Solo el 50% de los contenidos que los estudiantes de escuelas y colegios debieron haber visto en el 2020 se pudieron impartir debido a la suspensión de clases presenciales por la pandemia de covid-19.
Ya los alumnos arrastraban un rezago, en el 2018, luego de que, durante tres meses, los docentes decidieran no darles clases a causa de una huelga.
El 2021 no va a ser un año para recuperar esos aprendizajes. El 8 de febrero los alumnos regresarán a clases bajó una modalidad híbrida, donde se combinará la virtualidad con la presencialidad, por lo que no será un año normal.
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La ministra de Educación, Guiselle Cruz, considera que la nivelación de aprendizajes a los alumnos va a tomar varios años y que este problema es un tema país que involucra a diversos actores: desde el Ministerio de Educación Pública (MEP) hasta las familias.
En esta entrevista, la jerarca habla de estos desafíos y brinda detalles sobre la logística del regreso a clases.
—¿Cómo van los preparativos para el retorno a la presencialidad?
—Desde abril del año pasado conformamos una comisión de muy alto nivel para desarrollar la estrategia Regresar, teníamos inicialmente una fecha horizonte que era setiembre. Desde ahí, venimos preparándonos; no pudo ser en setiembre. En esta estrategia han participado desde funcionarios del MEP, la sociedad civil, Unicef, Unesco, el Ministerio de Salud, el Estado de la Educación. Allí se hicieron varias mesas de trabajo y, a partir de esas mesas, se conformó la estrategia y la ruta para el retorno a la presencialidad.
“Pedimos, además, información a los directores de los centros educativos, a través de una herramienta tecnológica. Tenemos una base de datos muy robusta que nos permitió hacer análisis de las condiciones de cada centro educativo desde la parte de infraestructura educativa hasta la sanitaria y la matrícula. A partir de allí se trazan las disposiciones sanitarias y pedagógicas.
“Fuimos al Consejo Superior de Educación a realizar una modificación para que el curso lectivo del 2021 fuera por semestre. Tenemos que ir evaluando y monitoreando el proceso para ver si se hacen ajustes para el segundo semestre del 2021 de acuerdo con cómo se comporte la pandemia”.
—¿Qué ha sido lo más difícil?
—Dificultades, yo no encontrado. Nos parece que más bien eso es una ganancia, porque nos permitió tener esa información detallada. Aprovechamos para hacer una muy buena recopilación de información, un muy buen análisis de la información, y esta información compartirla con los directores regionales y poder tener mucha claridad para la toma de decisiones relacionadas con el retorno a la presencialidad”
—¿Cuánto se ha separado del presupuesto para la logística de regreso a clases presenciales y qué incluye ese dinero?
— La inversión que hay que hacer es en términos de compra de más suministros de limpieza, a través de las Juntas de Educación. Sin embargo, hemos buscado donaciones, vamos a poder distribuir en estos días una buena cantidad de implementos de limpieza para los centros educativos, más de 600, a través de una donación de $400.000 en implementos de limpieza de Unicef y USAID (la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional).
“En términos de presupuesto, es el presupuesto del Ministerio (que se deposita a las Juntas para gastos operativos). Las Juntas han venido haciendo esfuerzos para la colocación de lavamanos en los centros educativos, e igual con el agua, para poder hacer coordinaciones y mejoras en cuanto al suministro del agua. Hay una donación importante que se hace a través de la Comisión Nacional de Emergencias, de 300 tanques de agua. Ahora hay que distribuir estos suministros en las escuelas que podemos apoyar. Son escuelas cuyas Juntas de Educación tienen menos ingresos o que estaban limitadas para la compra de estos suministros”.
—Dentro del presupuesto, ¿se considera dotar a los estudiantes de mascarillas en caso de que no tengan, las pierdan o dañen durante clases?
