Un ingeniero aeroespacial y otro doctor en Sistemas Espaciales; un máster en Sistemas Modernos de Manufactura, otro en Sistemas de Energía, un ingeniero en Termofusión Nuclear y un anestesiólogo cardiovascular.
Todos ellos son profesionales costarricenses que algún día salieron de las aulas de los colegios científicos y que ahora, luego del enorme esfuerzo que realizaron desde adolescentes, cosechan logros tanto en el país como en el resto del mundo.
Historias de éxito como esas deben de haber muchas entre los 3.861 jóvenes, hombres y mujeres, graduados de esta modalidad educativa desde su fundación en 1989. Sin embargo, no existe un registro claro.
¿Dónde están los estudiantes que siempre han destacado en las pruebas de bachillerato, exámenes de admisión a universidades públicas y olimpiadas nacionales e internacionales? ¿En qué trabajan? ¿Qué estudiaron? ¿Dónde viven?
Esas preguntas se las hizo Roberto Mora, director ejecutivo del Sistema Nacional de Colegios Científicos de Costa Rica (SNCCCR) y actual director del Colegio Científico de Pérez Zeledón, centro que ha tenido 531 egresados desde 1993.
En un intento por responderlas, desde el 2006 Mora se dio a la tarea de rastrear el paradero al menos de los graduados en ese centro.
Su objetivo era saber si el colegio científico estaba cumpliendo su misión como institución que favorece las vocaciones científicas.
Los colegios científicos son preuniversitarios, públicos y gratuitos. Allí se estudia de manera intensa, con énfasis en las asignaturas de Matemática, Física, Química, Biología, Robótica, Informática e Inglés sin detrimento del resto de asignaturas de los planes de estudio de la Educación Diversificada.
En esos centros solo se imparte décimo y undécimo. Para ingresar, los aspirantes deben realizar un examen de admisión.
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Por medio de correo electrónico, redes sociales, Google, llamadas telefónicas a hogares, empresas o celulares, así como contacto persona a persona, Mora logró contactar a 427 egresados.
Uno de ellos es Jorge Oguilve, oriundo de Pérez Zeledón, quien después de salir del Colegio Científico, en 1994, se fue para San José a estudiar Aviación en el aeropuerto Tobías Bolaños de Pavas e Ingeniería Mecánica en la Universidad de Costa Rica (UCR). Tenía 17 años.
En el 2001, fue a realizar una pasantía de seis meses a la NASA, en el laboratorio de Franklin Chang, y luego, se devolvió al país a trabajar en la industria médica por cuatro años.
Cursó una maestría en Sistemas Modernos de Manufactura en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec), de la que se graduó en el 2006.
Después, formó parte del arranque y establecimiento de la empresa Ad Astra Rocket Company-Costa Rica, como director de Operaciones en el periodo 2006-2014.
Fue parte del equipo de liderazgo que logró el primer disparo de plasma del motor VASIMR en Liberia, Guanacaste, y además es pionero de vuelos en Cero Gravedad, en la NASA, portando bandera costarricense.
Actualmente, a los 42 años, se desempeña como gerente de Investigación y Desarrollo de una de las principales compañías médicas establecidas en el país, la cual es una transnacional estadounidense.
“Me dedico a todo lo que es la parte de diseño y simulación de productos médicos y simulación computacional. A mí el Colegio Científico me dio oportunidades de explotar mi potencial al 100%; era muy exigente, nos demandaba mucho.
“Fue un entrenamiento inconsciente para hacer frente a las exigencias del trabajo y universidades. Ahí conocí a profesionales que actualmente contruibuimos al desarrollo del país en distintas áreas”, relató Oguilve a La Nación.
¿Dónde están sus compañeros?
Según el análisis realizado por Mora, de los egresados de 1994 a 2014, un 53% estudió una ingeniería, entre las que destacan Ingeniería en Computación, Electrónica y Civil. Otro 24% cursó una carrera relacionada con ciencias de la salud, como Medicina, Farmacia y Microbiología.
El resto, se capacitó en otras áreas.
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La UCR fue la que concentró a la mayor cantidad de egresados del Colegio Científico de Pérez Zeledón, un 52, 43%; y el Tecnológico recibió a un 29,17% de ellos.
Las universidades privadas nacionales se llevaron al 8% de los egresados; las extranjeras, a un 3,47%; y el resto se capacitó en otros centros.
A diciembre de 2014, el 38% de los egresados de ese colegio tenían el grado de licenciatura y un 33% eran bachilleres universitarios. Otro 11% alcanzó una maestría mientras que únicamente un 1% obtuvo el grado de doctorado.
De la muestra de 427 exalumnos, 145 laboraban; el resto se mantenían estudiando. De los 145 que laboraban, 101 lo hacían en el sector privado y 41, en el público.
Por otra parte, el 95% se mantenía laborando en Costa Rica; el 2%, en Estados Unidos y el 4%, en otras naciones.
“Con gran acierto las egresados se han insertado en empresas como la Hewllet Packard, Intel y Babel Software, siendo esta última una empresa especialista en diseño de software creada por egresados del Colegio Científico de Pérez Zeledón”, indica el análisis de Mora.
Entre quienes laboran en el sector público, el 50% trabaja en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y el 23% para el Ministerio de Educación Pública (MEP).
“En términos generales, los egresados se forman en las carreras de mayor demanda en el mercado laboral como las ingenierías y las carreras en el área de salud de más difícil acceso. Mayoritariamente, se logran especializar en sus áreas.
