Ciudad Quesada. Luego de vivir un infierno al cruzar el Tapón del Darién, en Panamá y recorrer la mayor parte del territorio costarricense con una enfermedad diarreica, el paciente que atendió la doctora Jeimmy Maroto en Hospital San Carlos (HSC), en Ciudad Quesada, llegó en una condición crítica, con un shock séptico y deshidratación severa que amenazaron seriamente su vida.
Cuando estuvo en condiciones de conversar, los médicos descubrieron que el migrante venezolano aguantó lo más que pudo antes de acudir al servicio de urgencias, pues temía ser rechazado, recibir un mal trato o que le cobraran la consulta.
Casos como ese se han vuelto cada vez más frecuentes en dicho centro médico de la zona norte del país, en el contexto de la crisis migratoria en la que miles de emigrantes —en su mayoría venezolanos— emprenden un largo y peligroso camino hacia Estados Unidos.
Costa Rica es solo una de las estaciones del viacrucis. No es ni por asomo la más complicada, pero sí representa un momento crítico para los migrantes, quienes llegan al país fatigados luego de atravesar la selva en las condiciones más precarias. En ese trayecto, es común que sufran heridas, que contraigan virus y que se deshidraten por la falta de agua y la imposibilidad de asearse adecuadamente.
“¿Qué nos hemos topado? Deshidrataciones, lesiones en los pies, quemaduras, personas con días sin comer adecuadamente, fuertes diarreas por la falta de higiene o el tipo de agua que tienen que consumir, es lo que más nos han consultado”, reseñó David Picado Luna, coordinador de proyectos de la Cruz Roja.
La familia de Yandreili Hernández experimentó dichas complicaciones de salud a su paso por el Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, y fue hasta llegar a Costa Rica que recibieron ayuda y atención médica.
“Hemos tenido diarreas, fiebres, cansancio. Sí nos han ayudado aquí, nos han dado los medicamentos para la fiebre, para la diarrea, para el malestar que nos ha dado”, declaró la mujer venezolana, quien viaja con su esposo, sus tres hijos y su sobrina.
Ana Yancy Rojas, trabajadora social del Hospital San Carlos, ubicado en Ciudad Quesada, explicó que el viaje también deteriora seriamente la salud mental de los pacientes.
“Es una situación muy particular porque ellos vienen con experiencias distintas de otros países, entonces muchas veces sienten temor de hablar, temor de brindar información, porque han tenido experiencias traumáticas que les han hecho un poco reservados”, afirmó la funcionaria.
Edgar Carrillo, director de ese centro médico, dijo que no tienen cuantificada la cantidad de migrantes que han recibido en los últimos meses, pues no existen parámetros adecuados para registrar tales servicios. Lo único que se sabe es que a lo largo del 2021 se atendieron 1.121 urgencias de extranjeros en situación de pobreza, pero esa cifra incluye también a otros tipos de pacientes, no necesariamente foráneos de solo van de paso rumbo a EE. UU.
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Servicio humanitario
La doctora Jeimmy Maroto, quien es médica general en el Hospital San Carlos, detalló que la atención de las urgencias nunca se niega, independientemente de la nacionalidad y la condición migratoria de la persona. Además, el personal sabe que para muchos viajeros, esa será la única oportunidad de atención médica que tendrán durante la travesía.
Entonces, por ejemplo, se han visto mujeres venezolanas con fuertes alteraciones del ciclo menstrual causadas por implantes anticonceptivos.
“No es una emergencia como tal, pero es una persona que ya ha pasado todo un mes en ese trayecto, caminando, durmiendo mal, viendo cómo se compra las toallas sanitarias, y en emergencias decimos: ‘No, hay que solucionarlo, porque no es posible que se le niegue esa atención humanitaria a una persona’”, relató la médica.
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En muchos otros casos, se atienden crisis de salud que no pueden esperar. Por ejemplo, al HSC le tocó amputarle la pierna a un adulto mayor de 72 años, quien contrajo una bacteria en el Darién. También han llegado embarazadas en labor de parto.
Estas situaciones, explicó Rojas, son muy delicadas, pues el personal procura orientar y atender de la mejor forma a las mamás y a sus bebés, pero casi siempre ellas deciden seguir el viaje.
Fue el caso de una paciente que dio a luz en Ciudad Quesada, quien optó por quedarse dos semanas en un hotel con su recién nacido y después retomó el trayecto. Otra mujer llegó al hospital con su bebé de nueves meses, entonces el personal se aseguró de que el pequeño recibiera todas las vacunas que correspondían a su edad, para que fuera mejor protegido durante el viaje.
El hospital tiene clara su política de no negarle la atención a nadie, lo que no está definido es cómo cubrirá la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) el costo de estos servicios, los cuales no se les cobran a los beneficiarios. Karina Vindas, jefa del Subárea de Validación y Facturación de Servicios Médicos del Hospital San Carlos, afirmó que las facturas de este tipo de atenciones se preparan, pero se dejan custodiadas, hasta que la sede central de la institución les indique cómo proceder.
Insumos para el resto del viaje
El trabajo más fuerte de la Cruz Roja en la atención de los viajeros ocurre en las fronteras. En el sur se identifica cuáles de las personas que ingresan requieren algún tipo de curación, medicamento o internamiento. En estos casos, se realiza el traslado.
En la zona norte por su parte, el enfoque es brindarles insumos que les ayuden durante el tránsito. David Picado Luna, el coordinador de proyectos de la benemérita explicó que se instalan toldos móviles cerca de los puestos fronterizos y otros puntos de alto tránsito, desde los cuales distribuyen kits con artículos de higiene y alimentos no preparados.
“En Nicaragua, de parte nuestra (la Cruz Roja), ellos por temas internos del país no pueden dar esta asistencia tan abierta como la hacemos aquí, entonces nosotros tratamos de que cuando crucen la frontera, puedan tener algunos insumos que les permitan ayudarse en ese viaje”, explicó el vocero.
En coordinación con el HSC, ahora se les brindará también suero hidratante y existe un plan para entregarles a los niños materiales didácticos y libros para colorear, que les ayuden a distraerse.
La Cruz Roja está a la espera de que los donantes internacionales confirmen si ayudarán a financiar otro proyecto que ampliaría la disponibilidad de kits con insumos necesarios, como cepillos de dientes, papel higiénico, desodorantes, toallas sanitarias, rasuradoras, frutas, agua y barras energéticas.