—Se dota de mascarillas a la población más vulnerable, que es pobreza y pobreza extrema. Se van a entregar dos mascarillas por estudiante, en tres entregas durante el semestre. Son mascarillas de tela. Se hizo un cartel con todas las especificaciones técnicas para su adquisición.
“En el caso de que un alumno pierda la mascarilla durante clases, parte del protocolo que tienen que aplicar los docentes es igual que cuando un alumno pierde cualquier otro elemento. Se le repone. Lo importante es que ningún estudiante puede alegar que no está en clases porque no tiene mascarilla; para eso los estamos apoyando”.
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—¿Tienen una estimación del porcentaje de alumnos que ingresará a clases presenciales el 8 de febrero?
—No, porque los directores de los centros educativos, apenas se ingrese, tienen que hacer los horarios tomando en cuenta la cantidad de aulas, el aforo respecto a la cantidad de matrícula y considerar también una variable muy importante, que es la cantidad de estudiantes que han estado menos vinculados con los centros educativos, para que quizá tengan más lecciones presenciales.
“La primera semana de febrero, los directores hacen los horarios y les informan a los padres de familia. Tenemos tres semanas para ir ingresando a los centros educativos, poco a poco. Los niveles (de los alumnos) más grandes empiezan los primeros días; en la tercera semana de febrero, ya todos los estudiantes han ido presencialmente a clases. Son tres semanas para darnos tiempo a la aplicación de los protocolos y que los alumnos se vayan familiarizando con estos”.
—¿Los maestros se pueden negar a regresar a clases presenciales ya sea porque tienen factores de riesgo o viven con alguien que los tiene?
— Tienen que presentar una justificación médica para decir que poseen un factor de riesgo o que la persona con la que viven tiene un factor de riesgo que limita la presencialidad. Igual un estudiante que tenga condición de salud comprometida. Los padres de familia valoran junto con el médico si va o no va a clases presenciales; lo mismo si vive con alguien con factor de riesgo.
— ¿Han estimado cuántos docentes tienen factores de riesgo?
— Eso es un dato que tiene la Caja, nosotros no tenemos ese análisis. Lo que sí hemos hecho son todos los esfuerzos necesarios para que se contemple en el cuarto grupo de vacunación a las personas docentes.
—¿Qué pasará con los alumnos cuyos docentes no den clases presenciales por factores de riesgo? ¿Se les darán clases virtuales?
— No necesariamente, el director toma la disposición de cuál es profesor, cuál materia da, cuántas lecciones imparte, cuántos grupos atiende, para ver si hay posibilidades en la virtualidad o en la educación a distancia.
—¿Cómo será el proceso educativo de los estudiantes cuyos papás se nieguen enviarlos a clases presenciales?
— Los padres de familia pueden tomar la decisión de que sus hijos no vayan a clases presenciales, pero estos tienen que estar matriculados en el servicio educativo. Si esa es la decisión que toman los padres de familia, tenemos que garantizar desde el MEP, cuáles mecanismos son los ideales para apoyar a los estudiantes desde la casa.
“Es importante también valorar y poner en balance qué significa no retornar a la presencialidad para un estudiante. Realmente, se debe valorar la necesidad no solo del derecho a la educación, sino de esa salud mental y esa necesidad imperiosa de los niños, niñas y jóvenes de desarrollar habilidades sociales, ya estuvieron un año fuera de su servicio educativo”.
— ¿Qué pasó con los 91.000 alumnos con los que el MEP perdió contacto al inicio de la pandemia?
— Cerramos el curso lectivo con 18.384 alumnos que están desvinculados del centro educativo y, de esos, hay 11.717 que corresponden a personas jóvenes y adultos.
“Con la alerta temprana, como tenemos el número de cédula del estudiante en el centro educativo, tenemos una base de datos que nos da la información en tiempo real. Los centros educativos tienen un protocolo para llamar a la familia, buscarla por los diferentes medios e invitar nuevamente a los alumnos a volver a clases”.
