En marzo anterior, hubo una pelea entre alumnos del Liceo Diurno de Guararí, en las afueras del centro educativo, que se ubica en una de las comunidades más vulnerables del cantón de Heredia.
Por supuesto, el enfrentamiento provocó en la directora del colegio, Alexandra Bustos Böcker, decepción y mucha preocupación. Esa mezcla de sentimientos la animó a hacer un llamado a sus estudiantes: ¡Ya basta!
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“Les dije que tengo dos años de estar trabajando temas en contra de la violencia, flagelos y exclusión y que ellos tienen que tener en cuenta el dolor que puede haber en el hogar, sabiendo que los alumnos salen al colegio sin seguridad de regresar debido a una pelea. Les dije que yo, como directora, no lo iba a permitir, pero que no lo podía hacer sola”, relató la directora.
El mensaje caló profundo. Nueve alumnos se acercaron para ofrecer su ayuda dieron origen al proyecto “Estudiantes unidos por la paz”. Actualmente, esa organización reúne el trabajo y las voluntades de 75 muchachos, desde sétimo hasta quinto año.
Son ellos, con la guía de Bustos, los encargados de gestionar con sus compañeros la resolución de los conflictos.
Han sido capacitados para ayudar al control emocional de los alumnos, en su propio lenguaje; a evitar el bullying y la forma de expresarse de forma violenta dentro de la institución. También están vigilantes de los hechos que ocurren en la población estudiantil para informar cuando sea necesario.
Al Liceo, acuden 650 jóvenes.
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Desde que los alumnos comenzaron a intervenir, no se registran peleas ni hechos violentos en el colegio.
“Si ellos ven una situación de violencia en su misma aula, van y conversan con el alumno para evitar un problema. Ellos están vigilantes en horas de almuerzo; si están organizando un pleito, inmediatamente me informan. La idea es llegar a decirle a un alumno que no necesita enojarse, si no buscar ayuda”, explicó Bustos.
Trabajan con lemas de motivación como “un estudiante feliz, es un estudiante productivo”, “todos somos iguales”, o ” tienen derecho a ser escuchados”.
Según dijo, muchos de los alumnos traen dolor de sus hogares, violencia; son relegados por su orientación sexual, ofendidos y sufren otras situaciones que caracterizan a Guararí.
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“Son alumnos que de alguna forma los han hecho sentir invisibles, he podido a comenzar a sacar lo mejor de ellos. El lunes (18 de julio) tuvimos una reunión, entraron nueve estudiantes nuevos y hay varios más que quieren estar”, relató la educadora.
Ayuda ante emergencias
No solo los alumnos ayudan a prevenir la violencia, sino que actúan ante emergencias. Hace unas semanas, por ejemplo, la explosión de un cilindro de gas provocó un incendio que afectó cinco casas ubicadas frente al colegio. Este hecho causó conmoción, nerviosismo y mucha curiosidad, pues algunos estudiantes querían salir del Liceo para ir a ver lo que ocurría.
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“Los cogestores de paz ayudaron a controlar la situación, tomaron la iniciativa para ayudar con el orden y control de los alumnos”, explicó la directora.
Para hacerlo, también han recibido capacitación sobre acciones en caso de emergencias, cómo realizar gestiones a través mediante la línea de emergencias 9-1-1, así como primeros auxilios, respeto a las diferencias, resolución alternativa de conflictos y control de la ira. Todo está encaminado a convertir este colegio en un espacio de paz y convivencia.
A partir del 18 de julio, el grupo de estudiantes tendrá la tarea de replicar aula por aula el mensaje de paz, porque ellos se graduaron el 21 de junio como “gestores de paz”, gracias al Ministerio de Justicia y Paz.