Andrea Alvarado, de 30 años, se levanta todos los días a las 3 a. m. para ir a pescar con su familia. Esa es su rutina desde hace más de una década para sobrevivir.
La mujer reside en Puntarenas y es parte de los 706.092 adultos mayores de 25 años que viven en zonas costeras o fronterizas y que no terminaron el colegio.
“Era eso o no tener qué comer. Pertenecemos a una familia de bajos recursos y todos tenemos que ayudar. No me podía dedicar solo a estudiar, así que decidí salirme del colegio. Llegué hasta octavo”, contó Alvarado.
Datos del Índice de Competitividad Nacional (ICN) revelan que el 79% de los pobladores de esas regiones no tienen secundaria completa. En el resto del país, el porcentaje de habitantes en esa situación es del 69% y, a nivel nacional, es del 72%.
Según el Ministerio de Educación Pública (MEP), actualmente en el país hay 2 millones de mayores de 18 años que no han concluido la secundaria. Los datos de la Encuesta Continua de Empleo del I Trimestre de 2023 indican que la población adulta en esa condición es de 2.197.627 personas.
No obstante, Andrés Fernández, economista del Consejo de Promoción de la Competitividad (CPC), indicó que esas cifras no toman en cuenta el hecho de que existe una alta sobreedad en el sistema educativo, y es común encontrar jóvenes de 18, 19 y 20 años en las aulas de los colegios.
“Para depurarlo un poco, nosotros, en el Índice de Competitividad Cantonal, definimos población adulta a las personas de 25 años o más, dado que luego de esa edad, es menos probable que alguien esté en camino de cursar y finalizar la educación secundaria”, dijo Fernández.
En ese contexto, en las zonas costeras viven un total de 894.799 personas mayores de 25 años, de las cuales 706.092 no terminaron el colegio.
Por ejemplo, en Abangares de Guanacaste hay 11.544 adultos, de los cuales 9.354 dejaron la secundaria sin completar. En esa misma provincia, pero en Bagaces, viven 14.480 personas que sobrepasan los 25 años, y solo 2.931 lograron terminar los estudios y de educación diversificada. Abangares y Bagaces están incluidos en el estudio como costeros por formar parte de una provincia costera, aunque estos cantones específicamente no tienen costa.
En el cantón de Limón hay 50.857 adultos, de los cuales 36.919 no tienen un título de secundaria. En Pococí viven 75.644 personas con más de 25 años y 61.754 de ellos tampoco terminaron los estudios del colegio.
Entretanto, en una zona fronteriza como Los Chiles, en Alajuela, habitan 21.838 personas con más de 25 años: 19.155 tienen la secundaria incompleta.
Adultos que no acabaron secundaria
Personas mayores de 25 años
FUENTE: Índice de Competitividad Cantonal (ICC) || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Algunas explicaciones del fenómeno
De acuerdo con Pablo Chaverri, académico e investigador del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (Cide-UNA), en 2019 se encontró que las zonas de menor desarrollo relativo de Costa Rica tenían notas promedio y niveles de aprobación al final de secundaria más bajos que el resto del país.
Es decir, el promedio de aprobación nacional fue del 66%, pero las regiones educativas fronterizas y costeras estuvieron por debajo de ese dato.
“Para indagar sobre los factores relacionados con estos resultados diferenciados, se relacionó el desempeño académico con el índice de desarrollo social (IDS) distrital, y se encontró una correlación positiva entre ambos, es decir, que a mayor IDS mejor desempeño en las pruebas. Esto sugiere que uno de los factores que está influyendo sobre el rendimiento es el desarrollo social de la zona en la que viven los estudiantes”, explicó Chaverri.
El académico mencionó que diferentes investigaciones revelaron que el estar una persona en pobreza impide una cognición óptima, ya que la preocupación propia de esta situación de carencia crea una carga mental que le impide a la persona emplear sus recursos cognitivos apropiadamente y resolver problemas de razonamiento de manera correcta.
En una investigación de la UNA con niños preescolares, se señala que la capacidad de postergar recompensas es menor en quienes tienen una condición socioeconómica baja, mientras que es mayor en niños de estatus alto.
“Con mucha frecuencia la gente suele decir que ‘el que quiere puede’ y que a quien le va mal en la educación es simplemente por ‘no ponerle suficientes ganas’, pero esa creencia popular no encuentra sustento en la evidencia científica”, aseveró Chaverri.
El experto insistió en que si se quieren jóvenes con mayor rendimiento al final de la secundaria, el país debe invertir en programas de atención preescolar integral de alta calidad, tanto a nivel Institucional como familiar.
“La buena noticia es que hoy contamos con estudios de nuestra propia región que muestran que, cuando los niños de estratos socioeconómicos bajos participan en programas de estimulación psicosocial temprana, logran resultados educativos y socioeconómicos muy superiores a los de sus pares que no recibieron estos programas”, afirmó el académico.
El MEP ofrece distintas opciones para que los costarricenses rezagados puedan terminar sus estudios en primaria y secundaria. La primera alternativa es la educación abierta, donde los participantes pueden concluir la etapa escolar o colegial.
También existe la modalidad de Cindea-Ipec y otra opción es el Colegio Nacional de Educación a Distancia (Coned). Una cuarta vía la ofrecen los colegios académicos nocturnos, para aquellos que deseen terminar la secundaria.