Los niños de cuarto grado todavía no saben leer ni escribir, en algunas ocasiones ni siquiera su nombre. Esa es la evidencia más clara de la gravedad de la crisis educativa que enfrenta Costa Rica, problema que recoge el IX Informe del Estado de la Educación, presentado este jueves 31 de agosto.
En la portada del documento se incluyó adrede un error u horror ortográfico en un intento de sensibilizar sobre la magnitud del problema.
“Educación” escrita con ‘s’, un error inaceptable, grave; ninguna persona de cuarto grado o más debería cometerlo, pero en nuestro país este es el pan de cada día. Nuestra educación atraviesa la peor crisis en mucho tiempo”, advirtió Isabel Román, investigadora del Programa Estado de la Nación (PEN) y coordinadora del Estado de la Educación.
Los expertos que realizaron el análisis entrevistaron a 260 docentes de la Gran Área Metropolitana (GAM), uno de los insumos más importantes para concluir de que un alto porcentaje de escolares no cumple con las tareas básicas necesarias para avanzar a etapas más complejas en la educación, a pesar de que muestran un interés por la materia.
Seis de cada diez maestros indicaron que sus estudiantes escriben con muchas faltas de ortografía y no saben leer de manera fluida un texto simple.
Fiorella Nájera vive esa situación con su hija de 10 años, quien es estudiante de la Escuela La Pitahaya en Cartago. La menor ingresó a primer grado en 2020; sin embargo, debido a la pandemia, su aprendizaje se vio afectado, a pesar del esfuerzo de la familia para ayudarla.
“Le daban clases virtuales, pero no era lo mismo y no todos sus compañeros tenían esa opción. Por más que buscamos tutorías por aparte y demás, el tema de la lectura y escritura fue lo que más se vio comprometido. Sabe leer y escribir, pero nos costó mucho ese proceso con ella”, relató la madre.
De acuerdo con el informe, las principales deficiencias encontradas en las escuelas corresponden al área de desarrollo cognitivo y conciencia fonológica, como el reconocimiento de sílabas, letras y palabras, así como la identificación de sonidos, rimas y escritura, incluso del nombre.
Otras habilidades, como rasgar y recortar, completar actividades en tiempo asignado y conocimiento de su contexto, también se ubicaron en niveles de bajo dominio.
Datos del Banco Mundial y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estiman que la pérdida de aprendizajes para Costa Rica es de al menos dos años: la mayor registrada en América Latina, junto con México y Ecuador.
“En los últimos dos años, la crisis empeoró. Hoy vivimos una crisis por falta de recursos, por una gestión desenfocada en los programas de fondo. O aceptamos la educación con ‘s’, mal escrita, o cambiamos el rumbo”, insistió Román.
Para los investigadores, el hecho de que un niño ingrese a cuarto o sexto grado sin una formación sólida en las primeras etapas de lectoescritura es un problema muy grave.
“Ello es relevante debido a que en dicho ciclo el profesorado no enseña a leer y escribir, pues los procesos del aula y el programa de estudios se centran en etapas más avanzadas como el desarrollo de la fluidez, la utilización de textos para acceder a nuevos conocimientos y la producción de textos más complejos”, dice el informe.
Ante la alerta que da el Estado de la Educación, la jerarca del sector, Anna Katharina Müller, indicó que todavía no conoce el documento.
“Nosotros en el MEP tenemos nuestro diagnóstico y es muy certero; vamos a comparar y ver en qué coincidimos y en qué no estamos de acuerdo. Puede ser que haya cosas en las que ya tengamos una visión diferente y estemos avanzados en soluciones”, afirmó la ministra.
Autoestima perjudicada
Aparte del efecto en la parte académica, el hecho de que un menor no sepa leer o escribir también impacta en el plano emocional, ya que muchos de ellos pueden sentirse “menos” que otros compañeros que sí tengan esas habilidades bien desarrolladas, señala Marielos Murillo, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR).
“La evidencia científica dice que si una persona tiene problemas o dificultades con alguna asignatura, en este caso con la lectura y escritura, va a estar relacionado con el gusto a eso (...). Cuando no me siento capaz, participo menos y no quiero relación con la asignatura, entonces la autoestima académica se ve perjudicada”, explicó.
La profesora asegura que el problema tiene solución, pero que el sistema educativo debe identificar los casos y trabajarlos de manera localizada.
“Para cada grado escolar hay un perfil de salida; en primer grado deberían terminar el año leyendo un texto simple, eso a los 7 años. Pero si pasa a segundo y a tercero y no es capaz de eso, es un rezago muy significativo”, aseveró la académica.