En un casucha de latas de cinc que resguarda un pozo negro, los 80 alumnos y seis funcionarios de la escuela Brus Mali, en Limoncito, de Coto Brus, provincia de Puntarenas, hacen sus necesidades.
El "sanitario" está a 40 metros del edificio donde se imparten clases, el cual tampoco recibe agua potable.
Para cocinar, las trabajadoras toman el agua de una naciente y la ponen a hervir o le echan cloro, ya que muchas veces llega negra y con mucho sedimento.
Esta escuela "topó con suerte" porque al menos tiene electridad, pues en el país también hay algunas que no cuentan con ese servicio.
Según datos del informe del Ministerio de Educación Pública (MEP), Infraestructura en Escuelas y Colegios Públicos 2017, hay 61 centros educativos que todavía tienen escusado de hueco para las necesidades fisiológicas de estudiantes y docentes.
La mayoría de esos centros están en poblados indígenas que están adscritos a la Dirección Regional de Coto, Grande de Térraba y Turrialba.
Además hay 582 escuelas más, donde no hay infraestructura para asegurar el agua potable y deben tomarlo de pozos o ríos.
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"Tanto niños como personal docente vamos al baño de hueco, hay una batería sanitaria pero esta en desuso porque no tenemos agua potable. Para poder tener el agua de la naciente, tuvimos que pedir ayuda a la comunidad para colocar un tubo en una cañería que nos trajera el agua. En verano se seca la naciente, por lo cual tenemos que recogerla en baldes para cuando no hay; en invierno, viene muy sucia.
"No hemos tenido reportes de niños enfermos por la falta de agua potable, pero no deja de ser una preocupación que esto pueda ocurrir", contó Fernando Mendoza, director del centro educativo Brus Mali.
A lo largo de la semana, por medio de la Oficina de Prensa, se les solicitó a las autoridades del MEP un pronunciamiento sobre esta situación sin obtener una respuesta.
Enfermedades
En el 2016, el 91% de la población tenía acceso al agua potable. Las comunidades que no tienen ese servicio, se ubican generalmente, según el AyA, en zonas indígenas, en las fronteras y zonas rurales.
Para Darner Mora, director del Laboratorio de Aguas, del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), una escuela se puede convertir en un centro de propagación de enfermedades si no hay agua de calidad y correcto lavado de manos.
"Toda escuela debe tener un servicio sanitario con lavatorio, agua y jabón para lavarse las manos y evitar la propagación de enfermedades por la cantidad de niños y personas que allí conviven. Esto limita el ciclo ano-mano-boca, el cual es el principal mecanismo de propagación de enfermedades de origen intestinal", comentó Mora.
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Además de las escuelas que funcionan sin suministro de agua potable, hay 59 escuelas y colegios que dependen de la luz del día porque no existe el servicio eléctrico.
De estos, 28 se ubican en la Dirección Regional de Educación de Sulá (Talamanca), 17 en la de Coto y seis en la de Grande de Térraba, ambas en la zona sur. Los demás están repartidos en varias zonas rurales del país.
Además, de acuerdo con el Informe, 114 centros hacen uso de paneles solares.
Entre ellos estaba la Escuela de Flor de Islita, en Puntarenas, el problema es que de ocho que instalaron, siete no funcionan porque se les quemó la batería, por lo que prácticamente están sin energía.
"No hubo capacitación de cómo usarlos; los de la Junta (de Educación) no sabían que la energía había que gastarla en periodos no lectivos, por lo que los paneles ser cargaron pero no se usaron y la batería explotó. Cada batería cuesta unos ¢200.000.
"Solo tenemos un panel que nos da energía para cargar un teléfono o conectar la computadora pero no para encender la luz o usar un equipo de sonido para actos cívicos. Cocinamos con gas", dijo Óscar Castro, director de la escuela de Flor de Islita.
La Nación consultó al MEP sobre el informe pero no se refirió a este punto.
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El 25% de computadoras sin Internet
El 25% (11.500) de las computadoras de los centros educativos del país no tienen Internet y de las 33.000 que sí tienen, la mayoría tienen conexiones de entre 1 a 2 megabits, según datos del último informe del Estado de la Educación, dado a conocer en agosto.
Esta velocidad está entre las más lentas del mundo, si se compara con otros países.
Según el departamento de prensa del Ministerio de Educación Pública (MEP), proveer de conectividad a las zonas alejadas de la Gran Área Metropolitana (GAM) ha sido una prioridad de esta administración.
Sin embargo, la mayor cantidad de computadoras carentes de Internet se ubica en los centros educativos de las siguientes zonas rurales: la Dirección Regional de Coto, Limón, la zona norte-norte, San Carlos, Sulá y Pérez Zeledón.
El Ministerio sostuvo que han logrado asegurar una mayor cobertura del servicio de Internet y que han hecho cambios en la calidad del servicio y en el aumento de la velocidad. No obstante, no aportaron datos que respaldaran tal afirmación.
Aulas que no lo son
El informe del MEP destaca que las aulas no son los únicos lugares para impartir lecciones en el sistema educativo costarricense.
Por ejemplo, los 70 jóvenes del Liceo El Cañón de El Guarco, en Cartago, reciben clases en el salón de actos de una escuela, a falta de un colegio, y en Liceo Pacto del Jocote, en Alajuela, los 350 estudiantes van a diario a un salón comunal, propiedad de la Municipalidad de Alajuela.
En total, hay 96 centros educativos que reciben a los estudiantes en bodegas, toldos y hasta casas de habitación.