Los últimos meses han sido dolorosos y retadores para José Vargas Arrieta, un adulto mayor que dedica su vida a cuidar y alimentar a los gatos abandonados de San José y del Mercado Borbón. Don Gato, como lo conocen en la capital, todavía no termina de recuperarse de un accidente que lo dejó con fracturas en la clavícula y en 11 costillas y ahora enfrenta el desafío de encontrar un nuevo lugar donde vivir.
El tema se complica cuando su nueva casa debe cumplir con dos características esenciales: que esté en San José y que sea un espacio cerrado en el que le permitan vivir con 30 gatos adultos mayores a los que cuida mientras aparecen adoptantes.
Es consciente de que lo que requiere no es nada sencillo, sin embargo, espera que “un milagro sea posible” porque de esa manera podrá continuar alimentando a los más de 100 felinos abandonados por los que vela en el Mercado Borbón y en los alrededores josefinos.
En menos de un mes, este señor de 66 años deberá abandonar el lugar en el que ha vivido los últimos 18 años, ubicado al norte del antiguo cine Líbano, en la capital.
La edificación fue vendida y el plan de los nuevos dueños es demoler para levantar otro edificio, por ello, don Gato ya no puede quedarse allí. Si bien contó con tres meses para encontrar un nuevo lugar, el tiempo se agota y en abril deberá irse.
“Tengo 30 gatos adultos mayores y nadie me alquila así, son viejitos, sin dientes. No los puedo abandonar, son una población invisible. En estos 15 años alimentando a los gatos de San José encontré una problemática y es que los gatos mayores no pueden defenderse, ni cazar, ni sobrevivir, los cuido a ellos y además alimento a los gatos del Mercado Borbón y alrededores”, comentó don José, un hombre de voz serena y mirada amable.
Su mayor preocupación es no encontrar un lugar en San José para alquilar, pues ya no podría seguir ayudando a todos los escurridizos felinos que cuando llega la noche se asoman entre el bullicio de la ciudad y del mercado a la espera de Don Gato, el señor que los acostumbró a tener comida todas las noches.
Don José “busca apelar al corazón” de las personas que, como él, aman a los gatos, por eso es enfático de que la ayuda no la solicita para él, sino para ellos.
“No pido que se me regale nada, no pido que me mantengan, porque quien se metió en esto fui yo, yo trabajo y si no tengo trabajo salgo a buscarlo. Me gustaría encontrar un lugar y cumplir ese sueño de estar tranquilo con ellos y salir a velar por los demás”, musitó.
A este protector de los animales le comentaron que en el campo es más sencillo que lo acepten con todos los gatos, incluso le mencionaron Monteverde, cantón puntarenense que se ubica a casi 150 kilómetros de San José y que en vehículo toma más de tres horas llegar.
Él no tiene carro, solamente una bicimoto que está parqueada en una sede del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi), porque luego del accidente que le provocó todas las fracturas, se la llevaron mientras lo trasladaban de emergencia al hospital.
Ahora, dice, le cobran una multa de ¢70.000 para recuperarla; no obstante, ni siquiera con este medio de transporte podría ir y venir todos los días para alimentar a los gatitos.
“La idea es conseguir algo aquí, o si no tendré que elegir entre los que tengo o los de la calle, y ellos me esperan. Es duro para mí. Yo espero un milagro más. Ya ellos son un milagro en mi vida, por ellos he aprendido a perdonar, a guardar silencio ante ciertas injusticias y a no guardar rencores. Han sido parte importante en mi vida. Son mi compañía. Para mí son mi vida, vivo para ellos”, confió Vargas.
En su edad de oro, don José continúa laborando como trabajador independiente, es electromecánico industrial y todos los días compra 10 kilos de alimento para llevarle la comida a los animalitos que viven en lotes baldíos, en techos o en rincones del Borbón.
Su realidad lo hace buscar un lugar para vivir que sea accesible de precio, insiste en que no importa qué tan modesto sea el sitio siempre y cuando pueda tener a los gatos viejitos seguros.
“En primera instancia lo que necesito es alquilar una casita, no me importa lo humilde que sea. Busco un lugar seguro para ellos, que no me les vayan a hacer daño. No puedo salirme de un presupuesto modesto”, comentó.
Si usted conoce de algún lugar al que don José pueda irse a vivir junto a los gatos o si cree poder apoyarlo de otra manera, puede comunicarse al 6083-2353.
Una vida dedicada a los pequeños felinos
José Vargas vive con sencillez porque su prioridad es ayudar a los gatos. Este señor es conocido en San José por su misión diaria de alimentar a felinos que, como muchos animales en abandono, sufren de indiferencia.
Cuando el sol se pone y empieza a oscurecer, no falta un trabajador o comerciante que salude a Don Gato y le avise que ya hay mininos esperándolo, de alguna manera aunque los animales no son de nadie, la responsabilidad se la delegan a él.
En una zona calificada como peligrosa y en la que habita la desesperanza, él se mueve llevando vida a seres que no tienen noción del desprendimiento de una persona a la que muchos ya han calificado de “loco”. Él más bien se considera sensible. Tampoco siente que es un acumulador, porque aunque vive con 30 gatos, está anuente a entregarlos a adoptantes que garanticen que les darán buena vida.
“Por mis manos imagínese la cantidad de gatos que han pasado, si fuera un acumulador tendría 500, yo los doy en adopción. Los que tengo, como le decía, están viejitos, sin posibilidades de sobrevivir solos, después de rescatarlos y ayudarlos, yo no podría devolverlos a la calle”, aclaró.
Don José apareció en las páginas de La Nación hace casi cuatro años. En el 2021 alzó la voz porque en el Borbón cerraron una gatera de la que él estaba a cargo, finalmente, la administración procedió con el cierre y Don Gato continúa velando por los animales que tras el abandono encontraron su hogar allí.
Actualmente, el señor cuenta con permiso 24/7 para ingresar al mercado para alimentar a los mininos y atender las emergencias que se presenten.