La psicopedagoga y neuropsicóloga Alexandra Goñi Vindas lleva décadas trabajando con estudiantes con altas capacidades y ha sido testigo de cómo estos niños y jóvenes no han recibido ni de los centros educativos ni del Estado ni de las comunidades, el apoyo que requieren.
En su criterio, hay dos obstáculos principales: la Ley para la Promoción de la Alta Dotación, Talentos y Creatividad en el Sistema Educativo Costarricense (Ley 8899), de 2010, que no ha logrado alcanzar de una forma integral a los menores, y la falta de conocimiento y capacitación de los docentes en la materia.
Para la profesional, la normativa debería hacer la distinción entre qué es un niño de alta dotación o superdotado, uno talentoso y uno creativo. Todos sobresalen de la media, pero por diferentes razones, y tienen distintas necesidades de aprendizaje y de acompañamiento.
“Es básico conceptualizar. Generalmente pensamos en qué vamos a hacer con este niño y nos olvidamos de quién es. Lo primero es separar. Aquí generalizamos, aquí decimos ‘el talentoso, el de alta capacidad, el superdotado’, y sí hay diferencias. Y en la ley no se ha logrado conceptualizar esto. La ley te habla de talento, alta capacidad y creatividad. Son tres términos diferentes, y no siempre quien tiene una característica tiene las otras dos, se puede tener solo una o dos. Eso ya es un vicio de la ley”, expuso en entrevista con La Nación.
En este video, Goñi explica las características de los niños superdotados, de los talentosos y de los creativos, sus diferencias y la forma en la que debe canalizarse el potencial. Tener las diferencias claras va a permitir entender las deudas que se tienen con ellos.
“Ante todo, les encanta aprender. Y ahí es donde viene la frustración, porque les encanta aprender, pero en la escuela reciben más de lo mismo, de ahí esas necesidades que el sistema no ha sabido atender”, destacó.
“Seguimos cayendo en que quien sobresale es quien tiene buenas notas, y no siempre es así. Hay estudiantes brillantes con muy bajo rendimiento, porque no están motivados, porque en el aula no encuentran lo que necesitan y se sienten frustrados. Por eso también se ve deserción”, añadió.
Los vacíos de la ley
La ley, implementada por el Ministerio de Educación Pública (MEP), pretendía dar a estos niños, jóvenes y a sus familias posibilidades para identificar y tratar el potencial. Sin embargo, no se cuentan con las herramientas necesarias para cumplirla.
Dentro de esta ley, el primer punto es la identificación. A su juicio, el principal problema es que esta identificación solo se hace de forma cualitativa y no hay elementos cuantitativos. Una de las razones que Goñi expuso es que por falta de recursos no se toma en cuenta el componente cuantitativo.
“Está bien la identificación cualitativa, para la parte cuantitativa, estadísticamente hablando, es la que tiene peso. Y es la que se está dejando de lado. Y es necesario tener ambas”, destacó.
En el componente cualitativo se le pide al docente observar las habilidades de pensamiento crítico o pensamiento sistémico en los estudiantes.
“Pero habrá un maestro que diga que el pensamiento crítico es una cosa y otro que diga que es otra. Y ahí se comienza a desviar la parte de la identificación”, expuso la especialista.
En otros países, dijo Goñi, se aplican varias pruebas que miden diferentes rubros. Hay pruebas de rendimiento académico, de aptitud, de habilidades cognitivas, de aprovechamiento. La aplicación de varias, individual y en conjunto, darán información.
Goñi ejemplificó que, en algunos estados estadounidenses, para ofrecer educación específica adecuada a las necesidades, se les exige estar en el percentil 95, el más alto de una prueba de inteligencia.
“A pesar de que dicen que no se deben utilizar pruebas de inteligencia porque son muy excluyentes, estadísticamente y en cuanto validez, nadie les quita su lugar. El enriquecimiento para desarrollar talentos se les puede dar a muchos niños, pero a los chicos realmente superdotados, necesito identificarlos y ofrecerles algo diferente porque se salen de la norma, y para eso estas pruebas ayudan”, destacó.
El problema es que el personal docente no tiene estos instrumentos, primero porque no sabe cómo identificarlos, y, si no está claro de quién se está hablando, será muy difícil identificar. Las docentes tienen pruebas específicas para trastorno del espectro autista (TEA) o dislexia, pero no pruebas específicas de alta dotación o talento.
Preparación para educar altas capacidades
Goñi es enfática en que, si se tuviera la mejor ley, una que realmente atendiera todas las necesidades de los estudiantes, la aplicación de esta no sería posible y los niños de alta dotación o talentosos también quedarían en abandono, pues los docentes no tienen las herramientas para lidiar con ello.
“En las universidades no hay formación. De una manera aislada dan un curso; yo los he dado. Pero de pronto lo dan como un optativo. ¿Pero por qué no tener, como en otros países, un posgrado, o una carrera específica, sobre esto?”, manifestó la especialista.
Otra carga que llevan los docentes, según la ley, es que después de identificarlo deben generar las intervenciones necesarias en las clases para llenar las necesidades de los menores.
“El que está al frente no tiene conocimiento, porque no hay preparación en el país. De las universidades no salen preparados para atender esta población. La ley les dice a los docentes ‘deben intervenir’, pero ¿cómo va a intervenir si no tiene esa capacitación o especialización?”, cuestionó Goñi.
“El MEP te dice que ellos se capacitan. Le preguntás a los docentes y estas (capacitaciones) son muy generales y solo en regiones específicas. Falta más”, agregó.
Intervenciones
A nivel internacional, hay tres tipos de intervenciones para estos menores. Una es la que se hace en Costa Rica, el enriquecimiento, el darles más en clase. Otra es la aceleración (adelantar lecciones o cursos) y el grouping (agrupar a los estudiantes, según sus capacidades).
“Te dicen que grouping no podés hacer porque esos chicos ayudan a los demás compañeros. ¿Pero quién atiende a los demás? Te dicen que adelantar no podés hacer porque la parte emocional no se puede, cuando eso es un mito, se ha demostrado que si está recibiendo lo que necesita, no tiene problemas emocionales. Pero aquí no podés hacer eso, en otros países sí, pero aquí no, ¿pero qué hacés con un chiquito de cuatro años que ya sabe leer y hacer operaciones básicas cuando los compañeros apenas están viendo colores? Y la Ley no contempla esto”, afirmó Goñi.
La especialista concluyó en que no es posible cambiar la ley como está; con los reglamentos se ha intentado, pero no del todo.
“Pero insisto: nada se logra con la mejor ley si los docentes no tienen ni la formación ni las herramientas”, concluyó.