Este 15 de setiembre, se presentó por primera vez la banda oficial de la escuela Escuela La Guaria, ubicada en Santa Rosa de Pocosol de San Carlos, cerca de la línea fronteriza. Con el estreno celebraron la fiesta patria.
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A falta de instrumentos musicales, los 20 alumnos que integran la banda dejaron los temores y dieron rienda suelta a la imaginación: usaron ollas y baldes pintados, en lugar de tambores; palos de madera, en lugar de bolillos y una botella con piedras en lugar de maracas. Las liras las improvisaron con pedazos de metal y aluminio amarradas en palitos.
A pesar de las carencias, para los estudiantes de ese centro fue una ilusión salir a desfilar, como otros miles de niños en el resto del país.
Lo consideraron “su gran desfile” por lo que durante toda la mañana caminaron orgullosos por las calles de lastre de su comunidad.
“Estuvieron supercontentos por ser una experiencia nueva y lo disfrutaron a más no poder. Cuando ya terminó el acto, nos decían que el otro año lo vamos a hacer mejor y con más ganas, porque les gustó mucho y lo disfrutaron”, relató Mario Catón Torres, docente del centro educativo.
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Según el docente, los niños pidieron guardar en la escuela los instrumentos que fabricaron. Incluso, aseguraron que el próximo martes, cuando regresen a clases, les pondrán rótulos con sus nombres “para que se vean más lindos”.
“Palabras como esas a uno como docente lo marcan, por la humildad y sencillez de nuestros estudiantes”, contó Catón.
El centro educativo tiene 146 alumnos. Nunca han tenido instrumentos musicales porque el dinero que el Ministerio de Educación Pública (MEP) les deposita es apenas para la comida de los estudiantes, el material de estudio y el mantenimiento de la escuela de solo dos aulas y un comedor para atender a todos los chiquitos.
También ese dinero sirve para apoyar a los niños, pues algunos llegan a clases sin zapatos porque no tienen o porque el barro de la zona se los destruye muy fácil.
“El MEP en estas latitudes solo se dedica a lo básico. Las familias de ellos son muy pobres, ganan muy poco en lo que trabajan, que es agricultura de subsistencia y jornal en piñera. Esas son las limitaciones pero emocionalmente los niños son esplendorosos. Como docente nos toca servir de papá y mamá y las cosas que les hacen falta a ellos como zapatos, nos los donan, ese es el diario vivir”, contó el docente.