Terrores nocturnos, depresión, llanto... son algunas de las consecuencias que han sufrido los niños luego de que, de un momento a otro, se quedaron sin asistir a clases, sin sus rutinas y sin ver a sus compañeros de escuela.
La pandemia también los golpeó, como lo ha verificado en su consulta el psicólogo educativo Roberto Rodríguez, quien formó parte de la mesa de expertos que colaboró con el Ministerio de Educación Pública (MEP) en el desarrollo de la estrategia Regresar, para volver a las aulas a partir del 8 de febrero.
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De acuerdo con Rodríguez, los menores han absorbido en este tiempo la incertidumbre y las preocupaciones de los adultos, con quienes han tenido que convivir más tiempo desde marzo, cuando comenzó la emergencia sanitaria y con esta, el confinamiento.
“En el ámbito emocional, hemos visto niños y niñas que antes eran muy seguros de sí mismos, muy confiados, con un fuerte sentimiento de resiliencia, a pasar a verlos con altos niveles de angustia y mostrando conductas, tales como terrores nocturnos, con problemas de enuresis (mojan la cama), lloran con mucha facilidad y todo lo quieren resolver llorando.
“Están experimentando estados depresivos, por la gran incertidumbre y los cambios en sus rutinas de vida”, explicó el especialista.
La situación, sostiene, está intímamente relacionada con el hecho de que los niños, niñas y adolescentes han estado conviviendo con adultos que manejan altos niveles de estrés por el teletrabajo o por razones financieras y esto también los lleva a estar más ansiosos.
A su vez, los adultos manejan alta frustración y falta de tolerancia con la conducta de los menores. La combinación eleva el riesgo de violencia, ya que se descargan esos sentimientos contra los menores.
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Su conclusión es que el alejamiento de la escuela y de los compañeros tiene efectos importantes tanto en el proceso de socialización como en el aprendizaje.
“En el ámbito social, hay un gran retardo en el desarrollo de habilidades sociales, en sus habilidades para convivir con sus pares y con sus docentes.
“En el ámbito del aprendizaje, definitivamente, para los niños pequeños, nunca el aprendizaje 360 del aula va a ser sustituido por el aprendizaje a distancia. Están reforzando su aprendizaje por medio visuales y auditivos (electrónicos), con un alto nivel de desconcentración y sus estilos de aprendizaje se ven afectados”, dijo Rodríguez.
Por su futuro
Por esos motivos es que el especialista recomienda a los padres que dudan de enviar a sus hijos a clases presenciales que hagan el intento de dejarlos regresar a la presencialidad, tomando en cuenta que el Ministerio de Salud dio la autorización y estableció protocolos muy claros.
“Sí es seguro. Puedo entender la decisión que deben tomar los padres; los comprendo, pero es importante que tengan, como dicen, ‘la cabeza muy fría’, porque esta es una decisión racional; no emotiva. No podemos dejarlos en casa por nuestros temores y nuestras propias inseguridades”, manifestó Rodríguez.
A criterio del psicólogo educativo, dejar a los niños en casa, injustificadamente, lo que hará es acentuar toda la sintomatología que están presentando hasta ahora y terminarán con un grado de estrés postraumático en el futuro; cuando todo regrese a la normalidad.
“Se volverán individuos disfuncionales, excesivamente dependientes de los demás, incapaces de asumir sus responsabilidades y socialmente desaptados. Y yo creo que los padres no queremos eso.
“Si se cuenta con el permiso del Ministerio de Salud y con todo el trabajo de protocolos que ha desarrollado el MEP, lo menos que los niños y niñas se merecen es que hagamos el intento”, añadió.
La recomendación se da aunque las autoridades educativas ratificaron que mientras se prolongue la pandemia los padres podrán decidir si envían o no a sus hijos a las escuelas y colegios. Si decidieran no hacerlo, el MEP deberá buscar los mecanismos para atender a estos alumnos por otros medios virtuales o a distancia.
A pesar de esa posibilidad, el especialista solicitó a los padres confiar en que sus hijos atenderán los protocolos.
“Definitivamente, es un riesgo muy alto para la salud mental de los niños niñas y adolescentes (no retomar la presencialidad), los síntomas se van a acentuar.
“Al final de todo esto, cuando pase la pandemia, vamos a ver individuos desadaptados, niños inseguros, incapaces de asumir responsabilidades, socialmente inadaptados. Ese es el peligro de que esto se perpetúe y se extienda en el tiempo”. añadió.
Su criterio coincide con pronunciamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para los cuales mantener las escuelas cerradas deber ser “el último recurso”.
Ambas entidades señalan que, según datos recientes, mantener el curso lectivo presencial no es sinónimo de grandes brotes de la enfermedad.
El próximo 8 de febrero se iniciarán las clases presenciales en los centros educativos en medio de la pandemia. Estas se combinarán con las clases virtuales y no todos los alumnos ingresarán al mismo tiempo.
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