Con más puntualidad que la requerida, la punta del lápiz afilado, bolígrafo e identificación en mano, ansiosa pero de sonrisa fácil, Laura Fallas no necesitaba más que esperar y repasar antes de concretar uno de sus más grandes deseos: terminar la escuela.
"Matemática me pone nerviosa porque es la materia que más me cuesta, pero es para la que más he estudiado", cuenta Fallas.
No habían dado las 8 a.m. cuando Fallas ya estaba dentro de las instalaciones del Liceo Monseñor Rubén Odio Herrera, en Desamparados. Al igual que ella, otras 8.286 personas realizaron las pruebas del Programa de I y II Ciclo de la Educación General Básica Abierta, del Ministerio de Educación Pública (MEP), este año.
Una semana antes los estudiantes enfrentaron las pruebas de Estudios Sociales y Formación Ciudadana. La tarde de este sábado tuvieron prueba de Ciencias y las pruebas terminan mañana con Español.
Como Fallas, otros 156 estudiantes más esperan superar las pruebas pendientes en este liceo desamparadeño. Cada una de ellas arrastra no solo el anhelo de terminar la primaria, sino una historia de superación a la que quieren quitar la pausa.
Apesar de que ahora su esposo y sus tres hijos son su principal apoyo, fue la propia convicción la herramienta que impulsó a esta ama de casa de 38 años a retomar sus estudios.
Esta mañana, los pasillos de la escuela no se llenaron con el escándolo de cientos de niños. Este sábado los pupitres fueron ocupados por amas de casa, jornaleros, peones de construcción, guardas de seguridad y panaderos.
"Mi meta es terminar la escuela para convertirme en costurera en el INA (Instituto Nacional de Aprendizaje), para dedicarme a eso, como siempre lo he soñado", dice.
Este fin de semana es la última fecha del año para realizar los exámenes.
"Este es un auténtico rescate, la oportunidad que muchos necesitan para obtener su título y seguir preparándose", dice Heriberto Rojas, delegado del (MEP), encargado del Liceo Monseñor Rubén Odio.
"En este programa la variedad se presenta no solo en la edad de los estudiantes, sino que también en los niveles de dificultad ya que cada persona requiere diferentes tipos de apoyos y adecuaciones. La ventaja es que existe la flexibilidad de que los alumnos presenten los exámenes según su comodidad", agrega Rojas.
Con una diferencia de 325 estudiantes respecto de la promoción del año pasado. La mayoría de los aplicantes se encuentran en un rango entre los 29 y 33 años, con una mayor presencia de la población femenina, aunque las reglas permiten que se matriculen estudiantes de 14 años en adelante.
La mayoría de ellos son costarricenses, aunque también se cuentan nicaragüenses, venezolanos y colombianos.
Las pruebas de sexto grado son aplicadas en 50 sedes que corresponden a centros educativos y nueve centros penitenciarios. Durante el año se realizan dos convocatorias para realizar las pruebas, en mayo y octubre.