La educación a distancia impuesta por la covid-19 puede dejar secuelas graves y duraderas en la formación de un millón de alumnos de escuelas y colegios públicos.
El forzoso recorte de programas, el hecho de que muchos alumnos y profesores no tengan acceso a Internet y la falta de destrezas tecnológicas del docente crean importantes vacíos académicos.
Según Isabel Román, directora del Estado de la Educación (del programa Estado de la Nación), tres meses sin clases presenciales equivalen a un año de rezago estudiantil.
Es decir, en la víspera de cumplirse ocho meses de pandemia, los estudiantes costarricenses podrían sufrir un atraso de casi tres años en su proceso de aprendizaje.
“El rezago va a existir, es algo que es muy difícil de evitar, pero podemos disminuir su impacto", sostiene la investigadora Román.
"La relación entre docentes y estudiantes debe ser muy buena y autocrítica para fortalecer los puntos esenciales de la malla curricular, porque el mayor perjudicado siempre será el estudiante”, asevera.
Con ella coinciden los exministros de Educación Édgar Mora y Leonardo Garnier, quienes consideran que deben tomarse acciones rápidas para corregir el rumbo.
A distancia o virtual
Aunque nadie podía anticipar la llegada de la emergencia sanitaria, las soluciones implementadas por el Ministerio de Educación Pública (MEP) no han resultado tan efectivas como se hubiera deseado.
Según voces expertas y padres de familia consultados para este reportaje, no se puede decir que en Costa Rica se esté desarrollando un proceso de educación virtual, sino uno a distancia.
De hecho, se trata de modelos educativos completamente distintos.
El primero exige conexión a Internet e interacción constante entre alumno y profesor. En el segundo el acompañamiento y el acceso a material son más limitados.
Uno de los factores que sustenta la afirmación de que el modelo implementado en el país es educación a distancia tiene que ver con la cobertura.
Casi el 45% de los alumnos matriculados este año no se registraron en la plataforma Microsoft Teams, implementada por el MEP cuando se suspendieron las clases presenciales.
Y en muchos casos, aún con acceso a la plataforma, la solución se ha traducido en una repartición a veces desordenada de guías y fechas de entrega de materiales.
Las guías, distribuidas de forma presencial o por medio de WhatsApp, se revisan cada semana o cada dos o tres semanas, dependiendo del centro.
Lo anterior es educación a distancia y no interacción virtual.
Otra barrera ha sido el hecho de que no todos los estudiantes del sistema público tienen acceso a Internet o dispositivos para conectarse.
De hecho, un estudio del MEP indica que el 34,8% no tiene conexión a la web en sus hogares.
Sin esa herramienta, los alumnos deben tratar de mantenerse vinculados al aprendizaje a través de fotocopias, y recargas telefónicas esporádicas para hablar con sus profesores y recibir material.
No obstante, padres y estudiantes relatan que el proceso a veces se torna complicado porque las copias no llegan a tiempo o salen repetidas, o se presentan desórdenes en la distribución.
También indican que no todos los docentes están disponibles vía chat cuando los alumnos los necesitan, o bien, estos no están presentes en los horarios que manejan los educadores.
“La pandemia ocasionó que pasáramos de un modelo centrípeto, en el que todos iban al MEP, a un modelo centrífugo donde el MEP tiene que llegar a todos, y ese paso mostró aún más la desigualdad que existe”, valora Édgar Mora, exministro de Educación.
A criterio de Mora, uno de los principales fallos del MEP al implementar el proceso educativo a distancia, es que solo se plantearon dos escenarios para los estudiantes: quienes tienen conexión y quienes no. Y eso, según opina, es muy general.
En ese sentido, sostiene que la construcción ideal hubiera sido “una tipificación (el ajuste) de los estudiantes que permita su desenvolvimiento en el entorno que se encuentra”.
Rezago del aprendizaje
Leonardo Garnier, quien dirigió al MEP del 2006 al 2014, coincide en que la pandemia abrió marcadas brechas debido a la gran diversidad de alumnos y familias del sistema educativo.
“El reto puede ser más grande de lo que parece, porque el rezago es algo que va a suceder. Se debe buscar replantear los objetivos de estudio, buscar un mayor enfoque en aquellos contenidos que son verdaderamente esenciales dentro de la malla curricular para que nuestros alumnos tengan un rezago lo menos grave posible”, recomienda.
Garnier destaca que el principal objetivo para disminuir el impacto debe recaer en dos puntos: “Los estudiantes deben velar por el modelo de autoaprendizaje y autodisciplina para evaluar los contenidos que aprenden, y los profesores deben mejorar su desarrollo en el modelo de docencia virtual”.
El exministro Mora menciona que hay dos aspectos que se pueden fortalecer y cambiar en el corto plazo para beneficiar a los estudiantes: “Rediseñar el plan de evaluación para que sea congruente con la transformación curricular que ha ocurrido y mejorar el vínculo entre maestros y padres de familia, quienes han tenido que tomar el rol pedagógico con sus hijos”.
