El círculo rojo, tradicional en todos los eventos TEDx, se colocó esta vez en el escenario del Auditorio Nacional del Museo de los Niños, en San José. Esta vez no lo ocuparon científicos, inventores, profesores o políticos.
No, este 18 de mayo el círculo rojo fue una apuesta al futuro en el TEDx Pura Vida Niñez.
Esta es la primera ocasión en la que se realiza un evento en el que todos los expositores son niños, sí, de 7 a 13 años. Además, a excepción de sus familias y maestros de algunas escuelas, también la audiencia fue de niños.
“Fue una experiencia lindísima desde que comenzamos a plantearlo. Muy diferente de todas las ediciones TEDx, pero sumamente enriquecedora la experiencia”, comentó Roberto Sasso, coordinador del TEDx Pura Vida desde sus inicios.
Durante más de tres horas, las ideas inspiradoras, las historias jocosas y la música llenaron el “castillo de los sueños”. Cada exposición fue acompañada de arte en proyecciones, todas ellas generadas por inteligencia artificial.
“Se le da una instrucción de lo que cada expositor iba a hablar y a partir de eso el programa generaba el arte que se proyectaba”, detalló Sasso.
El evento comenzó con fuerza. Pocos minutos antes de las 9:30 a. m., Valentina Lulú Lizano, de siete años –la menor de todas las expositoras– llegó para hablar de liderazgo, de cómo se convirtió en la presidenta más joven que su escuela tuvo en 25 años de existencia.
“Cuando me eligieron como presidenta de la clase, yo vi que podía ser líder y así ayudar a los demás. Luego me escogieron como presidenta de la clase de Inglés y vi que entonces confiaban en mí como líder y podía ayudar a más gente”, dijo en su presentación.
La siguiente historia fue muy diferente. Su protagonista, Alessandro Brenes, nació a las 34 semanas. Él y su hermano gemelo fueron diagnosticados con Autismo Grado 2 y con un tipo de Parálisis Cerebral Infantil que le impide caminar o estar de pie, pero un sillón lo estaba esperando para que pudiera contar la historia de su vida.
“Les vengo a contar las dos historias de dos hermanos que quisieron adelantarse a conocer a sus papás y hermanas. Como no podíamos caminar nos llevaron al Hospital Nacional de Niños y nos diagnosticaron Parálisis Cerebral, tuvimos que viajar a España para regular esa parálisis y poder caminar”, indicó en su charla “La normalidad de ser igual”.
“Pero sigo caminando como si no hubiera un mañana”, añadió.
A los cinco años se les diagnosticó autismo. Contó cómo, aunque en el kinder sí lo aceptaron, no fue así en la escuela. Sin embargo, amigos, familiares, profesores y hermanos sí lo han incluido. Recomendó tres pasos para no discriminar a quienes tienen estas condiciones: tratarlos bien, que se sientan incluido y que esas personas se vuelvan sus amigas.
La nota cambió de nuevo con la siguiente exposición. Amanda Meneses, de 9 años, habló de las maravillas de la música, una parte fundamental de su vida desde sus cuatro años.
“La música ayuda a mejorar el desarrollo de nuestro cerebro, basta con escuchar y vamos a tener su beneficio. Nuestro cerebro construye rutas con la música”, dijo la niña.
Hablar de música dio pie a escuchar música. La banda Chiquiticos llegó con el llamado “Alcemos la voz” y puso al público a bailar y aplaudir. De esta forma demostraron una vez más que el talento musical se trae y puede desarrollarse de manera profesional desde que se es chiquitico.
Naturaleza, deporte y videojuegos
Luego de ese número musical, Santiago Lima se presentó para hablar de medio ambiente. Según dijo, le gusta andar “en bici” y estar en contacto con la naturaleza, pero sobre todo, le gusta estudiar el potencial sanador de las plantas medicinales.
“Me gusta jugar con tierra. Cuando estaba en kínder hicimos una investigación con hormigas y supe que se llevaban todas las hojitas al hormiguero y de ahí se alimentan. Me pasa eso con la naturaleza, voy caminando y veo lo que hay”, mencionó.
