Los rumores que corren por los pasillos, las aulas y las redes sociales son silenciosos, pero pueden causar tanto daño tanto como una agresión física.
Ambos tipos de violencia están entre las manifestaciones más comunes de matonismo en los centros educativos, según ha identificado el Ministerio de Educación Pública (MEP).
“Los chismes muchas veces surgen entre los grupos de amigos: alguno hace un comentario que a los demás no les gusta, entonces comienzan a excluir y hablar de esa persona”, ejemplificó Kerly León, directora de la Contraloría de Derechos Estudiantiles del MEP.
Los chismes, insultos, golpes y otras formas de bullying causaron 15 denuncias ante esa oficina durante los primeros tres meses de este año.
Durante ese mismo periodo del año 2015, el MEP intervino en 31 ocasiones. La cuenta de ese año cerró en 248 denuncias.
La baja en la atención de casos durante este ciclo lectivo responde a una menor denuncia de la violencia, explicó León, para quien son muchas las agresiones que no se reportan.
“La Contraloría hace un llamado a la comunidad estudiantil para que denuncien. Entre más lo hagan, más podemos ayudar”, manifestó la funcionaria.
Abordaje y prevención. El año pasado, el MEP implementó un nuevo protocolo, el cual indica los pasos que deben seguir los docentes al identificar una posible situación de matonismo.
Lilliana Rojas, coordinadora del programa Convivir del MEP, aseguró que la capacitación para implementar esos planes ya llegó a todo el país, y que actualmente se desarrollan campañas y otras actividades para prevenir el bullying en los centros educativos .
De acuerdo con Pablo Sibaja, especialista en matonismo del Colegio de Profesionales en Orientación, la obesidad y la diversidad sexual son dos de los aspectos más vulnerados en los centros educativos.
No obstante, tanto él como Rojas coincidieron en que no se debe encasillar la violencia.
“Si alguien quisiera establecer un patrón, haría daño por la forma en la que se visualiza la violencia”, explicó Sibaja.
León señaló que más bien, la idea es que los estudiantes aprendan a apreciar todas las diferencias, en vez de convertirlas en blanco de maltratos.
Sin embargo, para María Poltronieri, falta mucho trabajo.
Ella es docente de enseñanza especial y madre de dos hijos con discapacidad. El menor de ellos, Sayid, tiene 14 años y cursa el sexto grado en la escuela José María Castro Madriz, en San José.
Ahí, pese a tener amigos, él también debe lidiar con quienes lo discriminan y maltratan a causa de su síndrome de Down, según cuenta su mamá.
Para ella, el problema no son los niños, sino los manejos inadecuados de las agresiones.
“Entra dentro de lo normal que se comporten de esta manera (los estudiantes), porque ellos por cualquier motivo van a molestar. Lo que no es normal y lo que yo he vivido es que si usted como adulto se está dando cuenta de que eso está pasando, no haga nada”, lamentó Poltronieri.
La mamá de Sayid asegura que hay docentes sensibles ante las dificultades de su hijo, pero también quienes en vez de integrarlo, fomentan la exclusión.
La Nación intentó conocer el manejo que la escuela le da al caso de Sayid, sin embargo, la institución informó de que quien conoce el caso es la directora, quien se encuentra reubicada.
Mamá de niño golpeado: 'Noté en él un cambio total'
El martes de la semana anterior, solo 15 días después de haber llegado al Liceo San Miguel de Desamparados, un estudiante de 12 años resultó gravemente golpeado en su rostro, luego de que un compañero lo empujara, lanzándolo contra el suelo del gimnasio.
Así lo relató Mayela Tiffer, subdirectora de la institución, para quien el hecho fue producto de una discusión del momento entre los dos alumnos.
“Este muchacho no tenía problemas con ningún estudiante. Orientación no tiene ninguna denuncia por parte de la mamá, ni el muchacho se había acercado a decir que sufriera bullying ”, aseguró Tiffer.
No obstante, Vanessa Fallas, madre del menor golpeado, sospecha que su hijo sí estaba sufriendo violencia en el colegio.
“Yo le noté un cambio total. Él me decía que no pasaba nada, pero tenía nervios, no podía dormir, no quería que lo dejara solo, y dos días me dijo que estaba enfermo, para no ir a clases”, relató Fallas.
La madre del menor considera que la actitud de su hijo no se debió al cambio de colegio, ya que él estaba acostumbrado a adaptarse. Por ello, estaba analizando pedir ayuda a los orientadores de la institución.
El joven, quien cursa el sétimo año, pasó tres días internado en el Hospital de Niños, y ahora se recupera en su casa. Fallas explicó que lo matriculará en otro colegio, para no exponerlo a más agresiones.
Ella aseguró que ya interpuso una denuncia ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), y que su hijo también está recibiendo atención de la Contraloría de Derechos Estudiantiles, del Ministerio de Educación Pública (MEP).
Tiffer informó de que según el protocolo del Ministerio de Educación Pública (MEP), la institución cuenta con 10 días para definir las medidas a tomar con todos los involucrados, respetando el derecho a la educación del alumno agresor.
Ileana Rojas, coordinadora del programa Convivir, del MEP, explicó que para que una situación se catalogue como bullying deben ocurrir agresiones constantes de parte de otro estudiante. Si es un hecho aislado se atiende solamente como un acto de violencia.