Isabella Rosales Vargas mira al cielo con la certeza de que en las estrellas están sus sueños. Esta alegre vecina de Pavas, en San José, tiene 12 años y desde que nació utiliza una prótesis pues no tenía su fémur izquierdo. Sin embargo, más allá de ser un obstáculo, Rosales lo vio como una gran ventaja.
La espigada Isabella actualmente patina, realiza natación, anda en bicicleta, hace surf y en diciembre estará en el Space Center de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) junto a otras nueve niñas como parte del programa “Ella es astronauta”, de la fundación “She is”.
Rosales está convencida en que al crecer será la primera ingeniera aeroespacial en viajar al espacio con una prótesis y su meta es trabajar en la NASA, al igual que la física e ingeniera costarricense Sandra Cauffman, quien actualmente es directora adjunta de Astrofísica.
“Yo la soñaba desde chiquitita, desde los 6 años siempre me ha interesado el mundo del espacio, los astronautas, entonces cuando se me dio esta oportunidad fue irreal, significó mucho para mí”, dijo Rosales a La Nación.
Comentó que a su corta edad ya tuvo que lidiar con comentarios de que por ser mujer no podía realizar ciertas actividades, pero tiene claro que son estereotipos que se deben romper.
“Quiero inspirar a más mujeres, las mujeres tienen que influir más, podemos hacer lo mismo que lo hombres. Antes me decían ‘no puede hacer esto por ser mujer’ y yo solo pensaba ‘claro que sí lo puedo hacer’, esos comentarios no me afectan y no influyen en mi vida”, aseguró Rosales.
Lohana Vargas, madre de Isabella, contó que ella desde que su hija estaba dentro de su “pancita” le decía que el tema de la prótesis era algo físico, que se iba a arreglar y que no pasaba nada.
“Sencillamente eso no influye en que ella pueda hacer lo que ella quiera en su vida y le decía ‘usted puede hacer lo que quiera’ (...) es una bendición y yo siempre he tratado de transmitirle eso a ella y lo ha sabido experimentar muy bien”, indicó Vargas.
La mamá de la futura astronauta mencionó que como familia nunca la han tratado diferente y que más bien la han empoderado en que es algo físico que se puedo solucionar.
“Estoy sumamente orgullosa de ella, siempre se lo he dicho”, contó Vargas.
Desde medicina hasta diseño de cohetes
La Nación habló con tres niñas más que ya alistan maletas para viajar a la NASA. Una de ella es Mariana Rodríguez, de 16 años y vecina de Puerto Viejo de Sarapiquí.
Ella sueña con ser “la mejor Ingeniera Mecatrónica y Medica”, una vez que salga del colegio y asegura que la experiencia le está ofreciendo muchísimas oportunidades y conocimientos que no sabía que existían.
“Mi futuro lo veo en el que voy a crear cosas para ayudar a las personas que lo necesiten, desde que tengo ocho años sufro de dolores crónicos en mi cuerpo y eso me daba ansiedad y depresión porque una niña tuvo que dejar lo que hacía antes y no podía jugar, entonces yo quiero ayudar a las personas con enfermedades extrañas e incomprendidas para que puedan adaptarse mejor y tener una vida más equitativa con el resto de las personas”, dijo Rodríguez.
En otro lado del país, específicamente en Cartago, se encuentra Sofía Bermúdez, de 12 años, quien habla emocionada de la experiencia que vive y vivirá en un mes.
Bermúdez quiere trabajar en la NASA pero diseñando cohetes e incluso viajar en uno de sus mismos proyectos.
“Nunca pensé que iba a ser seleccionada y es increíble ver que tantas mujeres podemos hacer grandes cosas, hemos aprendido robótica, programación, hemos hecho aterrizadores, muchas cosas STEM que a mí me encantan”, alegó Bermúdez a este diario.
Mientras que Tamara Brenes, de Río Frío de Sarapiquí y con 12 años, narra que las clases que han recibido por cuatro meses le han servido en muchos ámbitos de su vida, pues quiere ser ingeniera o abogada.
“Me siento muy afortunada y bendecida por esta oportunidad y mi mamá ha luchado por conseguirme hasta el pasaporte y no rendirse, ha sido mi mayor motivación y ejemplo a seguir por eso no me voy a rendir nunca”, señaló Brenes.
Durante su estancia de una semana en el Space Center Houston-NASA, las participantes tendrán actividades en campos como robótica, programación, construcción de cohetes, organización de misiones, creación de hábitat lunar y charlas con expertos en dirección de vuelo y simulación de viajes al espacio.
Las diez niñas lograron destacar entre 800 solicitudes para un programa que busca romper estereotipos de género, convertir a las niñas en agentes de cambio en sus comunidades, generar herramientas académicas y darles la posibilidad de vivir una experiencia inolvidable.