El cierre generalizado de los centros educativos a causa de la pandemia de covid-19 plantea un riesgo “sin precedentes” para la educación y el bienestar de los niños, especialmente de los más marginados que dependen de la escuela también para su salud, su seguridad y su nutrición.
La advertencia fue lanzada este jueves por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos y el Banco Mundial.
Estos organismos, además, dieron a conocer directrices para reabrir las escuelas en condiciones de seguridad tras los cierres que afectan a cerca de 1.300 millones de estudiantes de todo el mundo, incluida Costa Rica, que desde el 17 de marzo suspendió el curso lectivo presencial para evitar la propagación del nuevo virus respiratorio.
Las directrices ofrecen a las autoridades nacionales y locales una serie de consejos prácticos para el regreso.
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“La desigualdad creciente, los problemas de salud, la violencia, el trabajo infantil y el matrimonio precoz son solo algunas de las amenazas a largo plazo para los niños que no van a la escuela. Sabemos que cuanto más tiempo pasan los niños sin ir a la escuela, menos probabilidades hay de que regresen.
"Si no priorizamos la reapertura de las escuelas (cuando sea seguro hacerlo), es probable que seamos testigos de un catastrófico retroceso de los avances en materia de educación”, afirmó Henrietta Fore, directora Ejecutiva de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).
Según las directrices, el interés superior de los niños y las consideraciones generales en materia de salud pública –sobre la base de una evaluación de los beneficios y los riesgos para la educación, la salud pública y los factores socioeconómicos–han de ser la prioridad para las autoridades nacionales y locales a la hora de tomar la decisión de reabrir las escuelas.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) informó el martes de que un grupo de 20 expertos analizan el regreso a las clases presenciales de forma paulatina y a mediano plazo.
Además, desde que se cerraron las escuelas y colegios, se entregan paquetes de comida a las familias más vulnerables.
Según los organismos, todavía no hay pruebas suficientes para medir el impacto del cierre de las escuelas sobre las tasas de transmisión de la covid-19, pero los efectos adversos sobre la seguridad y la educación de los niños “están bien documentados”.
“Los avances logrados en la ampliación del acceso a la educación por parte de los niños en las últimas décadas no solo podrían perderse, sino que, en los peores casos, podrían revertirse por completo”, indicaron en un comunicado.
“Ante la gran cantidad de estudiantes que se están quedando rezagados en su educación debido al cierre prolongado de las escuelas, la decisión de cuándo y cómo volver a abrirlas, si bien no es nada sencilla, debería ser prioritaria. Cuando el sector de la salud dé luz verde, será necesario poner en marcha todo un conjunto de medidas para garantizar que ningún niño quede atrás", dijo la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.
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Las directrices incluyen:
Una reforma de las políticas: entre las que cabe destacar la elaboración de políticas claras para la apertura y el cierre de las escuelas durante emergencias de la salud pública y el fomento de reformas necesarias para ampliar el acceso equitativo de los niños marginados y los que no van a la escuela, así como el fortalecimiento y la normalización de las prácticas de aprendizaje remoto.
Requisitos de financiación: abordar los efectos de la covid-19 sobre la educación e invertir en fortalecer los sistemas educativos para la recuperación y la resiliencia.
Funcionamiento seguro: garantizar condiciones que reduzcan la transmisión de la enfermedad, salvaguardar servicios y suministros esenciales y promover un comportamiento saludable. Esto incluye el acceso a jabón y agua limpia para lavarse las manos en condiciones de seguridad. Además, procedimientos de actuación en caso de que algún miembro del personal o algún estudiante se encuentre indispuesto y protocolos de distanciamiento social y prácticas adecuadas de higiene.
Compensar el aprendizaje: centrarse en prácticas que compensen el tiempo de instrucción perdido, fortalecer la pedagogía y utilizar modelos híbridos de aprendizaje tales como integrar los enfoques basados en la educación remota y a distancia. Esto debe incluir conocimientos sobre la transmisión y la prevención de enfermedades.
Bienestar y protección: hacer hincapié en el bienestar de los estudiantes y reforzar la protección de los niños a través de mecanismos mejorados de remisión y la prestación de servicios esenciales en la escuela, como la atención de la salud y la alimentación escolar.
Llegar a los más marginados: adaptar las políticas y las prácticas de apertura de las escuelas para ampliar el acceso a los grupos marginados, como los niños que ya habían abandonado la escuela, los niños desplazados y migrantes y las minorías. Diversificar las comunicaciones y las actividades de divulgación más importantes poniéndolas a su disposición en los idiomas pertinentes y en formatos accesibles.
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"Nos encontramos en un momento decisivo, ya que estamos ante una plataforma de lanzamiento hacia una nueva normalidad que debería ser más efectiva y equitativa. Con el fin de gestionar la reapertura, las escuelas tendrán que estar preparadas logísticamente y su profesorado deberá estar listo. Además, deberán contar con planes específicos para facilitar que los estudiantes más desfavorecidos se pongan al día de su aprendizaje.
"Las directrices ofrecen un marco para seguir avanzando en torno al cual se coordinan los principales organismos de las Naciones Unidas”, afirmó Jaime Saavedra, el director mundial de Educación del Banco Mundial.