Solo ocho estudiantes se matricularon, el año pasado, en la carrera de Retratista que imparte el INA; siete se interesaron para ser guías de turistas en Historia y Cultura, mientras que la carrera de Arte finalista para impresión flexográfica (una técnica de impresión) despertó el interés de tan solo cinco alumnos en 2016.
Las clases con pocos estudiantes es lo normal en 12 programas de capacitación de esa institución en las cuales se registró una matrícula de menos de 10 alumnos en un año.
En total, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) imparte 281 carreras, que entre todas registraron, en 2016, 52.911 matrículas (un alumno puede registrarse en más de un curso).
Sin embargo, solo 15 carreras acaparan el 60% de la matrícula (32.066 alumnos). En este grupo se incluye la carrera de Operador de Aplicaciones Ofimáticas (para el manejo de paquetes como Excel, Word o Power Point) que es la que más matrícula genera en la institución al contabilizar el 33% de las inscripciones (17.611).
Los 266 programas de capacitación restantes agrupan el 40% (20.845 estudiantes).
Para atender a los 17.611 alumnos de la carrera de Operador de Aplicaciones Ofimáticas, el INA invierte ¢7,8 millones al año en pago de docentes, instalaciones, equipo, etc. Para dar lecciones a los cinco alumnos que llevan el programa Arte finalista para impresión flexográfica destina más dinero: ¢8,7 millones.
El Sindicato de Trabajadores del INA (Sitraina) ha denunciado que los cursos de la Institución no tienen los alumnos que se esperan y aduce que es culpa de las administración. Así lo manifestó Luis Ricardo Jara, secretario general del sindicato.
“Usted llega a algunos centros y da miedo porque no hay estudiantes. La sede central (en La Uruca), por ejemplo, es un reflejo de lo que ocurre a nivel nacional. Hay una cantidad de alumnos con la que se inicia un curso, pero se terminan yendo por falta de becas; o bien, el alumno entra becado y a media carrera le recortan la beca o se la quitan del todo.
”También hay poco estudiante porque no existe divulgación de las carreras, no hay promoción, antes el INA promocionaba la apertura de carreras. Además, el INA no ha hecho estudios de determinación de necesidades del mercado laboral”, explicó Jara.
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En 2009, la matrícula en los programas del INA llegaban a 67.089; en 2016 esa cifra se redujo a 52.911, es decir, cayó en 21% (14.178 inscripciones menos).
Además, el año pasado, la tasa de deserción en los programas técnicos del INA llegó a 9,6%. O sea, que en ese año poco más de 5.000 matrículas se perdieron por estudiantes que se salieron del programa, el cual puede durar desde tres meses hasta 2 años y medio.
Pese a la baja población en los cursos, Gloria Acuña, subgerente técnica de la Institución, explicó que ellos atienden un requerimiento específico de las cámaras empresariales las cuales, si tienen una necesidad de capacitación, se les abre un curso. Otras carreras, según la funcionaria, responden a “estudios de demanda”.
“Para diseñar un programa (carrera técnica) se recurre a varias fuentes como cámaras empresariales, instituciones públicas y privadas, potenciales inversionistas, gremios empresariales y de trabajadores, solicitudes específicas de personas físicas, empresas o comunidades, estudios de necesidades y requerimientos de formación y capacitación o informantes clave”, explicó Acuña
Sin articulación
Aunque Acuña explica que los carreras o programas responden a requerimientos específicos de las empresas y a la demanda, la misma Institución reconoce que esto no es así.
“Pese al elevado presupuesto institucional, la infraestructura, los recursos humanos y la amplia misión institucional, la definición y entrega de servicios que efectúa el INA en la actualidad no se adecua de la mejor manera a las demandas de los sectores productivos del país”, se lee en el informe Modernización de la Formación Profesional en Costa Rica, dado a conocer el 26 de setiembre por el INA.
Allí se detalla que solo 25 de cada 100 personas que no tienen trabajo y se matriculan en el INA, logran colocarse en una actividad relacionada con lo estudiado. Otras 60 se quedan sin conseguir trabajo.
Además, indica que, a partir de 2009, la cantidad de egresados ha disminuido en un 40%. Hace ocho años, el INA egresaba a 51.349 personas; en el 2016 ese número se redujo a 30.919.
Esto ocurre a pesar de que el presupuesto de la Institución ha crecido en un 45% desde el 2010. En ese año, el presupuesto era de cerca de ¢87.000 millones para 2017 llegó a ¢126.317 millones.
Desde el 2008, los empresarios han advertido que la oferta de carreras del INA no responde a las necesidades del sector empresarial.
Confeccionador de prendas de vestir estilo tejano, ordeñador de ganado bovino, ama de llaves, marinero de pesca deportiva, artesano del bambú o recepcionista de hotel son algunos de los programas que la entidad ofrece aunque no despiertan mucho interés, pues, en un año, registran una matrícula de menos de 30 alumnos.
Una mujer de 40 años, vecina de San Antonio de Caño Negro, Los Chiles, llevó el programa ordeñador de ganado bovino. Según ella, una amiga le dijo que se metiera para ajustar 11 estudiantes que se necesitaban para abrirlo.
Uno de cada 3 empresarios considera que las carreras del INA no responden a las necesidades del sector productivo, como lo revela la encuesta Pulso Empresarial, del II trimestre del 2017, que consultó a 400 empresarios, presidentes, gerentes generales y gerentes financieros de las principales empresas del país.
“Hemos escuchado por parte de la Cámara Costarricense de Hoteles que los programas que se aplican para hoteleros, no es lo que actualmente se necesita”, indicó Jorge Luis Araya, subdirector ejecutivo de la Unión de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep).
Para el sindicalista Ricardo Jara, uno de los problemas es que debido a los pocos alumnos que se matriculan en las carreras, los docentes contratados para darlas terminan haciendo tareas diferentes.
Alrededor de 1.800 profesores están en la planilla del INA para dar las carreras técnicas.
“No es que los docentes se quedan sin hacer nada. A ellos los mandan a hacer cuestiones que no les corresponden. Si los contratan como docente es para dar capacitación”, explicó Jara.
Gloria Acuña explicó que si un curso se cae “se define qué se le pone a hacer al docente”.
Entre las labores que se le asignan, según la funcionaria, están hacer estudios técnicos de los bienes, participar en diagnósticos, hacer investigaciones, diseño de oferta curricular o evaluaciones. Acuña dijo desconocer el número de docentes que está en el Instituto haciendo una labor diferente a dar clases.