Carlos Eduardo Araya Leandro asegura conocer la Universidad de Costa Rica desde todos los ángulos y por eso afirma que es momento de que esta retome el liderazgo. Y en eso trabajará desde el cargo de rector, el cual asumiría a partir de enero y hasta diciembre del 2028.
“He vivido la experiencia universitaria desde todos los puntos. Eso me permite tener una claridad del quehacer de la Universidad y del rol que debe jugar en la sociedad costarricense; ese rol que históricamente ha sido de liderazgo, el cual hemos ido cediendo en los últimos años y que por el bien del país se debe retomar”, afirmó el doctor en Economía, Control, y Gestión de Entidades y Políticas Públicas.
Araya nació en un pueblo rural y agrícola en Pavones de Turrialba. Llegó al mundo en la casa de su abuela, la partera de la comunidad, y creció en una familia de ocho hermanos.
Hijo de un operador de maquinaria agrícola y de un ama de casa, fue el único de sus compañeros de sexto grado que tuvo la oportunidad de ir al colegio; su madre siempre creyó en la educación y, desde entonces, ha sido el protagonista de muchas primeras veces.
Hoy, a sus 54 años, es el primer rector que proviene de una sede regional. En el 2012 fue el primer vicerrector de Administración con esa misma procedencia. En el 2020 fungió como rector de transición de la Universidad en la que se formó como bachiller, licenciado y máster en Administración de Empresas y en la que empezó a trabajar como docente en 1996.
Horas después de su elección, Carlos Araya conversó con La Nación. En la entrevista planteó sus visiones, propósitos y retos como un rector que considera necesaria la articulación de las universidades públicas y que pone la mirada en la salud mental del estudiantado.
-Dice que la Universidad de Costa Rica ha ido cediendo el liderazgo, ¿a qué se refiere?
-Hemos dejado de emitir criterios relevantes sobre temas importantes para el país. El año pasado, en agosto, el Estado de la Nación emitió el noveno informe del Estado de la Educación, que dice que la educación preescolar, primaria y secundaria atraviesa la peor crisis en su historia. ¿Cuál debe ser el rol por excelencia de la Universidad de Costa Rica? Debe ser referirse a eso. Ahora que hablamos de rutas, es la Universidad de Costa Rica la que debería definir. ¿Por qué la Universidad de Costa Rica, teniendo las personas profesionales para poder hacerlo, no le dice al país cuál debería ser esa ruta?
“Ahí hablamos de la necesidad de la formulación y de la evaluación de la política pública desde la Universidad de Costa Rica. Ese es un ejemplo, pero hay muchos más: temas tan sensibles en el área de la salud como el envejecimiento, producto de la situación demográfica del país, ¿qué hemos hecho como sociedad? Hemos hecho muy poco a nivel de política pública. (...).
“Décadas atrás se hizo, se ha ido (dejando) con los años y no es en los últimos tres años, no es una crítica a don Gustavo Gutiérrez (rector hasta finales de este 2024), es un tema que se ha dado por más de una década o décadas (...) Con esto no digo que no aporte, la Universidad le aporta valor al país todos los días”.
-Asumirá como rector en enero, ¿cuál va a ser su misión? ¿Buscará posicionar a la Universidad de Costa Rica de alguna manera?
- Hay que reposicionar la Universidad de Costa Rica. Para hacerlo, tenemos que mejorar la comunicación institucional, creemos que no hemos sido efectivos. La sociedad costarricense debe percibir que la UCR le agrega valor más allá de la formación académica de sus estudiantes. Nosotros agregamos valor día a día.
-¿Cuáles serán los principales retos a los que hará frente?
- Hay un reto importantísimo en lo académico: hemos tenido niveles de repitencia que han crecido en los últimos años. Esto nos lleva a exclusión de estudios universitarios, al abandono y también nos ha llevado a situaciones emocionales severas de la comunidad estudiantil. Es un tema muy delicado, nosotros como universidad, damos formación integral a nuestros estudiantes, dentro de esa formación no podemos entrar por este tipo de situaciones en problemas emocionales severos.
“(...) La excelencia académica no puede estar a expensas de la salud mental de los estudiantes. Aquí tenemos un reto importante en lo académico, reto que se agrava con la situación crítica de la educación básica. Esas personas que vienen con formación diferente llegan a la universidad y les cuesta adaptarse (...).
“En la gestión institucional, evidentemente uno de los retos mayúsculos es el tema del financiamiento, que ha venido a la baja durante los últimos años (...)”.