Su maestra actual fue quien le inculcó ese amor por las plantas medicinales. Ahora tiene varias en su casa y dio consejos sobre sus tres plantas medicinales favoritas para sembrar en casa: el romero, para tratar resfríos; la cúrcuma, para el dolor de estómago; y el aloe vera, para tratar heridas.
Los temas ecológicos continuaron de la mano de Anyeldall Chavarría, quien fue claro en que los niños pueden generar grandes cambios.
Narró la historia de un niño de Limón que se fue a vivir a Heredia, pero ahí no le inculcaban la importancia de la naturaleza. En cuarto grado se cambió de escuela y allí encontró un maestro con el que todo cambió.
“El profesor vio ese amor del niño por la naturaleza y lo invitó a participar en un concurso en el que podía hacer acciones por la naturaleza. Como parte del concurso, hizo un jardín para insectos polinizadores, creó una pequeña huerta y utilizó agua de lluvia para regar la huerta e hizo un abono con residuos de comida y tuvo una estación de reciclaje en su casa”, contó.
Con esa exposición llegó un receso y al finalizar, Camila Gutiérrez, o Cami-Camila, como ella misma dice, también habló de toda la contaminación que hay en el ambiente y los daños que se hacen.
“Reciclar y reutilizar deben ser algo tan común como lavarnos los dientes y tan cotidiano como respirar”, manifestó.
Jam Sanabria fue el siguiente orador. Entró al escenario y planteó una pregunta a los adultos: “¿Verdad que a ustedes no les gustan que sus hijos pasen horas y horas jugando videojuegos?”.
La interrogante introdujo su tema. Habló de cuando los niños, felices de jugar, se enfrentan con los papás quienes en el momento más emocionante, les dicen “ya llevan mucho jugando” y les desconectan el juego.
Ante tan molesta situación, Jam propuso un punto medio para sacar oportunidades de un videojuego para aprender. Por ejemplo, dijo, crear personajes, mundos y actividades que pueden programarse, lo que permite mover la creatividad e impulsar nuevas habilidades.
“Así se aprende un montón de programación”, afirmó emocionado.
La octava expositora, Julliana Carvajal, narró cómo la pintura y el dibujo la han llevado a mejorar su creatividad, a expresarse y a decir cosas que de otra forma tiene.
“A veces siento que mi mente es una gran computadora. Otras nada más lanzo una línea y trato de construir sobre eso. A veces algo muy sencillo puede dar con grandes obras”, aseguró.
“Nacemos con creatividad, pero la perdemos con el tiempo, tenemos que seguir haciendo arte para no perderlo”, añadió.
Javier Cravioto, de 13 años, quería ser bombero cuando estaba muy niño, pero no se lo permitieron por su edad. Años después, lo pusieron en clases de emprendimiento para niños y ahí recordó que quería ser bombero, por lo que se puso a hacer “cajitas” de emergencia para que las personas tuvieran en caso de un incendio o sismo.
Con asesoría se percató de que el producto no era de calidad, entonces se acercó a especialistas para mejorarlo.
“¿Por qué no aprendí esto en la escuela y tuve que ir a un curso aparte? En Costa Rica se gasta muchísimo dinero en educación, pero la calidad no es buena y tampoco hay oportunidades de aprender cosas distintas, como clases de emprendimiento”, sentenció el adolescente.
Del emprendimiento se pasó al fútbol, donde Sebastián Fernández habló de cómo este deporte y en general los ejecicios y la actividad física son aliados para poner el cerebro en acción.
“El ejercicio ayuda al corazón a bombear más sangre. Esto significa más oxígeno para las células cerebrales. Por eso es necesario comenzar a hacer ejercicio desde la niñez”, dijo.
Finalmente, la última charla mezcló las palabras con la música de piano, de la mano de Emma Orlich.
“La magia de la música es que nos da la libertad de expresar lo que queramos o cómo nos sentimos, y de generar emociones en ustedes, quienes nos oyen. La música no solo es una forma de expresar sentimientos o ideas, la música es ese sentimiento”, concluyó.
Usted puede repasar el evento completo en http://www.tedxpuravida.org/en-vivo/