Unas pocas paredes es lo que queda de la casa de Amando Céspedes Marín, benemérito de la patria y conocido como el padre de la radio costarricense.
La que fuera su vivienda, en el centro de Heredia, fue derribada con autorización del ayuntamiento a solicitud del actual propietario, una sociedad llamada Los Sueños De Mi Abuela S. A.
Ante consultas de La Nación, el gobierno local dijo que no podía indicar el nombre ni ningún otro dato del solicitante, pero aclaró que se trata de un individuo “ajeno” a los dueños iniciales del inmueble.
La vivienda tenía una placa que había colocado la Cámara Nacional de Radio (Canara) el 1.° de agosto de 1975, con la frase “En esta casa nació en 1922 la radio en Costa Rica”.
Era una estructura de madera ubicada en avenida 8, entre calle central y primera. De hecho, esa avenida fue bautizada con el nombre de Amando Céspedes cuando fue declarado benemérito, en 1981.
Aunque la casa tenía un alto valor histórico y cultural, nunca fue declarada patrimonio, por lo que existía la posibilidad de que fuera destruida en cualquier momento.
“En una propiedad privada donde no hay una anotación registral que indique que hay una prohibición para que el edificio se demuela”, declaró Ángela Aguilar, vicealcaldesa de Heredia.
La funcionaria afirmó que la solicitud de demolición se tramitó desde mayo con total normalidad porque la casa no tenía ningún tipo de gravamen.
De acuerdo con el ingeniero municipal Pablo Córdoba, el aval para demoler se dio el 19 de mayo y ese mismo día los interesados cancelaron el impuesto de construcción para que obtuviera una licencia municipal.
Un equipo de La Nación logró constatar este martes que ya no queda casi nada de la estructura, solo unas cuantas paredes y tablas en mal estado.
“Preliminarmente, hay un trámite por ingresar para la etapa de construcción de nueva obra, pero aún no se ha aprobado ningún permiso, solo podemos confirmar que hay un proceso en cola”, agregó el ingeniero.
‘Un benemeritazgo olvidado’
El 9 de marzo de 1980, La Nación publicó una semblanza de Amando Céspedes Marín titulada “Un beremitazgo olvidado”.
Él nació en 1881, en San José, vivió un tiempo en Limón y luego regresó a la ciudad para cursar la secundaria en el Liceo de Costa Rica. Después se trasladó a los Estados Unidos, en donde estudió fotografía y aprendió a hablar inglés.
Fue el primer camarógrafo del país, realizó noticieros para el cine Variedades y filmó la estrepitosa caída del piloto francés Tercé, primer aviador que llegó a suelo tico.
También incursionó en el periodismo escrito y fundó el Filatélico comercial, un periódico de estampillas que anduvo por todo el mundo y que le sirvió para canjear los más extraños sellos postales.
Durante 25 años mantuvo la Revista Zenith, bajo el amparo de un amigo norteamericano. Y cuando le faltó el apoyo económico, cambió el nombre a Cenit, la cual mantuvo hasta su muerte en 1976.
El haber creado la primera emisora de radio en el país lo convirtió en pionero de otro nuevo campo. Por medio de su invento, nuestra patria fue conocida en todos los rincones del mundo.
Miles de cartas eran la respuesta de la sintonía que tenía su estación radiofónica. La N.R.H. (Norte-Radio-Heredia) fue la quinta emisora en la jerarquía histórica mundial.
El milagro de la radiodifusora que con cinco vatios de potencia y banda de 31 metros se captaba en toda la Tierra, solo es explicada por la tenacidad que caracterizaba a su inventor.
Una prueba de que la señal llegó al polo sur, fue el episodio cuando su descubridor, el almirante Byrd, llegó a ese lugar, y le tocó a Céspedes Marín comunicar la noticia a todo el mundo.
Con este invento, su nombre se colocó a la par de los grandes personajes mundiales de la radiodifusión y por ello fue llamado el segundo Marconi.
Además, instaló el primer control remoto en el país, con el cual se podían escuchar con más precisión sus transmisiones. Y más de 800 radiorreceptores los construyó con sus propias manos.
Reconocimientos
“En Costa Rica no se ha aquilatado el verdadero valor de mi padre. Prácticamente las nuevas generaciones desconocen toda su obra”, dijo a La Nación su hija Lydilia Céspedes, hace más de 40 años.
Céspedes Marín fue propuesto para el premio Nobel de la Paz en 1971; se le conoció como el “Abuelito de América” y como un inventor destacado de ese siglo.
Se le rindieron muchos homenajes en el país durante su vida, pero no alcanzan a los otorgados por los extranjeros.
Poco tiempo después de su muerte, la Municipalidad de Heredia y la Asociación de Técnicos en Radio y Televisión presentaron el proyecto ante la Asamblea Legislativa para declararlo benemérito de la patria.
Actualmente, el Premio Nacional de Artes Audiovisuales lleva su nombre, por ser pionero del cine documental costarricense a principios del siglo XX, gracias a su noticiero cinematográfico Céspedes Journal.
La vicealcaldesa de Heredia manifestó que uno de los hijos del benemérito ofreció donar diferentes artículos de su padre para que sean utilizados en un museo que estará en el Centro Cultural Omar Dengo.
Sin embargo, su legado se recuerda en las calles florenses sin necesidad de un espacio físico, ya que su historia quedó marcada en el corazón de miles de ticos.