-Habla de problemas emocionales severos en los estudiantes. ¿Cómo se les está ayudando? ¿Hay algún enfoque en salud mental en la universidad?
-Tenemos que establecer medidas en el plazo inmediato y en el mediano plazo. En lo inmediato, hemos planteado la necesidad de emitir una resolución que declare de interés institucional la atención de la salud mental.
¿Para qué? Para que nos permita crear un fondo de emergencia que permita que aquellos casos que desde nuestra Unidad de Salud no podemos atender por su complejidad y que si remitimos a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el tiempo de respuesta es muy amplio, poder disponer nosotros de recursos para atender esas situaciones que desde un punto de vista médico se consideran de riesgo o emergencia (...).
-¿Cuál prevé que será la relación de la UCR con el gobierno?
-La experiencia que he tenido en gestión institucional es que no hay una herramienta más poderosa que el diálogo. En el 2020, con la pandemia, tuvimos situaciones complejas que se pudieron resolver a través del diálogo con todos los sectores de la sociedad. Ahí es donde recalco la importancia de que el rector tenga la oportunidad de conversar con todos los sectores de la sociedad costarricense: desde la prensa, sectores sociales, empresariales, solidarismo, sindicalismos, con todos.
“Es evidente que para dialogar requerimos de dos partes, si una parte no quiere, se va a complejizar. Yo apostaré por diálogo con todos los sectores, incluido el gobierno”.
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-Estamos en un momento histórico e inédito en el que el Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) se va a decidir en la Asamblea Legislativa. Usted asume en enero, pero liderará la UCR con el presupuesto que determinen. ¿Cuál es su posición y qué vislumbra?
-La negociación con la Asamblea Legislativa es, efectivamente, inédita; podríamos verlo como una amenaza o como una oportunidad. Yo señalaba la disposición que debe tener la Universidad de Costa Rica al diálogo y si ese diálogo no ha sido posible con el Poder Ejecutivo, tendremos que dialogar con el Poder Legislativo y en ese diálogo creo que podríamos plantear cosas que, me parece, son fundamentales: una es la negociación quinquenal del presupuesto de educación superior, tal y como lo establece el artículo 85 de la Constitución Política de la República (...).
“En segundo lugar, creo que es una posibilidad de poder plantear una negociación que vaya de la mano con lo que establece la Constitución Política y también de recuperar recursos que producto de las tasas de inflación de los últimos años, las universidades han perdido poder adquisitivo en su presupuesto (...)”.
-¿Trabajará en la propuesta de articulación de las universidades públicas de la que hablaba?
-Es una propuesta que en noviembre del 2020 habíamos planteado en el Consejo Nacional de Rectores (Conare), siendo yo rector (interino). De esa propuesta que hicimos en ese momento, lo único que se ha avanzado ha sido compartir infraestructura. Eso es parte de la propuesta, pero es una propuesta integral.
“El principio básico es que donde haya una sede de una universidad pública, potencialmente puedan estar las otras universidades. En Turrialba, que es mi sede, ¿por qué no podría dar el Tecnológico una carrera de ingeniería en las mismas instalaciones, que los cursos básicos puedan ser compartidos?”.
-¿Qué va a pasar con el tema de las becas?
- No tenemos una cantidad determinada de becas, tenemos 43.000 estudiantes y no decimos que tenemos 20.000 becas, tenemos tantas becas como estudiantes, de esos 43.000, nos demuestren que las necesitan.
“En el 2012, cuando inicié como vicerrector de Administración, el presupuesto de becas era de ¢8.200 millones; en el 2020, cuando terminé el periodo de rectoría, el presupuesto era de ¢30.000 millones y hoy es de ¢37.000 millones (...)”.
-Hablemos del rezago académico con el que están llegando los alumnos de primer ingreso. ¿Han pensado en acciones para subsanar esta situación?
-Tenemos que tomar medidas desde el punto de vista pedagógico para brindar mayores oportunidades para que estas personas puedan aprobar los cursos, sobre todo de inicio de carrera. En los más básicos hay mayor dificultad, esto significa que si una persona repite un curso de cálculo tres, cuatro o cinco veces, hay que estar abriendo el curso y eso significa un costo importante para la Universidad y también un retraso para el estudiante porque va a durar más tiempo en graduarse; es una relación de perder-perder todos.
“Esto no significa que nosotros podamos reducir el nivel de exigencia académica. Tenemos que definir estrategias pedagógicas que permitan mayores tasas de aprobación de parte de los estudiantes”.