En Costa Rica, seis de cada 10 profesionales graduados de universidades públicas son mujeres, de acuedo con el estudio “Seguimiento de la Condición Laboral de las Personas Graduadas 2017-2019″, realizado por el Observatorio Laboral de Profesiones (OLAP) del Consejo Nacional de Rectores (Conare).
Según esta Radiografía Laboral, el 79% de esos profesionales son asalariados, de los cuales el 41,5% son hombres y el 58,5% son mujeres.
La mayoría de mujeres opta por carreras en áreas de ciencias sociales y salud, afirmó Olman Madrigal, coordinador del OLAP.
“Educación, Administración, Medicina, Enfermería, Veterinaria, ahí hay más mujeres”, agregó Madrigal a La Nación.
No obstante, a pesar de tener mayor peso entre los graduados universitarios, las mujeres sufren por la falta de oportunidades y mayor desempleo.
Para expertas del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica (CIEM-UCR) y del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), el camino por lograr una igualdad de oportunidades sigue siendo largo y el hecho de que existan más mujeres con un título universitario no significa que tengan más oportunidades que los hombres.
En criterio de Montserrat Sagot, directora del CIEM, el mercado de trabajo en general está profundamente marcado por el género, incluso en el siglo XXI.
“Esto responde a una vieja idea de que las mujeres deberían estar en la casa y que el mundo del trabajo no es un espacio para ellas. Por eso el mercado de trabajo como tal, independientemente de las calificaciones o títulos que tengan las mujeres, sigue expulsándolas y poniéndoles mayores dificultades para que puedan permanecer en el mercado”, afirmó.
María Picado, coordinadora del departamento de Políticas Públicas del Inamu, consideró que hay mucho por mejorar, comenzando por políticas públicas que respalden al género.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) revelaron que el 2022 cerró con un desempleo del 11,6%, siendo las mujeres las más afectadas. De las 284.000 personas sin trabajo, 151.000 fueron mujeres y 133.000 hombres.
La situación se ha mantenido este año, pues de los 224.000 desempleados estimados en el trimestre de febrero a abril, 103.000 eran hombres y 121.000, mujeres.
Principales limitaciones
La coordinadora de Políticas Públicas del Inamu insistió en que la brecha que existe entre hombres y mujeres para la incorporación y la estabilidad en un trabajo está muy relacionada con la responsabilidad de cuidados, pues las mujeres aún tienen más recargo en el cuidado de niños y adultos mayores, así como en el trabajo doméstico no remunerado.
La funcionaria comentó, por ejemplo, la situación que las mujeres viven con la Red Nacional de Cuido y Desarrollo Infantil (Redcudi).
“Esas acciones se hicieron desde un enfoque del derecho al cuido pero no para promover la autonomía económica de las mujeres, entonces ¿qué pasa?, que sí, hemos ampliado las opciones de cuido, pero esas opciones son para mujeres en extrema pobreza, entonces si vos no estás en extrema pobreza, no entrás ahí, pero tampoco probablemente te alcance para pagar cuido privado, entonces quedás por fuera”, explicó Picado.
Sin embargo, la Red tiene otro problema según la coordinadora del Inamu, pues cuando una mujer que está en extrema pobreza y tiene a sus hijos en ese centro infantil logra conseguir un trabajo y aumenta su nivel económico, ya no puede optar por ese beneficio.
“Ahí perdemos una gran cantidad de mujeres”, dijo.
Otro factor es el sesgo inconsciente. De acuerdo con la funcionaria, en los procesos de reclutamiento laboral todavía existen muchos factores que, de forma no directa, discriminan a las mujeres.
“Por ejemplo, dicen ‘no, es que una mujer me va a pedir demasiados permisos para ir a la escuela, y me sale demasiado caro’, eso es un sesgo”, alegó Picado.
Sagot coincide con la posición del Inamu, al afirmar que hay condiciones de trabajo que dificultan mucho el desempeño de las mujeres, como los horarios que no son compatibles con las responsabilidades maternas.
“Además, cuando hay crisis, estas afectan principalmente a las mujeres; los empleadores tienden a despedirlas en mayor número bajo la idea de que el principal proveedor sigue siendo el hombre”, mencionó la experta del CIEM.
Para Sagot, a pesar de que las mujeres buscan superarse y “romper el techo de cristal”, el mercado laboral sigue operando bajo un sistema antiguo que dificulta las oportunidades de empleo para el género.