debido a la presión pesquera, las tallas para desovar pasaron de 70 cm a 50 cm. “Al ser peces más pequeños, los huevos son de menor calidad. No es igual una corvina grande que una pequeña que tuvo que empezar a desovar debido al impacto”, explicó Ramírez.
Un proyecto de maricultura podría ayudar a disminuir la presión sobre las poblaciones silvestres para que estas se recuperen. “Por eso es importante que esta información termine en manos de los pescadores quienes son los que más la necesitan”, manifestó el biólogo.
Los investigadores no descartan realizar liberaciones de peces en el golfo para ayudar a la recuperación, previos estudios. “Incluso, se podrían marcar con microchip y realizar análisis a partir de captura y recaptura”, dijo Ramírez.