Según Fabio Boscherini, consultor en política para el empleo para el programa de la Unión Europea, Eurosocial, los países corren el riesgo de tener muchos ingenieros pero no tener soldadores o electricistas.
Para él, la educación técnica de calidad debe ser una opción que el país ofrezca a las personas que no quieren estudiar una carrera, que necesitan adquirir competencias para conseguir un trabajo, quienes buscan una certificación de sus conocimientos o estudiaron una carrera y deben actualizar sus habilidades.
También debe ser una opción para las empresas, sedientas de mano de obra técnica calificada, de acuerdo con sus requerimientos, los cuales se actualizan en periodos más cortos que como ocurría hace más de una década.
Desde mayo, Boscherini da asesoría especializada al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), institución que busca modernizarse para responder más ágil y oportunamente a las nuevas tecnologías y a las necesidades del mercado laboral.
Según estadísticas del mismo Instituto, actualmente solo el 25% de los graduados del INA logran conseguir empleo en la especialidad estudiada.
“No todos podemos ser ingenieros, economistas o abogados, depende de la elección del individuo pero también depende de un sistema que ofrezca distintos caminos y posibilidades de empleo de acuerdo con lo que están necesitando las empresas”, expresó el especialista.
Bosquerini habló con La Nación luego del foro de alto nivel realizado por el INA, en octubre pasado, en donde se convocó a estudiantes, legisladores, empresarios, autoridades de Gobierno, sindicatos, cooperativismo y solidarismo, y a sus propios trabajadores, para elaborar, de manera conjunta, las propuestas para que la Institución responda a la Revolución 4.0.
De acuerdo con Bosquerini, el INA tiene muchas fortalezas como, por ejemplo, el presupuesto, que en el 2019 fue de cerca de ¢145.000 millones; la presencia en todas las provincias y sus docentes. Sin embargo, hay algo que la Institución no tiene para responder a las necesidades del mercado laboral: flexibilidad.
“El INA tiene que responder a mecanismos de funcionamiento del sector privado, vender servicios, lo cual no implica que deba ser privatizada. Una empresa necesita un electricista, yo te lo consigo y capacito para que luego lo contrate. El cambio que necesita el INA es una capacidad de ser flexible, rápida, para eso necesita cambios normativos. El INA debe ser rápido en atender el el pedido de una empresa que responde a un mercado global y no puede esperar un año”, explicó Bosquerini.
Actualmente, el tiempo de respuesta del INA para responder a los requerimientos de una empresa es un año, mientras sigue los procedimientos legales.
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Según el especialista, la institución no puede conseguir sola esa flexibilidad ya que esto implica cambios que solo se pueden dar a través de reformas a la ley orgánica, por lo cual necesita el apoyo de otros sectores.
“Flexibilidad no quiere decir echar trabajadores, si no crear puestos de trabajo. Ser flexibles no es un formula vacía, tengo que estar en la condición de responder a lo que me esta pidiendo el mercado”, manifestó Bosquerini quien añadió que también deben darse cambios a lo interno de la institución la cual funciona de manera muy “burocrática".
Además, explicó que el Instituto tiene que tener la posibilidad de traer expertos del extranjero para que entrenen a los docentes que están dedicados a dar clases pero que no tienen tiempo para actualizarse.
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Prospección
Bosquerini explicó que el INA tiene que tener la capacidad de formar a estudiantes para que se conviertan en profesiones que aún no existen y, para eso, es fundamental la alianza con el sector privado. También considera que no solo se debe enfocar en capacitar jóvenes si no personas que trabajan y que necesitan actualizar sus competencias con los nuevos requerimientos.
“Con las alianzas se van reportando los cambios que hay en el sector. Se necesitan antenas que permitan no solamente formar bien a los jóvenes, si no también a los trabajadores. Un problema enorme de Europa es que llama trabajador vulnerable a alguien con más de 50 años que tiene algunas competencias, pero no sabe manejar bien nuevas herramientas. Es fundamental ese tipo formación que sea útil para personas que están trabajando pero que corren el riesgo de perder su trabajo porque no manejan otros conocimientos”, manifestó.
Para él, el país también debe darle la importancia a la educación técnica profesional. Está claro en que se necesitan médicos, enfermeros, abogados, pero a la vez se requiere recursos humanos técnicos como soldadores, mecánicos, electricistas y cualquier cantidad de carreras técnicas que den soporte a las demandas de las empresas.
"En Manuel Antonio (Quepos) hay un potencial de capacitación para el turismo impresionante. Usar tecnologías para reservar en atención al cliente es importante. Por ejemplo, en el el hotel donde yo estuve no funcionaba el datáfono, para mí no hubo problema porque fui al cajero, pero alguien que solo tiene tarjeta, mejor se va. Me decía que el que esta en el hotel (era sábado) que no encontraba un técnico que le reparara el datáfono; ahí hay un espacio de capacitación importante, una necesidad clara para un puesto de trabajo”, relató.
Explicó que en el caso de Alemania, donde las educación técnica es ejemplo a seguir, hay un componente cultural y se ve bien trabajar como técnico, almacenero o ingeniero.
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“En Alemania, si se necesita ingenieros, el sector empresarial interactúa con las universidades; si necesitan técnicos interactúan con el sistema profesional que está en condiciones de responder rápido a lo que necesitan las empresas, darle una oferta de trabajadores que puedan contratar. Se debe tener esta capacidad de reacción que será de un marco de estrecha relación con los sectores”, dijo Bosquerini.
Eurosocial es un programa regional de cooperación técnica de la Unión Europea con América Latina para apoyar políticas públicas nacionales, dirigidas a mejorar los niveles de cohesión social y fortalecer las instituciones que las llevan a cabo
La estrategia trazada por el INA (que el Programa Eurosocial apoya) apunta a la construcción de un nuevo modelo de gestión. La idea es que este recoja los aporte e insumos de todos los sectores, con un consenso político, técnico y social.
Actualmente, las autoridades del INA trabajan en la propuesta final.