A brincos y a saltos está a punto de terminar el cortísimo y polémico curso lectivo de 1995. Los niños y jóvenes costarricenses fueron a las aulas 138 días, 31 menos de lo programado. Asistieron solo cuatro meses y tres semanas y media.
En marzo, todos apostaban por un año diferente: un calendario escolar más extenso y educadores comprometidos con los cambios de fondo impulsados por el Ministerio de Educación Pública (MEP). Incluso, las clases empezaron bajo el lema "marzo feliz".
La relaciones entre el MEP y el Magisterio Nacional parecían una luna de miel. Y como nada es para siempre, el coqueteo mutuo se rompió abruptamente debido a las diferencias de enfoque sobre la nueva ley de pensiones para los educadores.
Una huelga de un mes, docentes resentidos con el Gobierno y con la propia dirigencia gremial, tiempo perdido irrecuperable y estudiantes y padres de familia molestos porque terminaron pagando los "platos rotos" son las consecuencias del conflicto.
En suma: un curso lectivo con docentes desmotivados y, en alguna medida, heridos, espera a los estudiantes en 1996.
El ministro de Educación, Eduardo Doryan, está consciente de la situación. La próxima semana sacará de la manga una nueva carta: un plan de incentivos para, de alguna manera, volver a reconquistar a quienes llevan sobre sus espaldas la tarea de formar a las generaciones venideras.
Tiempo perdido
El MEP giró instrucciones a los directores de escuelas y colegios para que ampliaran las clases hasta el 15 de diciembre, con el propósito de reponer las horas perdidas durante la huelga (entre mediados de julio y mediados de agosto). Pero fueron pocos quienes acataron la directriz oficial, según comprobó La Nación en el transcurso de la semana pasada, durante recorridos efectuados por diversos centros educativos.
Cuando un avión está aterrizando es difícil volver a despegar. Algo así ocurrió con la reposición del tiempo consumido durante la protesta magisterial, una de la más largas en los últimos años. Para fines de año, los alumnos están cansados y en la zona rural necesitan tiempo para ganarse algún dinero en las cogidas de café.
El tiempo perdido hasta los santos lo lloran, según un adagio. Muchos jóvenes responsables lo están llorando y no ocultan su molestia. Consideran que la materia no se pudo abarcar en su totalidad.
"No se repuso el tiempo y, al final, vimos todo a la carrera. En matemática, por ejemplo, tuvimos que trabajar con fotocopias donde venían los ejercicios y ni siquiera pudimos repasar para los exámenes finales", dijo Silvia Chavarría, estudiante de décimo año del Instituto de Alajuela. La misma impresión reflejaron otros jóvenes consultados, para quienes la ampliación del curso fue una farsa.
Jéssica Barrientos, alumna de décimo año del Liceo de Heredia, planteó el asunto con claridad: "Estos días solo venimos a hacer pantalla. Ya todo está evaluado."
Yamileth Porras tiene dos hijos en el liceo Anastasio Alfaro, en La Paulina de Mercedes, en Montes de Oca. Desde ahora se pregunta: "¿Qué va a pasar en el 96? Mis hijos no irán con buenas bases."
Hubo fallas en la supervisión que ejercen 152 funcionarios del MEP. Ellos debieron velar porque los directores cumplieran literalmente la orden de reponer las clases perdidas, reconoció Eduardo Loría, director de la División de Planeamiento del Ministerio. "Esa es una de las partes débiles del MEP", agregó.
Vieja estrechez
Con huelga o sin ella, de todas formas el curso lectivo hubiese sido estrecho. En febrero, el ministro Doryan anunció una serie de medidas administrativas para alargar la permanencia de los alumnos en las instituciones. El fin: tener en el año 2001 un curso lectivo de 185 días. En países como Estados Unidos es de 170.
Entre las disposiciones, destacan, acortar el tiempo de los asesoramientos, reuniones de personal y asuetos. Además, realizar las fiestas de medio período y fin de año los sábados y no suspender las lecciones después de la aplicación de exámenes, costumbre muy arraigada en secundaria.
Pero del dicho al hecho... Estos cambios toparon con múltiples obstáculos y en su mayoría no se cumplieron, destacó Loría.
Nuestro calendario escolar no solo es corto en número de días lectivos, sino que la jornada también lo es, destacó Felix Barrantes, director de la División de Calidad del MEP y una de las personas que más ha analizado el problema.
"El tiempo efectivo es más pequeño en escuelitas rurales. Ellos tienen 52 días menos de clases, si no falta la maestra. Allí, la jornada es de 7 a.m. a 10 a.m. y en las urbanas es de 7 a.m. a 12 m.d.", destacó.
Esto no es algo nuevo. Desde 1981, cuando se generalizó la jornada semanal de seis a cinco días, el calendario vino en picada. En 1968, los estudiantes acudían 214 días a las aulas. (Véase gráfico aparte).
El artículo 176 de la Ley de Carrera Docente, la cual establece que el curso debe iniciar el primer lunes de marzo y concluir el último sábado de noviembre, así como la ley de asuetos con base en la cual los municipios solicitan hasta tres días seguidos para las celebraciones patronales, han atado a las autoridades educativas.
