Puede ser que usted no sienta un duro golpe en sus bolsillos, pero el año que recién comienza sí será ajustado para los costarricenses.
Con la llegada del 2003, vienen nuevos impuestos o modificaciones a tributos vigentes, una fuerte contención del gasto público, menos inversión por parte del Gobierno y un crecimiento salarial restringido.
Los precios mundiales del café, el segundo producto agrícola de exportación nacional, se mantendrán deprimidos. Tampoco el país podrá aprovechar las condiciones favorables del mercado bananero, debido a una baja productividad ocasionada por el azote de las lluvias en las zonas de siembra.
La amenaza de que una guerra en Iraq eleve los costos de los hidrocarburos es, por otra parte, una sombra sobre el panorama económico.
Las autoridades económicas del país admiten que el 2003 será ajustado, pero cifran sus esperanzas en una posible recuperación en el 2004. Una visión similar tienen líderes del sector privado.
Impuestos
A partir de este mes, comienzan a regir nuevos tributos que no golpearán directamente a los más pobres. Pero sí tendrán sus repercusiones.
Por ejemplo, las empresas tendrán que sacar más dinero para pagar al Ministerio de Hacienda una sobretasa escalonada al impuesto sobre la renta. De la misma forma, las personas jurídicas comerciales deberán cancelar un tributo de 0,1 por ciento (¢1 por cada ¢1.000) de su patrimonio.
Quienes tengan salarios superiores a ¢1 millón a su vez tendrán que tributar un recargo por renta.
De las nuevas cargas impositivas tampoco escapa el comercio de cigarrillos y licores, productos a los que se les subió el impuesto selectivo de consumo.
Los nuevos tributos forman parte de un plan de contingencia que pretende darle recursos adicionales –por ¢62.000 millones– al Gobierno, para atenuar el abultado déficit fiscal del sector público no financiero.
Este faltante cerró el año pasado en ¢331.200 millones, de acuerdo con cifras oficiales.
Menos gasto, bajos salarios
A socarse la faja también estará obligado el Gobierno, que pretende ahorrar ¢120.000 millones de sus gastos en el 2003.
Las erogaciones de los ministerios e instituciones autónomas no podrán crecer más de un 5,9 por ciento respecto del gasto efectivo del 2002, en acatamiento a una directriz del Poder Ejecutivo.
Y aunque esto no afectará los servicios públicos esenciales, el Gobierno sí tendrá que priorizar inversiones. Algo que el mandatario, Abel Pacheco llama “posponer sueños”.
Como parte del sacrificio, los empleados públicos no disfrutarán de grandes aumentos salariales. Los incrementos serán iguales a la inflación.
La meta gubernamental no solo es evitar que el déficit fiscal llegue a ¢372.000 millones –lo que representaría un 6 por ciento de la producción estimada–, sino bajarlo a un 3,1 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Esperanzas
Pero, una de cal y otra de arena. La contención del gasto, la política salarial restrictiva, la vigencia de nuevos tributos y la esperanza de que el Congreso apruebe en este año una reforma fiscal permanente dan buenas señales sobre la marcha de la economía costarricense.
Por un lado, al bajarse el elevado déficit fiscal, habrá menos presión sobre la inflación, tasas de interés y tipo de cambio de la moneda nacional. El saneamiento de las finanzas públicas, por otro, alienta a los inversionistas.
A ello, se suma el optimismo por el pronto arranque de las negociaciones de un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Centroamérica y Estados Unidos, un instrumento que, además de sus beneficios, coronaría la apertura comercial de Costa Rica.