Por el momento, las únicas estrategias anunciadas para tratar de llenar los vacíos dejados por la falta de asistencia a las aulas son procesos de acompañamiento cuando regresen a clases presenciales, tarea que corresponderá al docente del nuevo nivel, pues en 2020 ningún estudiante reprobará.
Para estudiantes de sextro grado, los contenidos se complementarán en el colegio y para los estudiantes de último año de secundaria, la responsabilidad de nivelarlos recaerá sobre las universidades.
Así lo dio a conocer el MEP, a finales de agosto, cuando informó de que este año no habría retorno a las aulas y que en el 2021 el regreso a las clases presenciales no será al 100%.
Deserción estudiantil
Además del bajo alcance de la educación a distancia, hay que sumar la deserción escolar.
Según un censo realizado por el MEP, no se tiene información de al menos 91.000 alumnos que abandonaron el sistema educativo en medio de la pandemia.
Según la ministra de Educación, Guiselle Cruz, la falta de asistencia de estudiantes se ha dado por factores socioeconómicos y propios de cada familia.
“Puede ser que no hay servicio de Internet donde vive el estudiante. La familia no tiene dinero para contratar este servicio o para tener un dispositivo”, señala Cruz.
“La ausencia estudiantil también puede deberse a una falta de guía de los padres, que consideran que las clases a distancia no sirven, que no vale la pena que sus hijos sigan en clases desde casa, o que los trabajos enviados a los estudiantes terminan siendo carga extra para los padres”, agrega.
Historias de educación en pandemia
Deslice hacia los lados para leer las historiasEdwin, 10 años, Paso Ancho
Edwin Morales estudia con la tablet que le regaló su tía para poder recibir clases por Microsoft Teams y enviar fotos de sus tareas. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
El MEP reportó que apenas el 48,5% de los estudiantes se inscribió en la plataforma de Microsoft Teams en la región educativa de San José.
La mayoría de estudiantes depende de la entrega de material físico, así como de recibir el material de las guías autónomas por chat en el teléfono.
Tal es el caso de Edwin, alumno de quinto grado de la escuela Marcelino García Flamenco. Él y su padre, vecinos de Paso Ancho, se vieron forzados a innovar para entregar todos los trabajos.
“Las guías se envían a un grupo de WhatsApp donde estamos los papás. Lo que yo hago es copiar las guías en papel, para que mi hijo las vaya resolviendo. No me gusta ir por fotocopias a la escuela porque ha pasado que me dan las páginas repetidas”, explica Edwin Morales, el padre.
Edwin realiza sus trabajos en la cocina de su casa por las mañanas. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
Edwin envía sus tareas por medio de fotos de las guías respondidas a mano al grupo de WhatsApp donde están sus profesores. “Ellos se conectan cada 15 días para resolver dudas que tengamos. Muy pocos (profesores) nos hablan todos los días”, dice el menor mientras enseña los trabajos que ha enviado.
“Estudiar en la casa es más cansado porque se tarda mucho haciendo las tareas. En el colegio era más fácil y terminaba mucho más rápido”, cuenta el niño mientras usa la tableta que le donó su tía.
Según la profesora guía de quinto grado de la escuela Marcelino García, Carla Cordero, 12 de los 51 estudiantes reciben las guías autónomas fotocopiadas en la escuela. Los demás estudiantes tienen acceso al material por WhatsApp o por Microsoft Teams.
Plan de Internet de Edwin: 10 Megas por ₡9.800 mensuales. (lo pudieron contratar a partir de julio)
Equipo académico de Edwin: Una tableta que le regaló su tía a principios de junio.
Ingreso económico mensual antes de la pandemia: ₡270.000
Ingreso económico actual: ₡110.000
Edwin asegura que las guías son más cansadas que asistir a clases presenciales. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
Edwin José, 14 años, Ipís de Goicoechea
Edwin José ingresó este año sétimo grado en el Liceo de Coronado, pero prácticamente no ha asistido al centro de estudios. Su nueva escuela es su hogar. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
La región educativa de San José Norte ha registrado una conexión del 60,9% de estudiantes en Microsoft Teams. Es la tercera mejor región educativa del país en cuanto a asistencia, según datos del MEP.
Edwin José tiene 14 años, y este año ingresó al Liceo de Coronado con altas expectativas. Él es vecino de Ipís de Goicoechea. Su madre, Yessenia Gómez, de 38 años, es quien se encarga de ayudar a su hijo a realizar las guías autónomas que brinda el MEP; las cuales debe ir a recoger cuando el colegio indica.
“El colegio no da guías cada 15 días; es cuando les da la gana”, se queja Gómez. “Y para la entrega es exactamente lo mismo. A principios de agosto estábamos entregando las guías de marzo. Tienen un gran desorden”, asegura. Las últimas guías que recibieron fueron en julio, y desconocen cuándo deben entregarlas.
La orientadora de sétimo año del colegio, Inés Montoya Mora, asegura que la coordinación fallaba a causa de “la Junta Administrativa anterior” que había en el Liceo.
