Los estudiantes de escuelas y colegios pagan las consecuencias del “apagón educativo” de los últimos cuatro años a causa de constantes interrupciones y escasez de aprendizajes.
Estos hechos conducen al país a obtener “los peores resultados educativos”, pese a los ¢2,5 billones que invierte en educación cada año.
La pandemia, ciertamente, tuvo un gran impacto, pero no puede ser la excusa para ocultar la crisis y el rezago que le precedían.
Esta es una de las principales conclusiones del VIII Informe del Estado de la Educación, iniciativa del Consejo Nacional de Rectores (Conare), dado a conocer este 1.° de setiembre.
La investigación desnuda la situación que enfrentan 1,2 millones de alumnos, y con ellos, el desarrollo del país.
“En los últimos cuatro años se encadenaron reiteradas y significativas interrupciones de los ciclos lectivos que han provocado un fuerte recorte en los aprendizajes estudiantiles, lo que este informe denomina ‘un apagón educativo’ que compromete el desarrollo de competencias y habilidades vitales para el progreso del país y la democracia”, afirma.
El análisis insiste en que los retrocesos educativos no pueden atribuirse a la pandemia de la covid-19, pues desde antes de la emergencia sanitaria coexistían problemas muy serios que dificultaban alcanzar mayores avances en el aprendizaje de los estudiantes.
Los datos lo evidencian.
Para 2020, menos del 60% de las personas con edades entre los 18 y 22 años finalizaron la secundaria. Además, un grupo importante que lo hizo presentaba debilidades en el desarrollo de competencias.
El país entró a la pandemia con al menos cinco deudas pendientes:
1. En acceso y cobertura.
2. Problemas de aplicación de los programas de estudio aprobados.
3. Ausencia de recursos para apoyar a los docentes en las aulas.
4. Vacíos en la formación inicial.
5. Falta de capacitación de los educadores en competencias digitales.
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De hecho, ya en el VII Informe del Estado de la Educación, dado a conocer hace dos años, se alertaba de un “deplorable” estado del sistema educativo público.
Se multiplicaron
Esas condiciones negativas se multiplicaron con la pandemia.
Antes de la covid-19, el 95% de los niños con edades para cursar primer ciclo (primero, segundo y tercer grado) lo hacía. Sin embargo, la situación de los escolares de segundo ciclo (cuarto, quinto y sexto) era de 83,8%.
Además, el 93% de las escuelas no ofrecía todas las materias que deberían estar en el currículo.
Otro elemento de la crisis es que al concluir la primaria, los estudiantes mostraban desempeños deficientes en lectura y comprensión de lectura. Esto impide mejorar su rendimiento académico en otras disciplinas, pues no entienden lo que leen.
En secundaria, pese a que hubo mejoras, los niveles alcanzados en los últimos 20 años son insuficientes.
Solo el 75% de los estudiantes en el tercer ciclo (sétimo, octavo y noveno) y el 54% en la educación diversificada (décimo y undécimo) estaban en las aulas dentro del rango de edad oficial del Ministerio de Educación Pública (MEP): 12 a 14 años y 15 a 16 años, respectivamente.
En infraestructura educativa, el país carecía de un sistema de monitoreo de su estado que le permita priorizar y planificar las inversiones y garantizar niveles apropiados. Tampoco se sabía sobre la disponibilidad de agua potable, servicios y conectividad.
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“La pandemia, al caer como una especie de meteorito sobre el sistema, dejó al descubierto la magnitud de los rezagos y problemas no resueltos, muchos de los cuales se justificaban durante largo tiempo. La pandemia fue solo el vector que detonó la crisis y, de manera no prevista, pero implacable, permitió ver la situación real del sistema educativo”, señala el informe.
Huelgas y menos aprendizajes
El análisis detalla que el sistema educativo ha experimentado importantes y reiteradas interrupciones en los últimos cuatro años como consecuencia de las huelgas docentes y estudiantiles del 2018, cuando los alumnos estuvieron cuatro meses sin clases, y del 2019, cuando faltaron a las aulas por dos meses.
Luego, por la pandemia, en 2020 y 2021 se suspendieron las lecciones presenciales y se implementó en algunos periodos la educación a distancia o la híbrida (presencial y virtual).
“Estas interrupciones afectaron significativamente los aprendizajes en áreas fundamentales como Español y Matemáticas. La pérdida de lecciones acumuladas por huelga y pandemia equivalen a un 80% de un año lectivo regular en primaria y un 72% en secundaria”, dice el documento.
La situación, añade, agudizó los problemas retratados por los exámenes PISA 2018 (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en los que más del 74% de los jóvenes de 15 años eran clasificados como estudiantes de bajo desempeño.
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Para los especialistas, fueron palpables los efectos negativos de la prolongada huelga magisterial del 2018 sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje.
“En una medida extrema, el MEP se vio obligado a aprobar casi a la totalidad de estudiantes”, añadieron los investigadores.
