La campaña electoral comenzará de manera oficial este miércoles con una ventaja momentánea que todas las encuestas publicadas acreditan al candidato Johnny Araya, candidato del Partido Liberación Nacional (PLN).
Las encuestas, sin embargo, también muestran otro dato que, en principio, no tendría nada que ver con la campaña electoral, pero solo en principio.
Se trata de la impopularidad sin precedentes del gobierno de Laura Chinchilla , quien llegó al poder por el PLN, el mayor partido del país.
La última encuesta de Unimer revela que el Gobierno se mantiene hundido en el desprestigio a cinco meses las elecciones. Este es uno de los factores que abonan a la inestabilidad del terreno político actual.
Aunque no es un factor determinante, la experiencia de elecciones anteriores en Costa Rica y en América Latina indica que suele coincidir una buena popularidad del Gobierno con el éxito del candidato oficialista en los comicios.
Así lo explicó el politólogo Daniel Zovatto, director regional del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), refiriéndose al tema en términos generales.
“Si una buena popularidad contribuye a aumentar posibilidades de triunfo del oficialismo, se pregunta uno si la baja popularidad contribuye a disminuir esas posibilidades. Pareciera que sí”.
Así ocurrió en elecciones presidenciales recientes en Ecuador, Guatemala, El Salvador y Panamá. En cambio, Brasil, Colombia, República Dominicana y Venezuela son ejemplo de la continuidad del oficialismo en contexto de popularidad para el Gobierno saliente.
“Hay, sin embargo, elementos particulares de cada país. En Chile, por ejemplo, Bachelet tenía buena imagen, pero la Concertación (coalición socialista) llevaba 20 años en el poder”, advirtió Zovatto.
Otro factor influyente es la existencia o no de otras opciones fuertes, alternas al oficialismo. Esta es una de las ventajas del oficialismo después del fracaso del intento de coalición opositora para esta campaña, pues ningún aspirante tiene hasta ahora ni la mitad de la intención de voto que recoge Araya.
La defensa preventiva. Estas mismas encuestas recientes son el argumento de Johnny Araya para rechazar vínculo alguno entre el apoyo a su candidatura y la percepción popular sobre este gobierno.
“Es evidente que la gente está haciendo la diferencia. Critican al Gobierno, pero me ponen a mí como el favorito. Ahora la gente ve más el candidato que el Partido”, argumentó el candidato presidencial. Él ha criticado a este gobierno en temas concretos como la concesión de la vía San José-San Ramón y en general por priorizar lo económico sobre lo social, según él.
También está enfrentado con los hermanos Arias, que estuvieron en el Gobierno del 2006 al 2010 y son críticos de Chinchilla.
La batalla publicitaria, sin embargo, está pendiente y, aunque las encuestas no muestran un contendor claro que amenace aún la ventaja de Araya, dos candidatos aseguraron que no dejarán de subrayar el vínculo liberacionista entre esta administración y Araya.
Los ataques venideros. Al menos así lo anunciaron José María Villalta, del Frente Amplio, y Luis Guillermo Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC).
“Lleva 22 años siendo alcalde por el PLN y nunca ha criticado las políticas que tienen a este país hecho leña”, dijo Villalta.
“Aunque no será el centro de mi campaña, es claro que será uno de los elementos. El candidato y el Gobierno son parte de lo mismo; solo un marciano se creería que no”, dijo Solís, candidato del PAC.
Aunque esta crítica ya la han manifestado de manera reiterada, igual la mayoría de personas decididas a votar favorecen al liberacionista; así mostró Unimer con encuestas del 6 al 12 de setiembre.
En ese mismo estudio se determinó que solo 5% de los electores ven “buena” o “muy buena” la gestión de Chinchilla, mientras los críticos son un 67%, una cifra récord si se juntan el gobierno de Abel Pacheco, Óscar Arias y el actual.
Este factor influye en una caída sin precedentes en el índice de confianza, una medición que incluye calificación del Gobierno, percepción de corrupción, eficiencia del gasto, capacidad de resolver problemas y si gobierna para todos.
El índice está en 0,726 en una escala de 0 a 5. A cinco meses de las elecciones el gobierno de Óscar Arias estaba en 2,3, con Chinchilla como candidata oficialista haciendo alarde del gobierno suyo.
¿Usará Johnny Araya en su campaña alguna referencia a este gobierno? Su jefe de campaña, Antonio Álvarez Desanti casi lo descarta: “Vamos a hacer una campaña centrada en el futuro, en lo que haremos, no viendo al pasado”.
Para él, este gobierno es el pasado, como lo es la alternancia del poder entre partidos. La posibilidad de tres cuatrienios en manos verdiblancas no la ve mal. “Eso ya no es tema en una campaña. Cada campaña tiene lo suyo”, contestó.
Para Araya, el pasado sí importa. Por eso presenta como una virtud sus 20 años de trayectoria política como alcalde capitalino, siempre dentro del PLN. “La gente valora mi experiencia y el liderazgo que he construido”, insistió Araya, cuyo logo de campaña usa el color verde, pero mezclado con muchos colores más, para mostrar diversidad.
Araya es el candidato más conocido. Las razones de los encuestados que lo conocen son: haber sido alcalde (52%), ser ahora aspirante (10%), porque “ha hecho cosas buenas en San José” (9%), por ser “el candidato del PLN (4%)”.