Mientras unos lloraban por la fuerte sentencia de 52 años de cárcel que dictó ayer el Tribunal de Juicio de Goicoechea contra el pastor Rafael Ángel García Cordero, otros aplaudían y le daban gracias a Dios por el fallo.
Los jueces encontraron al acusado autor responsable del delito de homicidio calificado en perjuicio de Carlos Benavides Mora. También lo responsabilizaron por un robo agravado y siete privaciones de libertad, ocurridos el 7 de febrero del año anterior.
El fallo fue leído a las 10:45 a. m., en una sala abarrotada de público, entre el que destacaban los familiares de García, quien -durante el debate- alegó que participó en el crimen pues era un "mandato divino".
Los hechos juzgados ocurrieron en una vivienda de Curridabat, San José, cuando el imputado retuvo a siete conocidos para ejecutar el crimen, el cual llevó a cabo con un arma de fuego que robó de una empresa de seguridad privada.
Dentro de la casa amarró e hincó a la víctima para dispararle en la espalda, pero como sobrevivió le propinó otro balazo en la cabeza.
García narró en su declaración que sí le disparó en la espalda a Benavides porque así lo decidió Dios y, además, se lo solicitó la propia víctima. Empero, negó que el balazo de la cabeza lo hizo él e inculpó al pastor Juan Antonio Wong.
Este último se refirió después de la condena a los hechos e indicó que García "solo quiso desprestigiar el mandato de Dios" y que un sentimiento de venganza lo motivó a matar. Además, negó los cargos que le atribuyó el acusado.
La pena de 52 años impuesta por el tribunal se desglosó de la siguiente manera: por el homicidio calificado 30 años, por el robo agravado cinco y por las siete privaciones 17.
Según indicaron los jueces, la condena fue fuerte debido a que valoraron la forma fría y calculada en que García llevó a cabo el crimen.
El acusado comentó que lo sentenciaron por decir la verdad, pero que prefería estar en prisión que una eternidad en el infierno.