—Había dicho que el 50% de la materia no se iba a poder impartir por la pandemia. ¿Se impartió más o menos?
— Lo que hicimos fue priorizar aprendizajes de los programas de estudio. Los docentes determinaron cuál fue el nivel de aprendizaje de los estudiantes, si fue bajo, medio o alto, y ahí es donde se determina cuántos de esos aprendizajes fueron desarrollados por el alumno. Esa información hoy nos está permitiendo, para el 2021, hacer esa educación combinada y atender esos aprendizajes. Hay que seguir dando a estas generaciones un proceso de acompañamiento por varios años.
“Hay que hacer esfuerzos sostenidos durante varios años, para ese proceso de recuperación de aprendizajes y eso es una tarea mayor. Es un gran desafío que tiene el sistema educativo. Y no solo el MEP, también las universidades”.
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— ¿Qué útiles se les van a pedir a los alumnos teniendo en cuenta que van a ir pocos días a clases presenciales?
— No hay nada nuevo en el sentido de exigencia a los padres de familia de comprar tales o cuales materiales. Lo que les estamos diciendo a los padres de familia es que revisen qué tienen en sus hogares. Con lo básico, un estudiante puede llegar al centro educativo. No hay una lista exhaustiva o determinada para el regreso a clases. Igual que con el uniforme, si los padres de familia no pueden completar la compra el uniforme para sus hijos o no tienen el uniforme completo, pueden presentar una justificación al director mientras hacen el esfuerzo para completar el uniforme.
—¿Qué les ha dicho el MEP a los sindicatos que se oponen a regresar sin que se haya vacunado a los docentes?
— Como en la vida, en todo, siempre hay un riesgo. Nosotros, lo que hicimos con la estrategia Regresar, es minimizar ese riesgo y, ante un riesgo, saber cómo actuar. Eso es lo importante. Yo creo que hay que sopesar, primero que nada, el derecho a la educación. La presencialidad es impostergable, se deben valorar las consecuencias sociales y económicas de no continuar con la presencialidad. A los sindicatos se les informó de los protocolos, tuvieron la oportunidad de revisarlos. Yo creo que es importante sopesar, en este sentido, las implicaciones; qué significa la no presencialidad de los estudiantes y las implicaciones que tiene eso para el país y para la sociedad, en general, en todo su desarrollo social y económico.
“Los sindicatos solicitaron que se les adelantara la vacuna. Eso se habló con el Ministerio de Salud. Se logró meter a los docentes como un grupo determinado. Está programada (para esta semana) una reunión con los sindicatos”.
—Si uno hace una reflexión, los alumnos vienen con rezago del 2020 y en el 2021 tampoco van a estar en la normalidad; de modo que el rezago se acumula. ¿Cómo va a manejar el país esto en los próximos años, qué se está haciendo o coordinando desde ya?
—Por supuesto que hay un rezago educativo importante, esto significa que hay que seguir haciendo todos los esfuerzos con esta generación para nivelar esos procesos de aprendizaje. Eso es un tema país. Aquí hay una responsabilidad que va desde lo individual hasta lo colectivo.
“Aquí hay que desarrollar una serie de estrategias. El uso de la tecnología nos puede ayudar muchísimo a nivelar ese proceso de aprendizaje. Además, las universidades asumen un rol mucho más protagónico, más activo, ante esa población estudiantil que les va a llegar. Si ellos miden a los estudiantes con el mismo perfil de ingreso que había antes de la pandemia, va a haber exclusión o rezago. A los estudiantes que ingresan deben apoyarlos, no los pueden dejar botados.
“Las familias también tienen que hacer un esfuerzo importante y no ver la educación como un asunto solo de la escuela y el colegio. En el caso del gobierno, se deben hacer los mayores esfuerzos. A la administración que venga le va a tocar asumir ese proceso de acompañamiento de los estudiantes, para poder ir nivelando esos procesos de aprendizaje”.