Al Colegio Técnico Profesional Ricardo Castro Beer, en Orotina asisten 1.400 estudiantes. De esos, 41 son alumnos con algún tipo de discapacidad que no reciben clases en el mismo salón que sus demás compañeros.
Estos jóvenes asisten a lecciones a las llamadas "aulas integradas" o también "aulas diferenciadas", en la que se supuestamente reciben apoyo adecuado para su aprendizaje.
Como esa aula diferenciada o integrada, hay 258 más en escuelas y colegios del país. Estas, sin embargo, deberán desaparecer paulatinamente en los próximos 10 años.
Los niños y jóvenes con alguna discapacidad deberán ser incorporados por el Ministerio de Educación Pública a las aulas regulares, según un decreto ejecutivo firmado por el gobierno anterior el 19 de marzo.
"El Ministerio de Educación Pública en el plazo de 10 años a partir de la publicación de este decreto, transformará paulatinamente las aulas integradas de retraso mental (discapacidad intelectual o cognitiva) en servicios de apoyo educativo en centros educativos regulares", explica el decreto N° 40.955-MEP.
A las 'aulas integradas’ asisten estudiantes con dificultades de aprendizaje debido a algún tipo de retardo mental, autismo o por dificultades de habla y escucha.
La disposición sin embargo desata polémica, pues algunos docentes y padres tienen dudas de la conveniencia de que los niños que requieren un acompañamiento especial estén en aulas más numerosas.
Así lo confirmó Gilberto Cascante, presidente de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE) , quien asegura que hay una gran preocupación.
Esa fue precisamente la palabra que usó Ingrid Brenes Irola, maestra de educación especial desde hace 25 años en escuelas de Cartago, para describir lo que les inspira el plan.
Según Brenes, los centros educativos cartagineses comenzaron con un plan piloto en febrero del año pasado, pero nunca lo evaluaron, ni les preguntaron. Lo siguiente fue la directriz.
En su criterio, no se puede sencillamente meter a los niños que necesitan servicios de apoyo en un aula más numerosa, porque se requiere tiempo ya atención personalizada para conocer cada caso. Además, señala, las docentes a cargo del aula regular también necesita preparación.
Cuando los niños con alguna discapacidad son includos en las aulas regulares, la maestra de educación especial solo estará con ellos un tiempo limitado.
"No es un temor al cambio, sino temor a los resultados, y a qué tan beneficiados van a ser los estudiantes y a qué expectativas se le van a dar a los pobres", añadió.
Otro problema, dijo, es que desaparecieron el manual que permitía ubicar a los niños en diferentes modalidades según sus condiciones, y ahora serán los padres los que decidan.
Muchos de esos desvelos lo comparte una madre de familia, cuyo hijo tiene discapacidades múltiples y autismo. Él cursa segundo grado en una escuela de Heredia.
La mamá, quien solicitó mantener su nombre en reserva, tiene tres preocupaciones fundamentales: la ansiedad que le da al menor los ambientes cargados y la bulla; la capacitación de la maestra para atender a él y otros estudiantes que requieren de apoyo, y el bullying, que, considera inevitable.
"Siento que las aulas integradas son una necesidad, tiene que haber un momento pero todo a su debido tiempo, que no sea de un año a otro. Cada caso es diferente, me preocupa mucho, mi hijo no está listo", expresó la mujer.
Llamado de atención
Gilda Aguilar, jefa del Departamento de Educación Especial del MEP, explicó que esta directriz surgió luego de que en 2014 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo una revisión de cuánto había avanzado el país en la implementación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la cual Costa Rica convirtió en ley en 2008. Esta plantea el derecho de estas personas a la educación en un sistema inclusivo en todos los niveles.
El Comité Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad "lamentó que en el país persista una educación segregada para alumnos con discapacidad", comentó Aguilar.
Fue ese llamado de atención lo que, según Aguilar, marcó la ruta, cuya primer ajuste fue transformar los servicios de aula integrada en servicios de apoyo educativo, es decir, que los estudiantes con discapacidad vayan a aulas regulares con docentes que apoyen.
Actualmente hay 15.000 estudiantes con algún tipo de discapacidad que están en este tipo de aulas o en alguno de los 24 centros de educación especial del MEP.
La directriz presidencial también establece que instituciones como el Centro Nacional de Educación Especial Fernando Centeno Güell, ubicado en Goicoechea, se transformarían en centros de apoyo. Los padres podrán elegir si sus hijos se mantienen en esas instituciones o si prefieren que sean integrados a las aulas regulares.
"Si deciden que vayan a un aula regular, deben verificar que en esa escuela haya servicios de apoyo educativo. Si no los hay, el centro educativo los tiene que que gestionar. Ahora tendrán el derecho de elegir, antes no se podía; alguien con discapacidad solo podía ir a servicios de educación especial", dijo Aguilar.
Capacitación
Gilberto Cascante, de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE), dijo que el principal desvelo del sector docente es que los niños con discapacidad pasen a las aulas regulares sin que los profesores tengan capacitación ni apoyos en el aula para su atención.
"Actualmente son muy pocos los niños con discapacidad en aulas regulares, con la directriz van a ser más. Es obligación del Ministerio dar los recursos a los docentes. Lo que estamos en desacuerdo es que el niño entre al sistema regular sin que la maestra esté lista para recibirlo", comentó Cascante.
Según la directriz, el MEP organizará y ejecutará procesos de capacitación docente que resulten necesarios para la correcta implementación de las disposiciones.
"Uno administrativamente no le ve el problema, el docente en el aula muestra cierta resistencia o temor de no sentirse suficientemente capacitado para asumir esa responsabilidad. Existe ese temor de recibir al estudiante en el aula regular por la misma situación de desconocimiento y falta de capacitación de la población", Rubén Salas, director del CTP Ricardo Castro Beer.
Para Aguilar, la mayor barrera para la incorporación de alumnos con discapacidad es un tema de prejuicios y estereotipos.
"Tenemos 22 años de hablar de lo mismo, no es posible que la gente piense que esto es nuevo, las personas con discapacidad hace muchos años están en el sistema educativo. Es un derecho, no un favor, lo que hay que hacer es primero conocer y respetar los alumnos porque los apoyos han crecido paulatinamente", declaró la funcionaria.
Por ejemplo, en la Escuela Fray José Antonio de Liendo y Goicoechea en Paraíso de Cartago, desde hace seis años eliminaron el aula integrada e incorporaron a los niños con discapacidad cognitiva a las aulas regulares.
Jackeline Araya, directora de la institución, de 1.058 alumnos, dijo que, actualmente, hay 20 niños con discapacidad que están incorporados en las aulas regulares. Antes de incluirlos se hizo una labor de concientización tanto para niños como para docentes.
"Tenemos apoyo de las docentes de educación especial, sin ellas ería imposible. Todos somos parte de este proceso colaborativo; entre todos tratamos de sacar adelante a lso niños para que vayan al ritmo de los demás. lo más fácil ha sido que los niños se han integrado súper bien y los demás niños los han aceptado muy bien", contó Araya.
Para la funcionaria, los más difícil del proceso de integración ha sido la actitud de los padres que se angustian de que los niños pasen a las aulas regulares. Contó que cuando los padres vieron la importancia de que los alumnos se integren con sus iguales y que son considerados uno más del grupo, aceptan la situación.
Además, añadió, también hay cierta resistencia docente ya que muchos de estos no tienen formación en educación especial.
"Hemos tenido que cambiar la manera de trabajar; hacemos muchas actividades lúdicas, eso implica tener mucho material; hemos tenido que comprar mucho material para ayudar a los niños", manifestó Araya.