“La educación no es de esa forma”. Con ese convencimiento, Dayanara Maradiaga, vecina de San Rafael de Heredia, decidió que lo mejor para su hija era cambiarla del sistema público al privado.
En el 2020, Monserrat, de 13 años, cursó sétimo año en el Conservatorio de Castella, adscrito al Ministerio de Educación Pública (MEP).
Sin embargo, la madre concluyó que la educación que recibió la menor “no era lo que quería para ella” y tomó la decisión de trasladarla al Taller Pedagógico Montebello para el curso 2021.
Precisamente, ese es el centro privado donde Maradiaga labora como docente, en el área de preescolar.
El cambio, argumentó, lo hizo porque estaba “preocupada y asustada” de que su hija no recibiera lecciones.
Según datos del MEP, 9.445 de sus estudiantes fueron trasladados por sus padres del sistema público al privado durante la pandemia.
“Hubiera esperado que recibiera clases, pero los docentes solo tiraban las GTA (Guías de Trabajo Autónomo), recibía muy pocas clases, quedé tan asustada, el 2020 fue casi que regalado. No asistieron a clases, solo mandaban las GTA, no había ninguna base ni respaldo académico donde un docente le explicara los procedimientos de las materias y temas de cada asignatura”, relató la madre.
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Explicó que en el Castella, antes de la pandemia, la joven recibía las materias básicas en la mañana y las artísticas en la tarde. El año pasado, dijo, se conectaba a clases de las materias básicas dos o tres veces por semana, 30 minutos, y solo le explicaban lo que debían hacer en las GTA; no recibía clases ni materia.
“Me vi en la necesidad de pasarla a mi institución porque sé que damos virtualidad al 100%. Ella, actualmente, se conecta a las 7: 30 a. m. y se desconecta a las 3:10 p. m., que es el horario lectivo. Tiene sus recreos y su almuerzo; pero el resto del tiempo está conectada, tiene que estar con la cámara encendida y los temas los ha visto normal, va al día “, relató.
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Aseguró que el año pasado, intentó contactar a las autoridades del colegio para pedir explicaciones pero “nunca contestaban el teléfono”, no tenía realimentación del desempeño de su hija.
En el Castella, Maradiaga pagaba ¢70.000 mensual de transporte. La mensualidad en el Montebello es de ¢240.000. Por ser docente, a esta madre le rebajan la cuota a la mitad, entonces, hizo el esfuerzo para juntar los ¢120.000 y tener a su hija estudiando de forma continua.
“Lo que está aprendiendo ahora, no lo hubiera hecho, jamás ni nunca, en la otra institución”, manifestó.