Tranquilidad, concentración y apoyo emocional. Estos son tres de los beneficios que aporta un perro de asistencia a un estudiante autista, según explicó Jessica Varela, directora de la Asociación BarrileTea, que promueve los derechos de las personas con esta condición.
Este 24 de abril trascendió un voto de la Sala Constitucional que ordenó al Ministerio de Educación Pública (MEP) permitir a un adolescente de 14 años con diagnóstico de trastorno del espectro autista grado 2, acudir al colegio acompañado por su animal, que no es común, sino uno entrenado y certificado para darle asistencia.
Para la activista de la población con Trastorno del espectro autista (TEA), que además es mamá de un niño autista de 9 años, son muchos los beneficios que le aporta el animal a este y a otros estudiantes.
“En este caso, los perros colaboran como apoyo emocional, los hacen sentirse acompañados, pues una característica del autismo es la disociación, no sentirse parte del grupo en el que están, entonces el animal cumple ese rol. Tener al perro a su lado le beneficia porque le da el mismo soporte que cuando está en su hogar. Le da tranquilidad”, comentó.
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Varela contó que en los últimos años, en las familias de personas autistas se ha popularizado la tenencia de perros de compañía por el apoyo que brindan. En las aulas, su presencia ayuda a que el estudiante mejore su concentración.
Karla Chinchilla, profesora de Educación Especial, psicopedagoga y experta en intervenciones asistidas con animales, añadió que estos acompañantes peludos aportan, además de beneficios emocionales, otros conductuales que permiten al alumno estudiar cómodo y sentirse bien.
“Los ayuda a autorregularse, a prestar atención, bajar niveles de estrés y ansiedad. Cuando no les encanta el cambio de estructura, que es ir a la escuela, o les estresa el ruido, el perro les ayuda. Hay mucha diversidad y necesidades en las que el perro apoya”, afirmó Chinchilla.
La activista Jessica Varela insistió en la necesidad de dejar de creer que los perros de asistencia son “solamente para personas con discapacidad visual”.
“Como contó el padre de este estudiante, el adolescente podía ir a cualquier lugar con el perro: al cine, al restaurante, pero al colegio no. Esto es desconocimiento de la Ley 7600 que dice que toda persona que por algún tipo de discapacidad requiera de un animal de asistencia como apoyo, acompañamiento, conducción y auxilio, lo podrá ingresar, permanecer y deambular a toda edificación pública, privada, de servicio público y medio de transporte público”, expuso.
Un perro de compañía en los salones de clase
Chinchilla destacó que detrás de la asistencia de un estudiante autista con su perro a las aulas, está la aprobación de un especialista que consideró que el animal es beneficioso para la persona.
“Antes de esto hay todo un proceso. En el caso de este estudiante, tal y como han informado, él ya tenía un proceso aprobado por el cual se le recetó la compañía del perro”, insistió.
La psicopedagoga explicó que es un psiquiatra el que se encarga de emitir un certificado para que la persona autista cuente con su perro de compañía, el cual es entrenado previamente.
¿Cómo son los perros entrenados para personas con autismo? De acuerdo con MSD Animal Health, estos animales de terapia “son capaces de evitar o reducir las conductas propias del autismo. Establecen un canal afectivo muy fuerte con sus tutores, mejorando la comunicación, la estimulación sensorial y la seguridad de sus propietarios”.
En el caso del estudiante de 14 años, su perro de asistencia está certificado y entrenado específicamente para potenciar su independencia, autoestima, control emocional e interacción social, como lee en el expediente 24-005205-0007-CO, del Tribunal Constitucional.
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Aceptación y buena actitud en las aulas
La activista y la psicopedagoga expusieron prácticas que los docentes podrían implementar en los salones de clases para hacer que el proceso de enseñanza sea más inclusivo para las personas dentro del espectro autista.
“Al autismo se le conoce como una discapacidad invisible, por eso, lo primero que tiene que haber en las aulas es aceptación. Hay docentes que tratan de minimizar la condición del autismo diciendo que los estudiantes se tienen que acostumbrar a los ruidos, que cuando tienen crisis están haciendo berrinches o malacrianzas. Hay que saber ayudarlos y apoyarlos, saber que se van a necesitar herramientas como aisladores de sonidos y comprensión cuando no quieran ir al recreo”, apuntó Varela.
Además de la aceptación, el esfuerzo de los docentes para enseñar a los estudiantes autistas es vital, dijo la activista.
“Quizá no es responsabilidad total de los docentes, porque el MEP no les brinda herramientas o capacitación para abordar a estos estudiantes, entonces muchos buscan por cuenta propia conocimientos. A nosotros nos escriben docentes y preguntan qué pueden hacer para ayudar a sus alumnos”, narró.
Tener una actitud positiva es otro de los factores que directores y maestros pueden adoptar para que la enseñanza de los estudiantes con autismo se convierta en una experiencia inclusiva y positiva en las aulas, añadió la experta en intervención animal Karla Chinchilla.
“Capacitarnos en todo es difícil, pero si llega un caso investigo y soy anuente a buscar opciones. Es un tema de actitud. En nuestra fundación (SIAA: Servicio de intervenciones con animales) damos charlas y también hay otras entidades que se preocupan por informar”, agregó Chinchilla.
Se consultó al MEP sobre la población estudiantil con Trastornos del Espectro Autista que asiste a sus diferentes centros educativos, sin embargo, al cierre de esta nota no se había recibido respuesta.