Con las pilas bajas
La perspectiva para 1996 no es nada halagadora. Puede verse afectado por la resaca de la huelga magisterial y del tenso enfrentamiento con las autoridades gubernamentales, a raíz de la aprobación de una nueva ley de pensiones para el sector.
Ese ambiente "envenenado" se hizo presente a partir del 17 de agosto, cuando acabó la paralización de clases. La mayoría de los docentes están resentidos y desmotivados con el Gobierno y los líderes gremiales.
Por ello, sin tomar en cuenta, la estrategia de la cúpula del Magisterio, en las aulas iniciaron un batalla silenciosa. No todos repusieron el tiempo. Muchos siguen dispuestos a aplicar la ley del mínimo esfuerzo en su trabajo, comprobó este diario, mediante entrevistas a directores y profesores.
"El profesorado sintió lesionados sus derechos. Después de la huelga, el ambiente fue muy desagradable y denso", reflexionó Luis Garita Cuendis, director del Liceo José Joaquín Vargas Calvo, en San Pedro de Montes de Oca.
Según él, 1996 no será un año fácil. Para entonces, el MEP tiene el "gran reto" de motivar nuevamente a los profesores. Si no hay un cambio de actitud, las innovaciones no llegarán a las aulas, advirtió.
Doryan lo sabe y le preocupa. La próxima semana anunciará un plan de incentivos para estimular a los mejores docentes. Pero antes quiere crear consenso y oír la mayor cantidad posible de opiniones.
Desde dos cristales
Según el ministro de Educación, Eduardo Doryan, el curso lectivo de 1995 estuvo "jineteado". No obstante, considera que se logró reponer el tiempo lectivo durante la huelga de educadores.
José Antonio Castillo, presidente de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE), manifiesta que este fue un "año negro" para los docentes y que no hubo tal reposición.
Una síntesis de entrevistas realizadas a ambos, por separado.
Jose Antonio Castillo
-¿Cuáles han sido los puntos altos de este curso lectivo?
-En un principio se inició muy bien. Se creyó que la programación, los planes de asesoramiento y los cambios iban a surtir efecto. Pero con la huelga todo esto cambió.
-¿Y los puntos bajos del curso lectivo de 1995?
-Como consecuencia de la huelga, vinieron medidas de presión, como no pagar salarios y levantamiento de listas (para eventuales sanciones). Esto provocó división dentro de las instituciones. El año para los educadores fue negro, desmotivador, frustrante.
-¿Por qué no se cumplió con la ampliación del curso lectivo al 15 de diciembre?
-No a todos los educadores se les pagó la reposición. La ampliación del curso ha sido un desorden. Unos sí amplían, otros no. Lo que se hizo fue trasladar las actividades de fin de curso a estos días.
-¿Qué debe hacer el MEP para mermar el resentimiento de los educadores?
-El educador se siente resentido. En muchos casos cumple por cumplir. Es muy difícil decir a los dirigentes que cambien de actitud. Para motivarlos, el Ministerio de Educación Pública (MEP) debe buscar una política de buena fe.
Eduardo Doryan
-¿Cuáles han sido los puntos altos de este curso lectivo?
-Al 1°ree; de marzo, los programas de estudio de primer grado a noveno año de secundaria no tenían los contenidos programáticos. Ahora cuentan con una normativa de evaluación de más rigor.
"Las escuelas urbanas no tenían planes para romper el círculo de la pobreza. Este año hubo 75.000 estudiantes en el programa de lenguas extranjeras, tres veces más que en las escuelas privadas. También, introdujimos un enfoque distinto en la informática educativa en la secundaria; 20.000 estudiantes están aprendiendo en sétimo, octavo y noveno a pensar, comprender y aprender con la informática".
-¿Cuáles son los puntos bajos del curso lectivo del 95?
-Hay que entender que el sistema educativo tiene un problema de fondo: los estudiantes no dominan los contenidos básicos. No está oriendado a hacer pensar. El cambiar eso es una tarea primordial.
-¿Por qué no se cumplió con la ampliación del curso lectivo al 15 de diciembre?
El Ministro alzó su tono de voz para replicar: -Claro que sí se dio. Sí se está dando. Lo que está ocurriendo ahora en las escuelas es lo que normalmente se hubiera dado el el 13 de noviembre (repasos y exámenes). En las escuelas están repasado las materias para las pruebas.
"El tiempo perdido durante la huelga se repuso tanto como fue posible. Tuvimos un final bastante ordenado. Este año estuvo jineteado".
-¿Qué va hacer el MEP para mermar el resentimiento de los educadores?
-Reconozco que muchos educadores están resentidos. No es un problema de reconquistar. Es algo más profundo y quiero planteárselo al país antes de finales de año. Tenemos que ir hacia un reencuentro de cuáles son los fundamentos sobre los que se va a erigir la profesión del educador y los criterios de desempeño, los incentivos de calidad y los criterios de selección para ser docente. No es un problema de corto plazo.