La falta de agua potable en las escuelas y colegios no será un impedimento para que los alumnos retornen a clases presenciales, el próximo 8 de febrero, en medio de la pandemia de la covid-19 donde el lavado de manos es indispensable para evitar contagios.
El protocolo para la reanudación de clases presenciales en centros públicos y privados, anunciado el 14 de diciembre anterior, establece que los únicos centros que no van a retornar a la presencialidad son los que no tengan agua del todo, que son 32, y los que tienen orden sanitaria de cierre, que suman 72.
Leonardo Sánchez, director de programas de Equidad del MEP y quien participó en la elaboración de los protocolos de reingreso a clases presenciales, manifestó que en el país hay 354 centros educativos que, según una encuesta realizada por el Ministerio de Educación Pública (MEP), indicaron no tener agua potable, pero que sí contaban con el líquido captado mediante una fuente de agua informal (como un pozo o río).
“No contar con agua potable no es una restricción para el retorno a clases presenciales. Es una restricción que el centro educativo no tenga acceso a agua, del todo, para lavarse las manos y para que el sanitario funcione. El Ministerio de Salud ha dicho que lo importante es que haya agua para que las personas se puedan lavar las manos”, explicó Sánchez.
La mayoría de centros educativos que no cuentan con agua del todo o no tienen agua potable se encuentran en las zonas indígenas del país.
Según Sánchez, el no tener agua potable significa que los centros sí tienen acceso al líquido pero este no ha sido tratado. Básicamente, el agua es captada directamente de pozos, ríos o agua de lluvia. No es agua para consumo humano.
El Liceo Roca Quemada, en el territorio indígena de Alto Chirripó, Limón, donde estudian 140 alumnos, es uno de los centros que no tienen agua potable.
Hellen Villanueva, directora de ese colegio, detalló que tienen agua gracias a una naciente que los abastece a ellos, a su comunidad y a otras escuelas y comunidades indígenas.
La Junta de Educación de ese centro compró las tuberías para hacer llegar el líquido hasta el colegio y abastecer los sanitarios, comedor, lavatorios u otros.
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“A pesar que no se le hacen pruebas de coliformes fecales, esa agua se utiliza para todas las necesidades básicas (bañarse, cocinar)”, aseveró Villanueva.
La funcionaria añadió que existe una gran preocupación ya que la naciente se está secando y les está llegando muy poca agua.
“Vieras que esa es nuestra preocupación, la naciente se está secando y prácticamente nosotros tenemos que ver ahora cómo y dónde vamos a sacar el agua ya que no hay otras opciones. Ya no hay otra fuente de agua, esa naciente abastece casi que todas las comunidades indígenas, imagínese que solo en el circuito mío hay 25 instituciones y casi que la mayoría de esas instituciones tienen la misma situación”, explicó la directora.
Cambio de criterios
Los criterios para definir las escuelas y colegios que retornarán a clases presenciales, en medio de la pandemia, han cambiado sustancialmente de agosto a diciembre.
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En el protocolo del MEP de agosto se consideró que la apertura de centros educativos, en medio de la pandemia, dependía del estado de alerta en que se encuentra su cantón o distrito de acuerdo con las declaratorias de emergencia vigentes; también de la matrícula y secciones y la cantidad de aulas que permitan mantener el distanciamiento físico
Además, se abrirían si el centro educativo contaba con los servicios básicos (luz, agua e Internet) y dependiendo de la cantidad de lavamanos disponibles y servicios sanitarios (así como su sistema de desecho de aguas negras).
Según ese protocolo, solo por condiciones sanitarias se descartaron más de 2.000 centros educativos para regresar a la presencialidad (el MEP tiene cerca de 4.500 centros en total)
Sin embargo, esa cifra bajó a 108, en el protocolo de diciembre, ya que el MEP redujo a dos criterios los centros que no podían regresar a la presencialidad. Estos son, como se dijo anteriormente, que no cuenten con agua del todo y que tengan orden sanitaria de cierre.