“Pasaba a informarles y recordarles que este año también estaré ayudando a realizar guías (GTA), estrategias de promoción, o tareas de escuela y colegio. Las realizo completamente y se las paso por WhatsApp, eso porque algunas mamás se les complica mucho por cuestiones de trabajo y otras cosas ayudar a los niños o chicos a realizarlas. Cuento con Sinpe Móvil y precios súper accesibles”.
Este mensaje fue escrito en una página de ventas de Facebook, por una vecina de Cartago, quien cobra a padres y alumnos de primaria y secundaria por resolver las Guías de Trabajo Autónomo (GTA) que el Ministerio de Educación Pública (MEP) implementó como mecanismo de evaluación de escolares y colegiales durante la pandemia.
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Mensajes como estos pululan en las páginas de ventas que hay en redes sociales. El boyante negocio se evidencia no solo por la abundancia de ofertas del servicio, sino también por la gran demanda.
“Busco alguien que me ayude a resolver una GTA de Ciencias, noveno; cálculos de fuerza y velocidad. Poner cuánto cobran ya que me urge entregarla mañana”, preguntó una estudiante, en uno de los grupos.
Las Guías de Trabajo Autónomo son trabajos que los docentes asignan para cada materia, y que el estudiante debe realizar en el hogar, en aras de la continuidad del proceso educativo.
El desempeño de los estudiantes en esas guías es lo que el docente usa como insumo para evaluar al alumno y determinar si debe pasar o no al grado siguiente. Se utilizaron durante el 2020 y continuaron en el 2021.
Si el alumno no entrega las guías u obtiene una nota baja, que no le permite aprobar el año, el MEP le da la oportunidad de realizar “estrategias de promoción” que podían ser ensayos, análisis de casos o trabajos.
Para esas estrategias también hay oferentes en Facebook, que ofrecen hacerlas a cambio de una remuneración.
Normalmente, la entrega de las guías, por resolver y ya resueltas, se realiza por medios digitales o WhatsApp.
No obstante, sobre todo en primaria, esa entrega puede ser personal, sobre todo, si se trata de tareas que implican recortes, dibujos o manualidades.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) no duda en que pagar para que alguien más realice el trabajo del alumno es un fraude, el cual debe castigarse con sanciones establecidas por la normativa interna.
Sin embargo, el trabajo a distancia dificulta que el docente compruebe que no fue el alumno quien realizó la asignación, a diferencia de la educación presencial.
Además, afirmaron, no tiene competencias legales para investigar o verificar el mercado alrededor de la actividad.
Alta demanda
La Nación consultó a varias de las personas que ofrecen los servicios. Son personas jóvenes, estudiantes avanzados de colegio, universitarios o desempleados que encontraron una fuente de ingresos.
Ellos aseguran que hay una alta demanda, principalmente, de padres de familia.
Los clientes pagan entre ¢1.500 y ¢5.000 por cada guía de trabajo, según la complejidad.
“Básicamente son los papás los que me buscan, y es en secundaria. Dicen que los docentes no les ayudan y no explican bien la materia, piden los trabajos con poca anticipación y que su hijo no entiende nada de lo que el profesor explica”, dijo una vecina de San José, quien prefirió mantener su nombre en reserva.
Ella, quien es universitaria, relató que se metió en el negocio luego de que un amigo de colegio le ofreciera un pago por completar las guías que el docente le envió.
Ahora, cada trabajo le toma unos 30 minutos y el dinero que recibe, contó, le ayuda al mantenimiento de sus mascotas.
Otra vecina de Cartago, de 22 años, quien también solicitó mantener su nombre en reserva, explicó que desde el año pasado se dedica tiempo completo a resolver las GTA.
La actividad le asegura un ingreso, pues, según dijo, no tiene trabajo desde hace cuatro años. Gana al menos ¢15.000 a la semana y, con eso, ayuda en su casa para pagar los gastos básicos.
Incluso también su novio se dedica a la resolución de guías.
