De los 30.107 estudiantes que hicieron bachillerato en el 2004, todavía hay 1.410 que no logran conseguir el título de secundaria porque deben al menos una de las materias de las pruebas nacionales.
Al sumar esos datos con la información de los siguientes 15 años, la cifra de personas varadas por esa causa llega a 50.748, según los informes del Ministerio de Educación Pública (MEP) actualizados a febrero de este año.
A ellos se les llama rezagados. Se trata de personas que pasaron quinto año (o sexto año en colegios técnicos), pero no lograron aprobar alguno de los exámenes de bachillerato, principalmente Matemáticas, por lo cual no obtuvieron el título de secundaria.
Tal condición limita sus posibilidades para conseguir un trabajo o para continuar estudios universitarios.
Del 2005, aún quedan 1.746 con una o más materias pendientes; al principio fueron más pero con el pasar de los años algunos lograron finalmente ganar bachillerato.
Lo mismo ocurrirá con los 10.316 que perdieron algún examen en las pruebas nacionales de 2018, quienes esperan la convocatoria de abril para hacer un nuevo intento.
En los últimos 15 años (del 2004 al 2018), 588.721 jóvenes hicieron bachillerato en convocatorias ordinarias, es decir, al salir del colegio. Los 50.748 que actualmente siguen sin pasar una o más materias de las pruebas nacionales representan el 8,6% de ese total.
Yanela Rodríguez, de 23 años, es una de las que forman parte de esa lista. Ella salió en el 2013 del Liceo Puente de Piedra, en Grecia, Alajuela, pero tiene pendientes las pruebas de bachillerato de Matemáticas y Español.
"Como cuatro veces he hecho esos exámenes pero no los paso. Yo quiero estudiar Administración de Empresas en la universidad pero no puedo porque me falta ese requisito. Actualmente, le ayudo a mis papás en un negocio. Si yo ocupo, ellos me dan dinero, pero no un salario.
Mi hermano tiene 29 años y está en la misma situación; él debe tres materias de bachillerato. Actualmente trabaja como mensajero; no ha podido conseguir un mejor trabajo; le han salido varias oportunidades pero le piden bachillerato", contó Rodríguez.
La misma frustración sufre Jenny Torres, vecina de Alajuela. Para ella, los problemas que padece para cubrir sus necesidades básicas, para conseguir un trabajo digno y para tener una profesión tienen su origen en un examen de bachillerato de Matemáticas que nunca logró pasar.
Torres tiene 50 años, aunque dejó de estudiar por razones familiares cuando estaba en noveno año, regresó para concluir la secundaria en 1997. Luego, la frenó la prueba nacional, a la que se ha enfrentado unas 15 veces, sin éxito. Su sueño es estudiar Medicina.
Según dice, el hecho de no tener título de secundaria la ha obligado a aceptar “trabajos esclavizantes”, en los que no les dan seguro ni le pagan un salario adecuado.
"Yo le achaco todo al bachillerato, porque si yo lo hubiera pasado mi futuro habría sido diferente; hubiera podido ser cualquier cosa que hubiera querido. Actualmente, vivo en una casa con piso de tierra, he llegado a no tener dónde dormir, ni qué darle de comer a mi hija, que vive conmigo. El hecho de no tener bachillerato me ha afectado en lo económico y moral ¿Qué hace uno si no tiene dinero?
“Me han tratado como una esclava, me contrataron en una empresa para vender perfumes y me dijeron que por ser nueva que no me iban a dar seguro; me dijeron que si yo vendía ¢5 millones, me daban ¢500.000 de bonificación; vendí los ¢5 millones y no me dieron la bonificación. Son trabajos sin vacaciones, sin días feriados ni fines de semana libres.
"Trabajé como salonera en un restaurante, pero tampoco nos aseguraban y no nos pagaban el 10% del impuesto de servicio a pesar de que se lo cobran a los clientes. Nos decían que debíamos estar agradecidas de trabajar porque nos trataban bien, no nos gritaban y nos daban el almuercito”, contó Torres.
Actualmente, esta madre de familia estudia electrónica industrial, una carrera técnica en la sección nocturna del Colegio Técnico Profesional de Carrizal; donde también se prepara para volver a hacer el examen de Matemáticas de bachillerato.
En el 2017, la Unión de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep) dio a conocer que, para el 36% de los empresarios, el bachillerato es requerido para contratar a una persona. Así lo reveló la encuesta Pulso Empresarial para el II trimestre de aquel año que consultó a 400 empresarios, presidentes, gerentes generales y gerentes financieros de las principales compañías del país.
El 21 % de los empresarios pide como mínimo el noveno año y el 18%, la educación primaria.
Inspiración
Estas decenas de miles de rezagados en bachillerato constituyen la inspiración para desarrollar las pruebas de Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO), aunque, no son la población objetivo ni van a realizar esos nuevos diagnósticos.
“Lo que fundamenta la propuesta es la población rezagada. Tenemos un importante número de estudiantes rezagados que no han concluido su bachillerato. Además, había muchas críticas al bachillerato, como que era cuello de botella, que solo se hacía al final de secundaria y no se le daba continuidad educativa a los estudiantes”, explicó Pablo Mena, director de Gestión y Evaluación de la Calidad del MEP.
