A diferencia de la niñez, durante la adolescencia el crecimiento físico y neuronal de las personas no ocurre de manera uniforme.
Esto convierte el proceso de adaptación en todo un reto para los jóvenes, explicó Marco Díaz, psiquiatra a cargo del Programa Integral de Atención del Adolescente (PAIA), de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
“La maduración de las estructuras posteriores ocurre después de otras partes del cerebro; ahí es donde se regulan las funciones ejecutivas como el autocontrol y la comprensión de las consecuencias de los actos”, explicó Díaz.
Por ello, con frecuencia los jóvenes tienen una mayor dificultad en controlar sus impulsos, emociones y en sopesar los resultados de sus acciones.
“En Estados Unidos, la Corte Suprema de Justicia eliminó la pena de muerte de los adolescentes a raíz de los hallazgos que ya se han logrado registrar mediante resonancias magnéticas”, añadió Diaz, de la CCSS.
La estructura cerebral donde se ubica el centro de placer y recompensa, alcanza la plenitud de manera temprana.
La combinación de ambos elementos ayuda a explicar por qué es más común que la adolescencia se vincule con más conductas de riesgo que traen placer inmediato, sin un reconocimiento de los resultados a mediano o largo plazo.
Los jóvenes también son más susceptibles ante adicciones a drogas lícitas e ilícitas.
Algunos estudios sugieren que el cerebro adolescente es más vulnerable ante la ansiedad social y ante lo que ocurre en su ambiente, creando una mayor susceptibilidad a los trastornos mentales.
Para el experto, estos avances en la neurociencia deberían utilizarse, no para demeritar a los jóvenes ni descalificar sus frustraciones, sino para comprender los motivos detrás de sus comportamientos y poder apoyarlos de manera adecuada.
Además, al estar en una etapa de tantos cambios, el cerebro de los jóvenes tiene una mayor capacidad de reaccionar ante los refuerzos positivos y, por ende, un gran potencial de desarrollo, exponen los expertos.