Atrás quedó su familia, un trabajo en el sector público, su casa, su finca y la primera parte de su historia de vida en Colombia... Desde hace cuatro meses, "Enrique" llegó a Costa Rica para solicitar refugio y lo encontró, pero desde el entonces no tiene trabajo.
Es ingeniero ambiental con una maestría en salud pública y experiencia en docencia; solía trabajar como auditor en el sector público donde gozaba de beneficios, pero tuvo que salir de allí por amenazas, tras haber hecho unas denuncias que casi le cuestan su vida y la de su familia.
Acá, en Costa Rica donde es refugiado, pasó a "nada", a ser "nadie", según dice el testigo del drama de conseguir trabajo en "lo que sea". No es demasiado exigente y se conformaría con lavar platos o ser mesero para pagar el alquiler de un cuarto y agregar algo más al caldo de hueso de res con pasta que se ha vuelto su comida diaria.
En esa lucha, Enrique se presentó este jueves en la feria de empleo para personas refugiadas que organiza el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Costa Rica (Acnur) en conjunto con agencias socias y la empresa privada.
La feria se llevó a cabo en un hotel en San José, en la cual participaron 11 empresas del sector comercial y de alimentos y bebidas, como Walmart, Auto Mercado, Starbucks, Pops y Rostipollos.
En esta ocasión, se ofrecieron unos 20 puestos de empleo para 90 refugiados.
Para este año, se realizarán otras cuatro ferias de este tipo, cuyas fechas no ha sido definida, pero las empresas serán del sector servicios, confirmó ACNUR.
Este evento se realiza desde el 2014 con firmas que han sido sensibilizadas con el tema. A la actividad se invita un grupo de refugiados previamente seleccionado y capacitado.
En Costa Rica hay más de 4.000 personas en esta condición y un número cercano de solicitantes que todavía no tienen respuesta.
Según datos de ACNUR, el número de aplicantes pasó de 1.384 personas en 2014 a 4.470 en 2016.La organización no precisó el porcentaje de desempleo entre esta población.
En su mayoría, son personas que salen de sus países por persecución política, religiosa, violencia de género o inseguridad. Vienen desde Colombia, El Salvador, Venezuela y del resto de Centroamérica, principalmente.
Ser refugiado no es una condición excluyente para conseguir empleo y tienen los mismos derechos que un costarricense (excepto los refugiados políticos); por ejemplo, el derecho al trabajo y a recibir ayuda social.
En Costa Rica, estas personas reciben el apoyo del Gobierno, ACNUR y otras agencias que los capacitan y orientan hacia la inserción social y laboral.
La Nación conversó con otros aspirantes durante la feria y contaron parte de su historia.