El bullying que Luis había sufrido por mucho tiempo no terminó ni siquiera cuando le tuvieron que extirpar uno de sus testículos, debido a la grave lesión que le provocó un adolescente de otro colegio al presionarle con fuerza sus genitales.
Una semana después de la intervención quirúrgica, este estudiante de 13 años y a quien le protegemos su identidad, regresó a clases y la bienvenida que recibió fue un golpe en su zona afectada, de parte de un amigo del primer agresor.
Después de lo ocurrido, la madre de Luis, junto con la orientadora y el profesor guía acordaron que lo mejor sería que este no fuera al colegio por dos meses y que, mientras tanto, recibiría la materia mediante fotocopias.
Actualmente, cuando el joven va de visita donde su abuela y padre en otra comunidad, escucha como el agresor pasa junto a otros amigos burlándose de él. Incluso le pusieron un apodo relacionado con lo sucedido en su zona genital.
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Este caso es solo un ejemplo de las lamentables situaciones de bullying que se presentan a diario en centros educativos o fuera de ellos y que tienen a alumnos como protagonistas.
Durante el primer semestre del 2024, el Ministerio de Educación Pública (MEP) contabilizó 180 casos de actos violentos “de estudiante contra estudiante”, así como un total de 133 denuncias por bullying.
En las últimas semanas, en el país han trascendido varios hechos que generaron conmoción por el nivel de violencia y humillación aplicados, así como malestar por la actitud pasiva de testigos que se limitan a grabar los incidentes en sus celulares.
Aunque el MEP cuenta con protocolos para atender estas situaciones, especialistas como la psicóloga Ingrid Naranjo y la orientadora Ivannia Solano consideran que son insuficientes para atacar el problema en toda su dimensión.
De hecho, ambas consideran que tanto “víctimas como victimarios” requieren un acompañamiento especializado para tener una reinserción adecuada al sistema educativo.
MEP tiene protocolos para atender bullying
El director de Gestión y Desarrollo Regional del MEP, Francisco Corella, explicó que en todas las escuelas y colegios se siguen protocolos para atender casos de violencia.
“El bullying es un tipo de violencia, pero pasa por etapas y puede ir aumentando. El protocolo del bullying es parecido al de violencia: si se toma en cuenta o se analiza que realmente se necesita atención del PANI (Patronato Nacional de la Infancia) o Fiscalía se hace”, comentó.
Según el documento Protocolo de actuación en situaciones de bullying, disponible en la página web del Ministerio de Educación, son ocho pasos los que se deben seguir cuando se presentan estas situaciones en los centros educativos.
- Detección.
- Comunicación a la dirección.
- Atención de la situación.
- Comunicación con las familias.
- Entrevista a todas las partes.
- Definir medidas a seguir con las partes.
- Seguimiento a la implementación de las medidas.
- Medidas/ acciones para restaurar la convivencia
El documento detalla que este protocolo es una versión revisada del publicado en el 2012.
Para Ingrid Naranjo, miembro de equipo técnico de la campaña Alto al bullying del Colegio de Profesionales en Psicología, los protocolos implementados por el MEP deberían de ir más allá, pues no prevén la atención de secuelas y consecuencias que viven tanto “las víctimas como las personas que agreden y sus cómplices”.
“Desde el Colegio de Profesionales en Psicología, el equipo técnico junto a la comisión de políticas públicas, salud mental y educativa, niñez y adolescencia y la propia junta directiva, hemos sido reiterativos en que tiene que haber una actualización de protocolos que se adecúe no solamente a la transformación de comportamientos y conductas violentas que hoy ejercen tanto los agresores como los cómplices, sino de la forma en la que se está interviniendo”, aseveró Naranjo.
Francisco Corella sostuvo que cuando se ejecuta el protocolo de bullying del MEP se debe incluir la restauración en busca de una mejora en la convivencia de dos personas o más involucradas en un incidente.
Dicho documento menciona que este proceso “se debe realizar para crear las condiciones necesarias para abordar las consecuencias negativas y las diferencias originadas por la situación de bullying”.
“Es un momento de oportunidad para que las personas implicadas compartan los efectos y secuelas que ha generado la situación vivida; expongan sus sentimientos y propongan un plan para restaurar la convivencia.
" Es un proceso de sensibilización y prevención de futuros incidentes que implica el involucramiento de la comunidad educativa para asegurar la restauración de la convivencia, programando medidas para promover”, se lee en el documento.
Entre las acciones propuestas se mencionan: La comunicación asertiva, fortalecer la autoestima y generar el empoderamiento de las personas violentadas, así como fomentar la cooperación y el sentido de pertenencia de las personas observadoras.
Además, propone concientizar a las personas que violentan sobre el daño que puede causar la violencia a las personas, al centro educativo y a la comunidad.
No obstante, el documento no se precisa cuáles serían ni cómo se realizarían las actividades específicas de restauración. Corella agregó que los protocolos están en proceso de revisión y actualización; se desconoce el avance.
El pasado 24 de julio, La Nación solicitó información al departamento de Vida Estudiantil del MEP sobre en qué consisten las acciones de restauración, pero al cierre de este artículo no se obtuvo respuesta.
Aparte del protocolo, en casos de bullying y de violencia, el Ministerio ejecuta su Reglamento de Evaluación de Aprendizaje, que en los casos más severos aplica como acción correctiva la suspensión de 26 días y un rebajo máximo de 45 puntos en la nota de conducta.