“Una mamá, con un hijo que tiene adecuación (curricular) en el colegio, me contactó para que le ayudara a realizar las guías; desde ese entonces, empecé a realizar las GTA. Ella me comentó que en el colegio ella ha hablado con la orientadora, los profesores y que casi no recibe apoyo. Me dijo que lo que necesitaba era que le realizara las guías y me dio la idea. Ha sido un buen ingreso para mí. Yo tengo bastantes clientes y realizo bastantes guías desde escuela hasta décimo”, explicó la cartaginesa.
Añadió que sus clientes son en su mayoría mamás y, en el caso del colegio, los alumnos de décimo. Cobra por guía entre ¢2.500 y ¢3.500, en el caso de la escuela, y para colegiales, de ¢3.500 a ¢4.500.
Ella le pide a los interesados que le envíen las guías en formato PDF, preferiblemente. Las revisa para ver su nivel de complejidad y les envía una cotización. Hace descuento si son varias guías las que debe responder. Pide el 50% por adelantado.
El trabajo es más complicado cuando las asignaciones son para escolares, pues con frecuencia son trabajos manuales.
“Yo realizo la GTA en hojas por aparte. Yo se la envío a la persona para que la pueda transferir y pasarla (con la letra del niño). Si son imágenes, yo las pongo, o, si no, se las mando el día que la entregue en físico. Yo se las doy para que el alumno las recorte y las ponga en el lugar porque cuando el profesor vaya a revisarlo, tal vez la persona conoce la letra del chico. Si se quiere, yo lo hago con mi letra, pero no me responsabilizo de que el profesor se dé cuenta de que las guías fueron hechas por otra persona”, manifestó otra de las participantes del negocio, vecina de Uruca, San José.
Sin facultades legales
El Ministerio de Educación Pública no estaba enterado que esto se había convertido en un negocio.
Melania Brenes, viceministra académica, lamentó estos hechos. No dudó en calificarlo de fraude.
“Eso es lamentable y yo creo que es parte de las limitaciones o inconvenientes que tiene el apoyo educativo a distancia y la metodología que estamos siguiendo. Es por eso que hemos insistido en la oportunidad de asistir presencialmente. Es uno de los elementos fundamentales, sobre todo, porque es en ese proceso presencial es donde el docente puede dar seguimiento al avance y aprendizaje del estudiante a partir de trabajo del aula”, expresó.
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Brenes admitió que tienen conocimiento de casos aislados. Citó el de una docente que pidió a sus alumnos de primaria escribir un cuento, pero varios de ellos entregaron el mismo.
Asimismo, hay sospechas cuando el desempeño del estudiante plasmado en las guías es superior al normal para su edad.
A pesar de la preocupación por esa actividad que implica trampa por parte de padres y alumnos, Brenes fue clara en que no tienen posibilidad de limitar o prohibir lo que ocurre en las redes sociales.
“Lamentablemente, nosotros, como ministerio no tenemos competencias legales en este efecto”, manifestó la funcionaria.
Eso sí, en caso de que un educador se dé cuenta del fraude o plagio, puede aplicar las normas establecidas en el Reglamento de Evaluación de Aprendizajes sobre estos temas.
“El régimen disciplinario tiene artículos que le dan la potestad a los docentes de sancionar faltas graves por incumplimientos a deberes y obligaciones. Las consecuencias pueden ser que se separe a la persona del proceso educativo por un tiempo. También, volver a realizar, de manera individual y presencial, esa tarea; repetir el examen o, en algunos casos, hasta la reprobación”, añadió la funcionaria.
Brenes insistió en que es el alumno quien debe realizar los trabajos y que el padre funge como un apoyo. Si existen dudas de la materia o lo solicitado en las guías, deben acudir al docente.
Las GTA fueron implementadas para determinar el desempeño de los alumnos y, con base en ese desempeño, es que se define la promoción.
Rocío Torres Arias, jefa del departamento de evaluación de los aprendizajes del MEP, reconoció semanas atrás, sin embargo, que no podía garantizar el aprendizaje a los alumnos con este sistema de evaluación.