La violencia familiar y la facilidad para obtener dinero mediante la venta de drogas son parte de los factores que impulsan a los jóvenes a dejar el colegio en áreas urbanas como Tirrases de Curridabat, en San José.
En cambio, en zonas rurales como Bagaces, en Guanacaste, el abandono de las aulas está más vinculado a la pobreza, la falta de oportunidades laborales para quienes sí estudian y el bajo nivel académico de los profesores.
Así como las causas de la exclusión escolar son diferentes en la Gran Área Metropolitana, o en las costas, en los colegios de alto ingreso o en las zonas urbano-marginales, las estrategias para combatir el abandono escolar también deben ser distintas y es lo que exigen alumnos, profesores y directores de diversos colegios del país.
Mientras tanto, el programa Colegios de Alta Oportunidad (CAO) de la Fundación Acción Joven en alianza con la estrategia Yo Me Apunto del Ministerio de Educación, trabajan solo en 15 colegios con alta deserción para impulsar el emprendedurismo, combatir el bullying y efectuar actividades lúdicas y culturales para intentar mantener a los alumnos en las aulas.
Por eso los directores de los centros educativos piden que programas como este se apliquen en todos los colegios y consideren las diferencias entre la zona urbana y la rural.
“Hay estudios que tratan de tomar en cuenta las particularidades de las comunidades para combatir este problema, pero el informe que tenemos es nacional, y eso termina siendo poco útil porque no podemos precisar, exactamente, las necesidades de cada lugar. Sí hay planes de buena intención, pero no se contextualizan adecuadamente”, sostuvo Pablo Masís, director del CTP Uladislao Gámez, en Tirrases.
En ese colegio, la alumna Yorleny Lanza, de 17 años, pensó dejar sus estudios por bajo rendimiento, pero “sentó cabeza” para no defraudar el sacrificio económico de su madre, y porque no quería repetir la historia de amigas que abandonaron las aulas por drogas o un embarazo.
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Entre tanto, en el rural Liceo de Bagaces, su director Albino Miranda, achaca a la pobreza y falta de empleo el abandono escolar.
En esa comunidad, hay padres que no pueden enviar a todos sus hijos al colegio por falta de recursos, citó Miranda. A esto se une la baja escolaridad de los padres, la venta de drogas y hasta el baja preparación de los profesores.
“En esto hemos fallado, pues el MEP tiene políticas macro e insiste en aplicar las mismas recetas a todos”, recalcó.
El año pasado al menos 21.300 estudiantes de secundaria abandonaron las aulas. Esa cantidad representa un 7,2% de la matrícula inicial. Aún así, la cifra es más baja si se compara con el 8,4% del 2016.
Por eso, la posibilidad de identificar esas causas puntuales, según el entorno de los colegios en zonas urbanas, rurales y costas podría mejorar los números.
Al respecto, el nuevo ministro de Educación, Édgar Mora, reconoce y califica de “grave” que existan pocos instrumentos de análisis, que permitan hacer estudios más completos. “Esa falta de analítica puede estar pasando una factura muy grande, es decir, no hay trazabilidad de las personas y si no hay se pierden la capacidad de análisis y se trastorna a todo el sistema”.
Según el jerarca, esa falta de seguimiento obedece a que los estudiantes no están inscritos por su número de cédula y eso podría provocar distorsiones. Por ejemplo, si un alumno se pasa de un colegio a otro, se considera que abandonó los estudios, cuando en realidad no es así.
¿Por qué CAO ha funcionado?
Costa Rica tiene pendiente el desafío de implementar estrategias focalizadas y ese parece ser el éxito de los CAO.
En estas instituciones se identifican las causas particulares del abandono y se combaten promoviendo el liderazgo juvenil, el rendimiento académico y la empleabilidad.
Para ello se realizan acciones como la alerta temprana (reportes de ausentismo), talleres vocacionales, capacitación a profesores, visitas periódicas a los hogares y conformación de equipos interdisciplinarios con aporte de líderes, explicó Anna Zimmbrick, directora de Acción Joven.
“El principal factor de éxito es que son los mismos colegios quienes tienen la potestad de elegir cómo desean influir en la realidad de los jóvenes. El elemento fundamental es que la respuesta al problema parte de su propio contexto y no de un recetario. Nosotros no llegamos a decirles a los colegios ´vamos a hacer esto´; tenemos una guía de trabajo, pero cada colegio decide”, enfatizó Catalina Vargas, gerente del proyecto CAO.
Stephanie Castillo, estudiante de duodécimo año del CTP de Purral, aplaude la iniciativa.