Apoyo para quienes hacen bullying y quienes lo sufren
La psicóloga Ingrid Naranjo señaló que aunque el protocolo de bullying del MEP habla sobre el proceso de restauración, este paso no se ejecuta en la práctica y que no existe una reinserción real de los agresores ni de los afectados.
Naranjo puso como ejemplo el caso mediático ocurrido, a inicios de julio, en un autobús en San Carlos en el que un estudiante agredió a una alumna del mismo colegio.
Mencionó que el agresor recibió una sanción por parte de la institución, además de una serie de medidas cautelares, pero señaló que poco se habla de qué manera lo van a reinsertar en el sistema educativo.
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“Sabemos que probablemente no vuelva al lugar donde estudiaba, pero no lo podemos confinar a la educación virtual; estaríamos lesionando su derecho a la educación. (...) ¿quien lo recibe en el nuevo centro en el que fue o será matriculado?.
“¿Qué protocolos hay psicoemocionalmente hablando para que la institución no estigmatice a quienes agreden, no le señalen, pero además que les hagan comprender las consecuencias del acto que generó y por qué su imagen está dañada y cómo revertirlo?”, cuestionó Naranjo.
Insistió en que los menores de edad que realizan este tipo de actos tienen que tener la noción de que sus acciones traen consecuencias, por ello consideró indispensable que en su proceso de restauración y reinserción cuenten con apoyo profesional.
“Tienen que ser especialistas que entiendan la dinámica y sean capaces de hacerles ver a los ofensores y ofensoras, a quienes agreden de las distintas formas de bullying y ciberbullying, que todos los actos tienen consecuencias.
“Si no son directamente ellos por su edad, serían sus tutores o personas legales; y si tienen 12 años o más entra la Ley Penal Juvenil, identificando como hechos y actos que podrían constituir un delito y sobre esto tienen que ser sancionados”, señaló.
Con respecto a la persona que sufre el bullying, Naranjo sostuvo que igualmente se deben ejecutar protocolos que le den un acompañamiento que no la revictimice. Por ello, resaltó la necesidad de contar con apoyo en salud mental.
“¿Quién sensibiliza en todos los centros educativos y responsabiliza, además, a todos los que replicamos, difundimos, generamos contenido, nos reímos, aplaudimos, omitimos? Todo esto en el sistema educativo debe ser atendido por profesionales de la salud mental, porque las secuelas son emocionales”, afirmó la psicóloga.
“La responsabilidad que le toca al Ministerio de Educación es abismal, pero no pueden ser omisos”, agregó Naranjo, quien dijo conocer que en la gran mayoría de centros educativos no hay ni trabajadores sociales, ni profesionales en Psicología.
“Entonces, ¿quién atiende interdisciplinariamente y multidisciplinariamente a esos chicos?”, cuestionó.
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Acompañamiento de especialistas en casos de bullying
Ivannia Solano, representante del Colegio Profesional de Orientadores y doctora en Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR), comentó que para la atención de casos de bullying es necesaria la presencia de al menos un profesional en orientación por centro educativo.
No obstante, esto no se cumple a cabalidad en la enseñanza pública. Según datos del MEP, en todos los colegios hay profesionales en orientación, excepto en los centros educativos rurales en los que solo el 60% cuentan con el servicio (73 liceos de los 121 existentes).
Con respecto a primaria, la cobertura en el 2023 era de un 11,97% (440 plazas) en las 3.675 escuelas del país.
Solano coincidió en que casos de bullying como los que han trascendido a la opinión pública deben atenderse con un equipo interdisciplinario que incluya psicólogos y trabajadores sociales.
La orientadora sostuvo que durante los 23 años que trabajó en el MEP fue testigo de diferentes situaciones de violencia, pero está convencida de que la situación se tornó “incontrolable” después de la pandemia de covid-19.
Consideró que otro factor que incide es el desconocimiento sobre los procedimientos existentes. “Los protocolos existen, pero están en el olvido”, aseveró.
Respecto a los estudiantes que realizan agresiones, la orientadora es categórica en que deben de tratarse y que su proceso correctivo solo no consista en que“haga un cartelito y vaya a hablar a las aulas” sobre lo dañino que es el bullying.
“Desde orientación estas situaciones podemos detectarlas, podemos trabajar para que se baje la ira, pero sí es importante tener el acompañamiento de un especialista”, expresó Solano.
También consideró necesario priorizar la sensibilización en los centros educativos de modo que los alumnos, en lugar de estar grabando para “ser populares”, busquen maneras de apoyar a la persona que está sufriendo el maltrato.
“Hay que darles importancia como observadores, que tengan claridad de que es agresión y de que están siendo cómplices”, señaló la orientadora.
Actualmente, Solano trabaja desde el Instituto de Investigaciones de la UCR un programa de prevención de la violencia dirigido a maestros de primer ciclo.
“Podemos saber cómo enseñar matemáticas, ciencias y las otras materias, pero es importante hacer un trabajo con los padres y madres para que entiendan qué es violencia y cómo prevenirla”, puntualizó.
“La atención (a los estudiantes que han sufrido ‘bullying’ se vuelve necesaria desde la especialización. Sabemos que hay deficiencia de eso en el país, por eso hay que informar cómo intervenir a las personas víctimas. Que de por sí, ya la gente las tiene estigmatizadas diciendo: ‘pobrecito es el que sufre’. No queremos revictimizar”.
— Ingrid Naranjo, psicóloga