Según el funcionario, las pruebas nacionales arrojaban datos, pero no los suficientes para saber qué debían cambiar. En el caso de las pruebas de sexto y noveno –que ya no se aplican– ni siquiera se asumían con responsabilidad, pues había estudiantes que solo escribían el nombre.
Mena fue el responsable de formular la propuesta FARO, que se anunció el pasado 20 de febrero.
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Con las nuevas pruebas de fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO), el MEP pretende disminuir el número de rezagados, debido a que ya no serán un requisito para optar por el título de bachillerato, sino que serán solo un ingrediente más.
La calificación que el alumno obtenga en cada prueba se tomará en cuenta para la nota final del último año de primaria y de secundaria. Representará el 40%. El restante 60% será el resultado del promedio de todas las materias de sexto grado, undécimo año o duodécimo en el caso de colegios técnicos.
Para ganarlas, es fundamental el acompañamiento del docente en el último año de la escuela o colegio. Por eso, es que los rezagados no podrán optar por esta propuesta y tendrán que seguir intentando pasar los exámenes pendientes de bachillerato.
El MEP prefirió que ellos continúen con el programa Bachillerato a tu Medida, implementado en el 2017, en el cual la prueba se parte en dos: primero se evalúa la materia de décimo y luego la de undécimo.
El director de Evaluación y Gestión de la Calidad añadió que la administración está trabajando en un proyecto para atender a la población adulta que, por alguna razón, no ha culminado los estudios de primaria y hasta noveno año. La propuesta se llama “Es Ahora” y se anunciará oportunamente.
Las nuevas evaluaciones FARO se aplicarán a los alumnos de quinto grado, décimo año en colegios académicos y undécimo año en los colegios técnicos.
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La historia del nacimiento de FARO
El trabajo para las nuevas pruebas nacionales FARO comenzó desde julio del año pasado, mes en que Pablo Mena entró como director de Gestión y Evaluación de la Calidad del MEP.
La propuesta inicial de las autoridades del MEP, según Pablo Mena, era eliminar todo tipo de prueba de final de secundaria, luego de que se valorara otro tipo de evaluación. Luego, por consenso se llegó a la necesidad de una prueba diagnóstica.
Mena, quien trabajó como profesor de Matemáticas, asesor regional del MEP en San Carlos y asesor nacional en Matemáticas, dijo que en el Ministerio no tenían claro qué querían dejar.
La propuesta del ministro de Educación, Edgar Mora, era plantear un nuevo concepto, desde el nombre, pues quería desmarcarse por completo de lo que se conoce como bachillerato.
“Ya había algunas ideas de propuesta. Yo asumí la responsabilidad de formular una propuesta, pero no solo yo, muchas personas de un equipo que a mí me correspondió liderar. Desde el Viceministerio académico, comenzamos a perfilar detalles, me presentaron ideas y, a partir de eso, se recogieron argumentos y presenté la propuesta”, comentó Mena.
Para concretar FARO, el funcionario se tomó como referencia el diagnóstico del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), por sus siglas en inglés), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que evalúa las habilidades de los alumnos de 15 años en Ciencias, Lectura, Matemáticas.
De entrada solo se iba evaluar en FARO Español, Matemáticas y Ciencias. La prueba de Estudios Sociales no se iba a incluir inicialmente a la espera de modificar los programas.
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También se tomó como referencia, la opinión de unos 40 expertos nacionales e internacionales.
“El año pasado se hicieron videoconferencias con otros países como Colombia, Uruguay, y con expertos en educación del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) del modelo de pruebas que conocen. Ellos en esas videoconferencias nos indicaban qué modelos conocían, qué virtudes y defectos tenían, y recogíamos los criterios. 'En Singapur se hace esto, en África hace esto otro’, nos dijeron. Valoramos mucho las pruebas internacionales como PISA”, explicó el funcionario.
El MEP valoró como opción hacer un prueba en tercer grado, además, la propuesta original incluía no hacer bachillerato este año, pero en el Consejo Superior de Educación (CSE) dijeron que debía cerrarse el ciclo, que era lo prudente.
Fue una compañera de Mena, de la Dirección de Gestión y Evaluación de Calidad, quien propuso el nombre del FARO para las nuevas pruebas nacionales.
Los últimos detalles del proyecto los finiquitó Mena en la casa del ministro de Educación, el 22 de diciembre, un día después de que en el MEP salieron de vacaciones.
En enero de este año, se presentó el proyecto FARO al Consejo Superior de Educación (CSE).
“Hacer las pruebas un año antes de la escuela o secundaria, para que un año después se refuerce lo que estaba mal, y que al final de la secundaria o primaria se definiera la promoción fue el espíritu original de la propuesta que se mantuvo cuando el Consejo Superior la aprobó (el 22 de febrero pasado). Cuando llegamos con la propuesta al Consejo en enero de este año ya el plan iba muy depurado”, contó Mena.
El funcionario dijo estar satisfecho con el producto final.
“Van a haber más graduados, probablemente sí, pero serán estudiantes mejor preparados para enfrentar la universidad. Vamos a tener más evidencias de esa preparación, vamos a tener más datos; un diagnóstico más preciso de cómo va a salir el alumno del sistema educativo. Otra cosa es que el fruto de los resultados, lo usaremos para que el alumno, antes de salir, tenga la oportunidad de mejorar”, dijo el funcionario.