La pandemia vino a generar nuevos rezagos pues los aprendizajes se redujeron de forma significativa.
La principal apuesta didáctica del MEP fueron las Guías de Trabajo Autónomo (GTA) y las Plantillas de Aprendizaje Base (PAB), cuyos contenidos se definen como prioritarios y son desarrollados por los estudiantes en casa.
El aula se trasladó a los hogares, pero no todos los estudiantes tienen condiciones para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Además, depende de las condiciones de conectividad, la calidad de la instrucción remota y el apoyo de los hogares.
El 58% de las familias respondió que no se sentían preparadas para ayudar a sus hijos con el aprendizaje y las tareas.
De los 1,2 millones de estudiantes del sistema educativo formal, el 40% (480.000) no tiene acceso a Internet o tiene problemas de acceso a dispositivos electrónicos.
A pesar de los planes del Gobierno para atender la falta de conectividad, definidos en agosto del 2020, a la fecha, no los ha concretado.
Ante el cierre de centros educativos, las formas de comunicación predominantes entre docentes, alumnos y familias fueron WhatsApp (93,3%), llamadas telefónicas (46,6%) y correo electrónico (29,7%).
Matemáticas y Español
Las limitaciones para llevar una educación de calidad afectaron el desarrollo de los aprendizajes que se debían impartir en 2020.
Solo se cubrió en promedio cerca del 50% de los contenidos propuestos en los programas de Matemáticas y Español en escuela y colegio.
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En Matemáticas, el área de estadística y probabilidad se omitió por completo en la primaria y se abordó parcialmente en la secundaria.
En Español para alumnos de primaria se omitieron los contenidos difíciles de mediar a distancia, como los procesos de expresión y comprensión oral, la lectura diaria, el desarrollo de hábitos de lectura, profundizar en los procesos de comprensión de lectura y el gusto por la lectura como práctica cultural.
Por ejemplo, en segundo grado, según el reporte de los investigadores, solo se pudo ver el 38% de los contenidos de Español y el 56% de Matemáticas. En tercer grado, ese porcentaje se ubicó en 44% y 45%, respectivamente.
En octavo año de secundaria solo se pudo abarcar el 37% de los contenidos de Español y en noveno solo el 41%.
El año anterior no se abarcaron muchos contenidos, pero la situación se tornó más grave ya que, por ejemplo, los alumnos de cuarto grado llegaron con rezagos por la huelga del 2018 (cuando cursaban segundo grado).
La población de quinto grado llegó con vacíos importantes en el área de números: en 2018, cuando cursaban tercer grado, del 27% de las lecciones que se debían trabajar, apenas se cubrió cerca del 17%.
En sexto grado, nivel clave porque se introducen conceptos y habilidades que conectan con la secundaria, los alumnos llegaron con aprendizajes reducidos en todas las áreas matemáticas puesto que, cuando cursaban cuarto grado, en 2018, no se cubrió la totalidad de contenidos vinculados a todo el currículo.
Los estudiantes de sétimo y octavo año llegaron al 2020 con vacíos de formación matemática que no adquirieron en la primaria: en el año de la huelga, apenas se logró cubrir un 72% del currículo en quinto grado y un 67% en sexto.
Los investigadores hallaron un hecho preocupante durante la elaboración del informe: la carencia de información sobre la afectación en los aprendizajes para el nivel preescolar, el cual es clave para sentar las bases necesarias de lectoescritura para enfrentar con éxito la etapa escolar.
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Explica el informe que la educación remota, combinada o híbrida como principal respuesta educativa ante la pandemia, “no garantizó que los estudiantes adquirieran aprendizajes de calidad”.
En general, los datos del MEP son pocos, casi nulos, no existe información acerca de los logros en términos de aprendizaje individual, ni los rezagos en el perfil de salida de quienes culminan secundaria.
Según el Estado de la Educación, el “apagón educativo” colocará al país ante un posible retroceso generacional en las capacidades, habilidades y destrezas “sino se actúa rápidamente para revertir estos rezagos”.
“Los hallazgos vistos en su conjunto sugieren la existencia de un problema fundamental para los especialistas que realizaron la investigación: la poca prioridad que en la práctica tienen los estudiantes dentro del sistema educativo, así como las grandes dificultades institucionales para atender sus necesidades de aprendizaje”, advierte el VIII informe.
‘A ciegas’
Aunque el “apagón educativo” es un hecho, se desconoce su magnitud por la ausencia de evaluaciones nacionales, pues la última fue el bachillerato de 2018.
La educación remota por la pandemia, el lanzamiento de la estrategia Aprendo en casa del MEP y la implementación de GTA provocaron cambios en las formas de evaluación; se suprimieron los tradicionales exámenes y se postergó para este año la realización de las pruebas FARO.
“La principal conclusión es un sistema que está operando a ciegas, sin datos sobre lo que aprenden los estudiantes, sus principales deficiencias y el perfil real de los aprobados en cada uno de los niveles educativos”, explica la investigación.
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