Edwin José, estudia por las mañanas para dedicarse a sus actividades favoritas en la tarde. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
“La Junta no desempeñaba un buen papel, y por tanto no recibimos el dinero que asigna el MEP para la distribución del material”, dice Montoya. “Gracias a Dios ya tenemos una nueva junta que esperamos sea mejor”.
“El Liceo de Coronado tiene 190 estudiantes en sétimo año, de los cuales a 77 se les entrega material impreso, debido a que su condición socioeconómica no les permite acceder a la educación de manera virtual”, explica Montoya.
Plan de Internet de Edwin José:Celular prepago al que le meten datos de vez en cuando.
Equipo académico de Edwin José:No tiene equipo; trabaja con lapicero y papel.
Ingreso económico mensual antes de la pandemia:₡200.000
Ingreso económico actual: ₡110.000
A Edwin José se le dificultan las materias como matemática y francés, por lo que su mamá ha tenido que fungir como docente en estos temas, con ayuda de Internet. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
Angie, 17 años, Dota
Angie estudia en la cochera de su casa en compañía de su perrita. Ese es su nuevo "salón de clases". Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
La zona de Los Santos es la segunda mejor región educativa con acceso a la educación virtual, según estadísticas del MEP. En esta zona, donde se encuentra Dota, 63,5% de los estudiantes del sistema público se inscribieron en la plataforma Microsoft Teams entre abril y julio de 2020. Sin embargo, el porcentaje sigue siendo bajo en asistencia en comparación con las expectativas del MEP.
Angie, de 17 años, cursa undécimo año en el Colegio Técnico Profesional José Daniel Flores Zavaleta, donde también lleva la especialidad agropecuaria en producción pecuaria.
Ella ha adaptado un papel de “profesora” con sus compañeros. “Mis compañeros me escriben para aclararles ciertas dudas sobre las guías (Matemáticas y Español), porque a veces los profesores no les pueden responder de inmediato”, asegura la joven.
Angie recibe guías de estudio de diferentes materias que debe completar cada 15 días; admite que son “cansadas” y “largas”.
Angie dedica tiempo extra para atender las dudas y consultas de sus compañeros cuando los docentes no están disponibles. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
Asegura que es más cansado realizar todo desde casa, que cuando iba al colegio, porque a veces le dedica más horas de las normales al estudio, y no tiene un horario fijo.
La directora del colegio de Angie, Alexandra Chanto Ureña, afirma que realizan el “mayor esfuerzo posible” para hacer llegar el material educativo a todos sus estudiantes y darles el apoyo necesario.
“En nuestra institución hay 687 estudiantes, combinando la sección diurna y nocturna. De ellos, solo 82 no se han podido integrar a la educación virtual. Ya sea por no tener dispositivos tecnológicos o un mal servicio de Internet; o son muchos hijos y solo hay un dispositivo en la casa, o el padre o madre de familia necesita el dispositivo para hacer teletrabajo”, explica Chanto.
Angie es de los 396 estudiantes integrados a la educación virtual, de un total de 466 de la sección diurna.
Plan de internet de Angie: 5 Megas por ₡4.000 mensuales. (lo pudieron contratar a partir de julio)
Equipo académico de Angie: Una computadora portátil que le permite realizar las guías de trabajo que le envían cada 15 días.
Ingreso económico mensual antes de la pandemia: ₡300.000
Ingreso económico actual: ₡200.000
Angie se encuentra en su penúltimo año de colegio y se prepara para la universidad. Crédito: Eyleen Vargas Dávila / Punto y Aparte para La Nación
Docentes también son afectados
Cerca de 1.000 docentes --de los 66.000 que hay en todo el país-- se trasladan a los centros educativos para usar los laboratorios de informática y poder comunicarse con los estudiantes, ya que tampoco tienen Internet en sus hogares.
Además, alrededor de 400 educadores que no tienen conexión, no se han reportado al MEP.
Una consulta realizada por el Informe Estado de la Educación a 42.074 docentes de centros educativos públicos evidenció que algunos tienen dificultades para contactar a los estudiantes.
Al momento del estudio, había 2.397 docentes, aproximadamente un 4% que no habían logrado establecer conexión con sus alumnos.
Pese a que la mayoría de docentes sí logran impartir las clases a distancia (96% según los datos del MEP) con el envío del material por WhatsApp o correo, hay otro problema que la mayoría experimenta: mejorar sus competencias tecnológicas.
Inclusive, el MEP buscó capacitarlos mediante cursos.
“El hecho de que un docente tenga Internet no asegura una interacción adecuada con sus alumnos. Es necesario tener destrezas tecnológicas para transmitir de forma clara contenidos y didácticas apropiadas para mantener el interés de los estudiantes”, explica Isabel Román.
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Alejandro Ponce es estudiante de periodismo de la Clase 9 de la Asociación de Periodismo Colaborativo Punto y Aparte. Es el encuentro entre periodistas y estudiantes de la carrera, quienes generan producciones periodísticas de alta calidad sobre las causas y las soluciones de realidades de riesgo social, y se mantienen vinculados para promover el buen periodismo.