Los 22 alumnos de último año del Liceo Juntas de Caoba, ubicado en el distrito fronterizo de Santa Cecilia, en La Cruz de Guanacaste, se levantan todos los días desde muy temprano para transitar largos trayectos con un único objetivo: ir a estudiar y superarse. Ya sea a pie, en lancha o a caballo, los estudiantes acuden a recibir clases en un salón comunal que se ha convertido en su aula.
A pesar de las dificultades y la falta de recursos, los jóvenes están emocionados con la posibilidad de cursar estudios superiores. Sin embargo, en las últimas semanas pasaron momentos de incertidumbre porque el centro educativo les anunció que no tenía suficiente dinero para llevarlos a la feria vocacional que se realizaría a casi 100 km de distancia, en la sede de Liberia, de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Flor Corea Viales, directora de la secundaria, contó a La Nación que, aunque una actividad como esta es común para otros colegiales del país, para sus alumnos significa la única oportunidad para conocer de cerca la oferta académica de la UCR, a donde todos aspiran a entrar por la falta de ingresos para optar por un centro privado. No obstante, llevarlos hasta Liberia no es una tarea sencilla.
“Yo a ellos no les podía pedir plata para llevarlos porque la situación económica de los papás aquí en El Caoba no es muy buena; ellos viven de la siembra. Y fuera de eso, el presupuesto de nosotros es muy limitado porque nos dan ¢220.000 por mes y eso se nos va, una mitad en el salón comunal y la otra en la contadora, que hasta nos cobra barato”, relató la directora.
Así fue como en las últimas semanas este colegio, situado a tan solo 30 minutos del lago de Nicaragua, inició una campaña para recoger fondos para el viaje y gracias a las manos generosas de varios donantes, en cuestión de días recolectaron los ¢200.000 que necesitaban para costear el bus que los llevaría a la feria. Aún así, el proceso fue una odisea, debido a la lejanía del centro educativo.
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Corea comentó que como no lograron encontrar a ningún transportista de La Cruz que les hiciera el viaje, tuvieron que acudir a un bus que llegó desde Sardinal de Carrillo. Además, recibir algunos dineros tampoco fue fácil porque varias personas solicitaban factura electrónica y como en el Liceo no hay buena conexión a Internet, ni dispositivos digitales, suministrar ese comprobante no era una opción.
Asimismo, aunque al final se consiguieron recursos suficientes, varios alumnos no pudieron asistir a la feria vocacional porque no fue posible contactarlos para que llegaran al colegio el 7 de setiembre a las 4 a. m., hora establecida para la partida.
Del total de 22 jóvenes de undécimo año, 16 pudieron vivir la experiencia y, como destacó la directora, incluso muchos ya están seguros de qué van a estudiar el próximo año si entran a la universidad.
“Los chicos la pasaron súper bien, fueron acompañados por dos docentes. Dicen que hasta pudieron usar computadoras y se emocionaron mucho porque aquí no tenemos computadoras y nos regalaron 10 compus con las que los profesores ahora podrán aprender con los alumnos. Estaban súper contentos porque les hicieron varias actividades. Se fueron súper ilusionados y regresaron todos felices.
“Si no hubiera sido por la gente que nos colaboró, sinceramente no hubiéramos podido ir, pero al final se logró y hasta se emocionaron porque el bus tenía aire acondicionado, y eso ellos no lo tienen aquí en ningún lado. Aquí las cosas funcionan con la ayuda de varios padrinos. Así les digo yo, como un carnicero que nos regala carne cuando no hay en el comedor o los docentes que sacan de su bolsillo para ayudar”, contó Corea.
Por último, la directora manifestó que le gustaría que el Ministerio de Educación Pública (MEP) se acercara más a la institución y revisara el limitado presupuesto que les da porque con ese dinero deben cubrir a los 96 estudiantes que tiene el centro educativo, el cual está conformado por un salón comunal, dos ranchos abiertos, tres servicios sanitarios y un pequeño comedor.
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