Tras el incidente ocurrido el 19 de febrero frente a la Escuela Silvestre Grant, en El Cairo de Siquirres, Limón, los orientadores resaltaron la importancia de abordar con franqueza a los menores la realidad del país.
Los perpetradores de actos violentos no distinguen si están cerca de un centro educativo o si los niños están de camino a sus hogares, por lo que es fundamental proporcionarles información clara y precisa sobre la situación actual, recordaron los especialistas.
De acuerdo con Pablo Sibaja, representante del Colegio de Profesionales en Orientación, en muchas ocasiones los padres ocultan información a sus hijos con la intención de protegerlos, pero esto puede exponerlos aún más al no darles información sobre cómo reaccionar ante actos de violencia.
“A los menores de edad hay que hablarles con total claridad. No podemos ocultarles una realidad que está presente. Debemos dejarles claro el grado de peligro, sin generar alarma, pero de manera razonable”, explicó Sibaja.
El orientador, además, enfatizó en la importancia de que los docentes implementen planes de evacuación y realicen simulacros para enseñar a los estudiantes cómo actuar en situaciones como la ocurrida en Siquirres.
Eso sí, la situación de violencia y las economías ilegales no deben normalizarse entre la comunidad estudiantil, por lo que es necesario trabajar el tema desde todos los frentes como seguridad, empleo y educación.
“Algunos chicos incluso tienen imágenes de los sucesos violentos como parte de su día a día, para ellos es normal”, dijo Sibaja, dejando claro que eso es lo que se debe evitar.
Para los orientadores, la comunidad debe trabajar en conjunto con las escuelas para mantenerlas como una zona segura y no caer en el pensamiento de que el único responsable es el Ministerio de Educación Pública (MEP).
Atención psicológica
Luego de una situación como la ocurrida en El Cairo de Siquirres, el 19 de febrero, también es fundamental proporcionar atención psicológica inmediata a los estudiantes, docentes y padres de familia que presenciaron los hechos para abordar el impacto emocional.
En caso de que el centro educativo carezca de psicólogos u orientadores, las clínicas cercanas a la institución deberían ofrecer atención a las personas afectadas.
El orientador explicó que reinsertar a los alumnos en el centro educativo para que se puedan sentir seguros es un proceso que involucra a muchísimas personas.
Incluso, en una entrevista con La Nación, Kattia Thomas, directora del centro educativo frente al cual ocurrió la mortal balacera, narró que los pasillos, que suelen ser el escenario de recreo para los estudiantes, y las aulas, donde se llevan a cabo las actividades de aprendizaje, quedaron manchados con sangre de los heridos.
Según los expertos, esa situación puede generar estrés postraumático que afectaría el desarrollo de los menores si no se atiende.
Ingrid Arias, integrante de la Junta del Colegio de Profesionales en Psicología, compartió esta opinión y destacó que esta atención ayuda a mitigar rápidamente las emociones generadas, como el miedo, la confusión, la tristeza, el enojo o la ansiedad.
Las consultas, indicó la profesional, también ayudan a evitar cambios de comportamiento en los niños que presenciaron la balacera, ya sea que se pueden volver más retraídos o generar conductas violentas, lo que afectaría su concentración en los estudios y sus interacciones sociales.
‘Hacerse los muertos’
La Guía para el afrontamiento de amenazas y/o tiroteos en centros educativos públicos y privados del país es una documento que el Ministerio de Educación Pública (MEP) estableció para atender casos como el de la Escuela Silvestre Grant.
El protocolo incluye medidas en caso de “tirador activo” o persona armada dentro de la escuela; no hace referencia específica a balaceras en las afueras del centro. Eso sí indica que toda amenaza debe considerarse un riesgo, por lo tanto, de forma inmediata, deben generarse acciones de protección para quienes se encuentran dentro del recinto.
Las principales recomendaciones son llamar al 9-1-1; pedir a las personas presentes que se alejen de las ventanas y que se coloquen bocabajo en el piso, así como guardar silencio.
En caso de que el incidente sea en las afueras del centro educativo se debe permanecer en las aulas, corredores u otro sitio, tirados bocabajo, con los brazos al costado, alejados de puertas y ventanas.
Se aconseja no correr mientras se produce el tiroteo y se pide a los alumnos “intentar camuflarse” o incluso “hacerse pasar por muertos”.
El orientador Pablo Sibaja explicó que esta guía es una base para que cada escuela y colegio desarrolle su propio documento, pues todos los lugares de Costa Rica son diferentes y depende mucho de la ubicación de la escuela.