José Grajales Quirós se siente bendecido. Cada vez que ve los avances de su hijo José Manuel, de 19 años, se convence de que su decisión de dejar su trabajo para dedicarse por completo a él fue la más acertada. El proceso no ha sido fácil, admite, pero lo ha valido todo.
A partir del 2019, José Grajales, un chofer de autobús, asumió la custodia de José Manuel Grajales Jiménez, un joven con parálisis cerebral infantil, hemiparesia derecha y escoliosis. Desde entonces, viven juntos en Cuatro Reinas, de Tibás, y el padre se hace cargo de su hijo, con todo lo que implica.
Don José, hoy de 57 años, pensó en cómo podía mejorar la calidad de vida de José Manuel y su respuesta fue la educación. El señor considera que es necesario que el muchacho sea cada vez más independiente.
“Yo sé que si uno falta, cualquier persona puede cuidarlo, pero en ciertas cosas él tiene que ser independiente”, comentó.
Antes José Manuel acudía ocasionalmente a una escuela regular, no obstante, el padre lo reincorporó al sistema educativo al matricularlo en el Centro de Educación Especial la Pitahaya. En los últimos dos años, y luego del paso de la pandemia, don José ha visto una notable evolución en el joven: ya no necesita usar pañal, se baña solo, puede comer alimentos más sólidos y no solamente comida procesada y se comunica mediante una tablet.
“En el centro recibe atención especializada, porque están capacitados. Recibe terapias y no se siente discriminado, comparte con otros jóvenes y yo lo veo feliz y más activo”, agregó el padre.
Actualmente, y pese a la hemiparesia que limita la movilidad del hemisferio derecho de su cuerpo, José Manuel logra mantenerse de pie y además caminar. Además, dice el papá, en la escuela lo han impulsado para que lave trastes y trabaje con madera.
El joven asiste a clases de martes a jueves de 7 a. m. a 3 p. m., tiempo durante el cual, el padre permanece atento a lo que su hijo requiera, en un centro en el que lo usual es que las acompañantes de los alumnos sean las madres.
‘La gente me decía que era vago’
Dejar su trabajo como conductor de bus no fue sencillo para José Grajales, quien además de disfrutar su labor, estaba acostumbrado a la rutina. Sin embargo, reconoce que la situación ya era insostenible porque su vida estaba siendo frenética y siempre “andaba en carreras” para poder atender las responsabilidades de su hijo.
“Fue doloroso, me costó demasiado dejar mi trabajo, la gente decía que era vago, el cambio de toda la vida de dejar de trabajar me costó casi dos años, pero tenía que hacerlo porque aunque me esforzaba y en la noche llegaba a atenderlo y a cambiarlo, no estaba 100% para él, pagaba para que lo cuidaran entonces preferí dedicarme solo a mi hijo. No me arrepiento”, contó Grajales.
Han pasado tres años desde que don José renunció a su trabajo para estar por completo para su hijo y gracias a ello ha visto cambios enormes. Reconoce que justo en este momento hay más calma, pues José Manuel es cada vez más independiente. Para poder solventar los gastos y responsabilidades, este hombre recibe un subsidio mensual, pues debe apoyar a sus otros hijos.
“Me siento feliz, porque si a los hijos les va bien, uno se siente bien. Lo que él ha avanzado vale cada esfuerzo. Siento que ya ha evolucionado bastante, solo queda perfeccionar ciertas cositas. Ya agarra con la mano derecha con la que antes no podía, abre la refrigeradora y muchos otros avances grandísimos más”, detalló el papá, quien confía que en los tres años de clases que le quedan a su hijo, él evolucione mucho más.
Nuevas oportunidades
Giovanina Castro Dato, directora del Centro de Educación Especial la Pitahaya, reconoce el buen rendimiento de José Manuel y su constancia, además del acompañamiento que recibe el joven por parte de su padre, a quien considera muy responsable. Incluso, el papá se integró a la Junta de Educación.
“Al papá le gusta asistir con él, cuando hay constancia se ven avances”, expresó la docente.
Tras ver la evolución del alumno, la directora considera que eventualmente podría ser candidato para incorporarse a un servicio como el de Tercer y Cuarto Ciclo Diversificado Vocacional, pues reconoce sus habilidades, destrezas, características y el apoyo familiar.
“Donde hay retos mayores, se abren mayores puertas y se reta a que las destrezas se vean en competencia sana”, añadió la educadora.
El Coordinador de Permanencia Estudiantil del Ministerio de Educación Pública (MEP), Irving Fernández, considera que el derecho a la educación “es la clave para que las personas puedan aspirar a una mejor calidad de vida, principalmente para quienes día a día tienen que enfrentar mayores condiciones de vulnerabilidad”.