“En el estudio que elaboré puedo afirmar que más del 95% de egresados que se gradúan en bachillerato y licenciatura son absorbidos por el mercado laboral; están aportando muchísimo a la actividad económica en el sector privado. Quienes no trabajan, es porque estudian”, relató Mora.
Entre los egresados que están estudiando fuera del país y a los que Mora logró contactar está un alumno de la generación 2001-2002 que se encuentra preparándose en Praga en Ingeniería en Termofusión Nuclear.
“Mi familia se quiso oponer a que yo estudiara en Europa, al punto que nadie me quiso ayudar a pagar el tiquete aéreo. Pero bueno, tuve que trabajar dando clases de Matemática y Física en muchos lugares y laboré también en el hospital ( Escalante Pradilla en Pérez Zeledón).
“Le cuento que acá en la universidad recibo varios semanarios para motivarnos a ganar el Premio Nobel de Física, donde se nos enseña cómo publicar un trabajo de investigación. Creo que no se enseña en Latinoamérica”, escribió el egresado a Mora.
También Mora se contactó con otro exalumno de la generación 2005 quien se propuso estudiar Ingeniería Aeroespacial.
“El año pasado, apliqué a la Embry-Riddle (universidad de Aeronáutica con campus en Floridad y Arizona), logré entrar y pude cumplir uno de mis sueños. Actualmente, estudio bachillerato en Ingeniería Aeroespacial.
“Sin duda alguna, el colegio científico me ayudó demasiado a cumplir este sueño, no solo por la preparación extra en Matemática, Física y Programación; también por el cambio de mentalidad que se da al vivir en un ambiente tan diferente al de los demás colegios de Costa Rica.
“Uno aprende a soñar en grande y que los éxitos nunca son producto de la suerte, sino de sacrificio y esfuerzo”, le relató el exalumno a Mora.
¿Qué pasa en otras sedes?
La Nación consultó a los directores de los nueve colegios científicos restantes sobre si se tenían datos de los egresados. Sin embargo, la información no existe.
Juan Meneses, quien fue ejecutivo institucional del Colegio Científico de Cartago, de 1988 a 2017, indicó que solo tenía dato generales de esa sede, que ha egresado a 564 alumnos.
Meneses detalló que el 80% de sus exalumnos labora en el sector privado; el 50% posee al menos un posgrado; y el 80% labora en el país.
Agregó que el 57% de los egresados son graduados de carreras de Ingeniería y Tecnología y, el 26%, en carreras de ciencias de la salud.
Detalló que, entre los profesionales destacados de esa sede están Franklin Dawkins, anestesiólogo cardiovascular que formó parte del equipo que logró un hito al cerrar, por primera vez con cateterismo, un orificio congénito del corazón a una paciente de 54 años.
También está Diana Mendoza, ingeniera biotecnóloga y una de las propietarias de la empresa Hemoalgae que produce un anticoagulante a base de microalgas que funciona para tratar padecimientos como la trombosis.
Otro egresado destacado es Adolfo Chaves, del Colegio Científico Costarricense, con sede San Ramón, quien es profesional en Ingeniería en Electrónica y doctor en Sistemas Espaciales. Él se prepara para ser el segundo costarricense en ir al espacio, después del físico Franklin Chang Díaz.
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Chaves fue seleccionado, a finales de setiembre de este año, para ser uno de los cuatro astronautas que viajarán en la primera misión latinoamericana junto con un ecuatoriano, un mexicano y una estadounidense de ascendencia latina.
Este profesor e investigador del TEC había trabajado como uno de los coordinadores del proyecto Irazú, el cual puso en órbita el primer satélite centroamericano en el 2018.
En esta oportunidad, él y sus compañeros realizarán un viaje suborbital, en el que explorarán “los inicios del espacio”. Se desconoce la fecha del viaje.
Por su parte, Oscar Azofeifa, de la generación 2009 del Colegio Científico de Limón, quien actualmente tiene 28 años, estudió bachillerato y licenciatura en Ingeniería en Mecatrónica en el Tec. Es hijo de un agente de ventas en Limón y su madre es ama de casa.
Justo en el último año de la carrera, Azofeifa obtuvo una beca para realizar una maestría en Estados Unidos. Estudió en la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, una maestría en Sistemas de Energía.
En esa universidad trabajó por un año en investigación en microrredes y generación distribuida y después, a través de ellos, se pasó a una nueva empresa de tecnología en Boston, nacida de un laboratorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde lleva dos años laborando.
Presupuesto y demanda
El financiamiento de los colegios científicos proviene del Presupuesto Nacional de la República, con fundamento en la Ley de Promoción para el Desarrollo Científico y Tecnológico.
Según en plan de gastos del 2020, dicho programa representa una inversión total de ¢1.504 millones para las 10 sedes.
De acuerdo con Roberto Mora, director del Colegio Científico de Pérez Zeledón, el decreto establece que solo pueden recibir un máximo de 35 estudiantes por nivel.
La ley autoriza que sean dos grupos de décimo y dos de undécimo por año. Sin embargo, según Mora, el presupuesto solo les alcanza para tener un grupo de décimo y otro de undécimo.
Para el curso lectivo 2021, 1.064 estudiantes de noveno año se postularon para ingresar a décimo en las distintas sedes del colegio científico. Sin embargo, solo pudieron aceptar a 321.