Alumbrándose con la luz de su celular, Anabelle Fernández Alvarado recorre todas las noches los pasillos desolados del CTP de Dulce Nombre de Cartago, para llegar hasta su aula y tratar de dar sus lecciones.
Esta ha sido la rutina para la docente de Contabilidad desde que inició la huelga el 10 de setiembre.
El director de ese centro educativo, de apellido Evans, no está en huelga, pero sabe que Fernández y sus 40 alumnos de la sección nocturna sí están asistiendo a clases. A pesar de esto, el colegio está todos los días con las luces apagadas, como si no hubiera nadie. Así lo denunció la educadora.
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De las 40 profesoras y administrativos de la sección nocturna de ese centro educativo, Fernández fue la única que decidió no adherirse a la protesta contra la reforma fiscal y ahora está “pagando” por ello, según contó la docente a este medio.
“Desde antes que inició la huelga, le informé al director y a mis estudiantes que no iba a sumarme al movimiento. Sin embargo, el director, a su vez, les dijo a los estudiantes que no tenían la obligación de ir a mis lecciones, puesto que si no llegaban todos, yo no podía impartir lecciones ni seguir con el programa, ni registrar ausencias. La información que le dio a los estudiantes es que el colegio iba a cerrar, los alumnos me preguntaron que qué iba hacer yo si el colegio cerraba, yo les dije que el colegio no lo podían cerrar porque yo iba a trabajar.
"Efectivamente llegué el 10 de setiembre al colegio y estaba cerrado, tuve que llamar al guarda por teléfono para que me abriera. Desde ahí, todos los días para dar clases tengo que llamar al guarda para que me abra a pesar de que el director no está en huelga. Desde que soy docente nunca he ido a huelga, no creo en la huelga porque ya me había informado bien y siento que el sector educativo no se vería afectado”, contó Fernández quien tiene 26 años de ser profesora.
Evidencias
La educadora relató que el primer día de huelga no solo se encontró con el colegio cerrado. Días antes, se había realizado en el centro educativo una feria vocacional, los pupitres de su aula, la única de la que ella tiene llave, habían sido guardados en otra aula, con llave.
Cuando ella llegó a dar clases los pupitres se mantenían en un aula que ella no sabía cual era, los habían apilado ahí. Tampoco sabía dónde estaban los interruptores para encender las luces de los pasillos, solo podía encender las luces de su aula.
Fernández tuvo que tomar unos pupitres que usaban para poner los hornos microondas y juntarlos para recibir a sus alumnos. El mensaje del director caló en aproximadamente 10 alumnos que no se han presentado a recibir lecciones.
La educadora denunció que el servicio de agua está cortado, no se puede lavar ni las manos en ninguna de las piletas. Tampoco pueden usar los baños que están cerrados con candado y, los que están abiertos, están en condiciones insalubres, pues, desde el 10 de setiembre, no se limpian y no hay agua para limpiarlos tras hacer las necesidades.
"Tengo que ir a orinar al baño del guarda, la casetilla de él queda en el puro extremo del colegio, lejos de las aulas. Mis alumnos me dicen que a esos baños no pueden ir porque están muy sucios, se aguantan. Unas chicas se enfermaron por aguantar las ganas de orinar. Me escondieron los pupitres, me quitan la luz y el agua. Le dije un día al director que me abriera un laboratorio que yo uso para dar un curso que se llama Tecnología en el cual mis estudiantes deben usar las computadoras, la respuesta de él fue que no tenía la llave. Yo soy muy nerviosa, y llego y está todo a oscuras, hay una plaga de sapos, un montón de sapos que brincan por la noche, además, un día se metió un armadillo”, explicó.
Lucha para dar clases
Desde que inició la huelga a la fecha, la profesora ha tenido que convencer varias veces a sus alumnos que vayan a recibir las lecciones, pues afirma, que por otro lado, el director les dice que no lo hagan.
Fernández contó que en una ocasión iba a realizar una evaluación de la materia a sus alumnos. Los estudiantes llegaron indispuestos, y le entregaron una carta diciéndole que ella no los podía evaluar, que ellos tenían derecho a huelga.
“Al ser gente adulta, yo les dije que no se negaran el derecho a la educación que es obligatoria y gratuita. Les dije que de todos los profesores que ellos tienen, solo yo me quedé con ellos, que tienen que ver el esfuerzo que yo hago. Les dije que en la noche no hay huelga, y que no hay manifestaciones, que si me preguntan dónde están mis compañeros, les diría que están viendo tele en su casa con su familia, pero que yo estaba aquí, que valoren eso. Al final me pidieron disculpas”, explicó.
¿Dónde está el director?
La respuesta de Fernández fue “en su casa”. El funcionario labora a 300 metros del colegio y la educadora afirmó que él no está en huelga y que solo llega algunas ocasiones a marcar entrada y se va para la casa, o llega al final de la jornada a marcar salida.
“Él nunca está para hablar, llega y se va rápido. Cuando le quiero hacer una consulta, se desaparece. El medio de comunicación mío es el guarda, yo a él le pregunto las cosas, pero el administrador del colegio es director, él debe velar porque se tengan los servicios mínimos ya sea con una sola profesora o todo el cuerpo docente. Yo siento que esto es una medida de presión para que los mismos estudiantes dijeran que no tienen las condiciones mínimas y que no vayan a mis clases. Estoy desesperada, por dicha tengo el apoyo de mi familia”, manifestó.
Sobre esta situación, la docente habló con el supervisor, de apellido Monge, este le dijo que levantara un acta. Envió correos al Ministerio de Educación pero no recibió respuesta.
Fernández pudo levantar el acta de lo que estaba ocurriendo el 19 de noviembre pasado debido a que una de las docentes, de apellido Mena, se reincorporó y le pudo servir de testigo ya que afirma el guarda no quiso hacerlo pues es contratado por la Junta de Educación y no quería tener problemas.
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De todo lo denunciado, Fernández tiene videos, fotos y pruebas.
“Yo de esta huelga, siento siento pena; creo que los docentes han olvidado totalmente el sentido y la misión que tiene un educador. Creo que la mejor manera de protesta, es que en la vida luchamos y luchamos con trabajo, no dejando el trabajo olvidado y evadiendo nuestras responsabilidades”, explicó la educadora.