“El ambiente cambia definitivamente porque todo el mundo se siente más motivado y más seguro de que si pasa algo en la familia o si piensa dejar el colegio, sabe que puede contar con eso… principalmente en una zona vulnerable como esta donde hay venta de drogas, asaltos y mucha la pobreza”.
Algunos CAO han logrado bajar hasta en un 70% la exclusión (ver gráfico), dato que demuestra el éxito del proyecto para combatir el abandono escolar desde una visión más focalizada.
Considerando otros esfuerzos del MEP, desde el 2014 a la fecha se logró mantener en las aulas a 17.021 estudiantes, que de no ser por experiencias como las de CAO habrían renunciado al estudio.
Aún así, Édgar Mora estima que este tipo de iniciativas, como CAO, se convierten en características llamativas o pintorescas del sistema, sin que realmente tengan una incidencia generalizada en todo el conjunto.
Director del Colegio de Bagaces: ‘En este país la exclusión es un asunto de pobreza’
Albino Miranda, director del Liceo de Bagaces, cuestiona la vocación y las competencias de los docentes para combatir el abandono escolar. Para él, una misma receta, aplicada para todo el país, no funciona para disminuir la exclusión.
– ¿Cuáles son las causas principales de abandono escolar en este centro?
– En este país la exclusión es un asunto de pobreza. Este país está cada vez más pobre, porque eso de salir del subdesarrollo es un cuento que no se lo cree nadie. Desgraciadamente, las tres provincias periféricas del país (Limón, Puntarenas y Guanacaste) tienen más de 50 años de olvido. Aquí las fuentes de trabajo y las oportunidades son escasas, porque todo se ha concentrado en la meseta central.
“En zonas como estas, algunos padres de familia cuando tienen varios hijos, deben elegir quién estudia, porque no hay dinero y las becas es un asunto paliativo. E inclusive, el nivel académico de algunos docentes, porque aunque tengan licenciaturas y maestrías, no trabajan por vocación, muchos están por un salario nada más”.
– ¿Qué opina acerca de la necesidad de un análisis que determine las causas de la exclusión por zonas o regiones del país?
– Es muy necesario. Tiene que haber un análisis específico, porque cada región y a veces dentro de cada región, cada circuito, tiene sus particularidades. Obviamente hay aspectos generales, pero las situaciones no son iguales en todos los colegios.
“En esto hemos fallado, porque el MEP tiene políticas macro y nos pide aplicar las mismas recetas a todos. Eso es como que a usted le duela la cabeza y a mí el hígado, y para aliviarnos tomemos lo mismo”.
– ¿Por qué sería necesario aplicar soluciones de acuerdo a la realidad de cada zona?
– Porque tiene que ver mucho la realidad de la familia y el apoyo que le puedan dar al estudiante. Aquí muchos vienen de tugurios donde hay extranjeros, drogas, baja escolaridad y hasta analfabetismo.
“¿Cómo se le puede ayudar a un chico cuando en la casa sus papás no saben leer ni escribir? En esta comunidad también hay niños cuidando niños, y tengo el caso de un abuelito de 80 años que cuida dos nietos de 12 y 13 años que fuman mecha… son realidades muy difíciles”.
– Uno de los ejes del proyecto CAO es la capacitación docente. ¿Cuál ha sido su experiencia al respecto?
– En Puntarenas trabajamos capacitación con docentes, familias y estudiantes, y hasta los 4 meses se vieron resultados positivos. Eso mismo hicimos el año pasado aquí en Bagaces, pero no funcionó. A veces se programaban los talleres a las 4 de la tarde, y a la 1 en punto ya algunos profesores se iban.
“Se estaban gastando recursos económicos para estos docentes y ellos mismos solo estaban ahí cumpliendo horario, no había interés ni compromiso. De cierta manera, nosotros tenemos culpa de que los chicos se nos vayan”.
– ¿Cree usted que el proyecto CAO contribuye a que Costa Rica pueda avanzar para disminuir la exclusión escolar?
Puede que sí, porque intenta atacar las causas específicas del problema, pero debemos ponernos de acuerdo. Paralelo a lo que se hace en CAO, también están otros programas del MEP, y las autoridades deberían coordinar mejor lo que hacen, buscar repartirse los colegios que no están cubiertos para no duplicar esfuerzos. Porque, al final de cuentas, se crean muchos proyectos que pretenden hacerlo todo y terminan haciendo poco.
*Este reportaje se realizó como parte del Programa Punto y Aparte del Instituto de Prensa y Libertad de Expresión IPLEX. Se trata de un espacio que convoca a periodistas, jóvenes y experimentados, en la producción de trabajos de alta calidad, enfocados en la búsqueda de las causas de realidades de riesgo social, pero también en la propuesta de soluciones.