La madre de una alumna de un colegio público de Tibás, San José, conversó con La Nación sobre las dificultades que ha enfrentado su hija durante los últimos dos años en los que, afirma, no ha logrado aprender “prácticamente nada” por las deficientes clases virtuales que ha recibido durante la pandemia. La mujer señala que prefiere que su hija “repita el año a que entre a la universidad sin saber nada”, ya que teme que fracase en el intento.
De acuerdo con la tibaseña, quien solicitó resguardar su identidad y la de su hija, el problema vino desde las huelgas de 2018 y 2019, ya que desde ahí se empezaron a perder clases valiosas y con la pandemia el asunto se agravó, porque en su casa no tienen servicio fijo de Internet y le ha tocado pagar hasta ¢6.000 en un solo día para que ella se pudiera conectar con los datos móviles del celular a las lecciones virtuales. Dijo que también se le iba la misma cantidad de dinero a la semana por fotocopias.
Aparte de esto, reclamó que su hija en ocasiones ni siquiera recibía las clases pactadas. “A veces ella no recibía nada porque los profesores le decían ‘hoy no vamos a dar clase virtual porque tengo reunión’, pero la materia que debían ver ese día no la volvían a retomar luego, se perdía”, contó. Señaló que no le parece justo que se estuviera “ahogando” por los gastos que debía hacer y que la joven no recibiera clases, sobre todo en consideración a que ella tiene ingresos limitados pues labora como empleada doméstica.
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La madre afirmó que su hija, quien es estudiante de noveno año, le ha manifestado que aunque aún le quedan dos años de camino, siente que no va a estar lista para la universidad ni tampoco para sacar una buena calificación en las Pruebas Nacionales de Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO). “Ella me dijo a mí ‘no me siento capaz’, entonces yo le dije que tenía que repetir porque sino qué va a ir a hacer a la universidad”, declaró.
Aseguró que las mayores deficiencias han sido en Inglés y Matemática, por lo que en algún momento pensó en buscar dinero para pagarle un tutor que le ayudara con esas materias, pero que cuando le propuso esto a su hija ella le dijo que no valía la pena gastar en eso porque igualmente se sentía demasiado rezagada y solo repitiendo el año quizá iba a mejorar. De hecho, recientemente también le expresó que ha tenido ganas de salirse del colegio porque siente que “va a seguir en las mismas”.
“Pero yo le dije que no, porque la educación es la única herencia que le voy a dejar yo, no puedo dejarle más”, finalizó la madre.
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La situación de esta estudiante de Tibás no es ajena a lo que viven miles de colegiales en el país que están llegando a las universidades sin conocimientos básicos tras cuatro años de apagón educativo. Las propias casas de enseñanza confirmaron a La Nación que muchos alumnos de primer ingreso comienzan sus carreras sin manejar conceptos clave en materias como Inglés, Matemática o Química, o no saben buscar información para investigar y comunicar ideas claras en un escrito.
También presentan dificultad para entender instrucciones en ejercicios, redactar argumentos o establecer conexiones entre distintos contenidos, así como deficientes hábitos de estudio y de conocimientos básicos para abordar una determinada temática. Incluso, se han detectado problemas en la comprensión y velocidad lectora, expresión oral y en técnicas para facilitar el análisis como subrayado y síntesis de textos.
Mientras tanto, el Ministerio de Educación Pública (MEP), reconoce el enorme rezago educativo que arrastran los estudiantes desde el 2018, pero al mismo tiempo admite que hasta la fecha no ha logrado avanzar a plenitud con los planes de la nivelación académica prometidos ni posee datos sobre la posible efectividad de lo realizado hasta ahora.
Universidades públicas e institutos privados ofrecen cursos y apoyos para tratar de llenar estos vacíos.